jueves, 25 de abril de 2013

Carta de Quiroga a sus lectores.


En algún lugar del infinito, sin tiempo ni espacio determinado.
Querido lector:
Viví en una época lejana a la cual han denominado posteriormente como Generación del Novecientos.  Mi madre, Pastora Forteza, me dio a luz un 31 de diciembre de 1878 en Salto. Un año después fallece trágicamente mi padre, Prudencio Quiroga, y a partir de este momento la muerte ha sido una sombra compañera en mi vida.
De joven  siempre fui un poco inquieto e indisciplinado. Me encantaba el ciclismo y recorrí mis tierras en busca de aventuras, hasta que la literatura se convirtió en la aventura más grandiosa, y comencé a escribir. Junto con unos amigos formamos un grupo llamado “Comunidad de los tres Mosqueteros”. Frecuentábamos cafés, que se convirtieron en el escenario principal de nuestras charlas literarias, donde debatíamos, leíamos y compartíamos agradables momentos.
Publiqué muchos artículos en distintos diarios y revistas. Comencé a hacerme conocido dentro del ambiente artístico de aquel Uruguay deslumbrado por la Modernidad. Ciertamente, todo estaba cambiando: de las sangrientas batallas por el poder, ahora reinaba una paz extraña, aunque no menos peligrosa. El pasaje del siglo XIX al XX trajo la “modernización” en muchos aspectos: las comunicaciones, las costumbres, la tecnología, la moda, y, por supuesto, las expresiones culturales todas.
Sobre fines del XIX nació en América un movimiento literario denominado Modernismo el cual influyó en los artistas de la época, incluyéndome a mí. Se trataba más que nada de convertir al lenguaje en algo único, detallista, caracterizándose  por la riqueza y la musicalidad en la elección de las palabras. Pero también impulsó una nueva forma de pensar. Éramos “dandys”, algo así como una de sus tribus urbanas actuales. Nos caracterizábamos por  nuestra forma de vestir algo extravagante, por la insolencia, por el desprecio hacia la sociedad a la cual provocábamos y escandalizábamos. Estábamos hambrientos de sensaciones nuevas. Los demás, vivían bajo las normas morales tradicionales donde todo era escondido por temor al qué dirán. La sexualidad estaba reprimida, la rebeldía censurada. Era una sociedad hipócrita y nosotros nos burlábamos de ella a través de nuestra literatura, aunque luego nos despreciaran.
Las personas eran manejadas por la disciplina, la culpa y la vergüenza. Se miraba la vida de los otros, pero “a puertas cerradas” cualquier cosa podía suceder. Lo importante era mantener las apariencias. “No se debe ser, sino parecer” decía un libro de ortografía de la época.        
Se impuso el pudor y el recato como norma sagrada que no sólo debía afectar al cuerpo, sino también al alma. Las mujeres eran sometidas y dominadas. Debían obligarlas a que se identificaran con los roles que el hombre imponía: era preparada para ser madre sacrificada; mujer económica, ordenada y trabajadora en el manejo de la casa; modesta, virtuosa y púdica con su cuerpo. Debía, ante todo, respeto y veneración a su marido, que era cabeza del hogar, y quien tomaba las decisiones importantes en él, y era quien tenía la patria potestad de sus hijos y la ley de su lado. Era un mundo desigual e injusto.

En cuanto a mí, hubo sucesos tan importantes que han marcado para siempre. Mi primer amor fue Esther, pero la familia se opuso a esta relación sentimental. Ella fue enviada a Buenos Aires, alejándola. Le dediqué un cuento llamado “Un sueño de amor”.  Posteriormente realicé un viaje a París. La emoción era tanta que me sentía en la gloria. Conocer París era la meta de muchos colegas y amigos, y sin embargo fue un fracaso. Volví convertido casi en un mendigo, a causa de las necesidades y el hambre que pasé allí.
La peor tragedia sucedió en el año 1902. Yo estaba examinando un arma de fuego la cual se disparó accidentalmente y mató a mi mejor amigo, Federico Ferrando. La justicia me declaró inocente, pero la culpa nunca me abandonó. Por este motivo viajé a Buenos Aires y luego  comencé una excursión por Misiones y sus selvas. Desde ese momento decidí vivir rodeado de la salvaje naturaleza, realizando distintas empresas, que en su mayoría fracasaron.
Me casé con una de mis discípulas, Ana María, y tuvimos dos hijos. Pero ella no era feliz en las condiciones que vivíamos y lamentablemente decidió acabar con su existencia. Viajé varias veces a Buenos Aires, pero siempre regresé a la selva en busca de paz. Muchas de mis obras reflejan la lucha entre la naturaleza y el hombre, la locura y la muerte.
Volví a casarme con una joven de 20 años, cuando yo ya era un hombre de 49. Tuvimos otra niña. Discutíamos mucho. Las mujeres que compartieron mi vida resolvieron abandonarme de una forma u otra. Mi familia entera se alejó marchándose a Buenos Aires. Quedé solo. Al poco tiempo enfermé gravemente de cáncer. Fui internado en el Hospital Clínicas, en donde determiné acabar con mi sufrimiento ingiriendo una dosis de cianuro.
 Pero no sufras por mis penas, querido lector, yo sigo viviendo gracias a  ti. La literatura me ha hecho inmortal… En cada palabra que leas  podrás encontrarme, más vivo que nunca.
Te envío un abrazo, desde la eternidad.
Cariños, Horacio Quiroga.

Actividades:
·        ¿Piensas que la biografía del autor puede influir en su creación literaria? Fundamenta.
·        ¿Cuáles son los rasgos más importantes de la sociedad que describe Quiroga?
·        ¿Cuáles podrán ser  los objetivos de los escritores al provocar escándalos con sus producciones literarias?
Tarea domiciliaria:
·        Averigua cuáles son las obras escritas por Quiroga y comenta brevemente sobre qué tratan.
·        ¿Qué otros escritores reconocidos forman parte de la Generación del Novecientos junto a Quiroga?

"No me arrepiento de nada" Gioconda Belli


No me arrepiento de nada. Gioconda Belli

No me arrepiento de nada
Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.
No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio,
me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.
Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la "niña buena", la "mujer decente"
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.
En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
-en horas de oficina-
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.
No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo la Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.
Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.

domingo, 21 de abril de 2013

Narrador


NARRADOR

El proceso narrativo posee por lo menos tres protagonistas: el personaje (él), el narrador (yo) y el lector (tú); en otros términos: la persona de quien se habla, la persona que habla, la persona a quien se habla.
Los hechos que componen  el universo ficticio nunca son  presentados en sí mismos sino de acuerdo  con una cierta óptica, a partir de un cierto punto de vista. El vocabulario visual es metafórico, la visión reemplaza aquí a toda la percepción.

Así, Todorov distingue:
Narrador > personaje (la visión “por detrás”): El narrador sabe más que los personajes; es el más característico de los relatos clásicos.
Narrador = personaje (la visión “con”): El narrador conoce lo mismo que sus personajes y por lo tanto, no puede brindarnos ninguna explicación de los hechos hasta tanto los personajes no los conozcan totalmente. Es el más característico del relato moderno.
Narrador < personaje (la visión “desde”): El narrador sabe menos que los personajes.

Oscar Tacca, plantea que:

“El narrador debe saber para contar (…) así como existe una libre elección sobre cómo contar, existe una obligada decisión previa sobre cómo saber (…) de cómo sabe el narrador nace el punto de vista, la visión que el mismo adopte. La visión del narrador determina, pues, la perspectiva de la novela”.
Además, agrega que esta perspectiva debe traducir la relación entre narrador y personaje desde el punto de vista del conocimiento o información.
De acuerdo a esta relación realiza una triple clasificación:

Omnisciente: sabe más que los personajes,  lo conoce todo incluso cosas que el personaje no sabe de él mismo, por ejemplo un sueño que tuvo y no se acuerda. Controla el texto de la narración ya que sabe todo lo que ha pasado y lo que va a pasar. Para contarlo utiliza la 3ª persona del singular, porque si hablara en 1ª persona no podría saber lo que piensan los demás. NO PUEDE UTILIZAR EL PLURAL porque es como que el narrador está viviendo los hechos, y es partícipe y no puede saber lo que sienten los demás, por eso hay que escribir en singular.


Equisciente: el narrador sabe lo mismo que los personajes.   Es como si tuviéramos una cámara delante del protagonista y por lo tanto no puede saber lo que piensan los otros, Este narrador no puede contar los sentimientos de los demás, es parecido al de la primera persona y como no es el personaje, sólo nos puede hablar de su altura, de sus ojos, puede contarte cosas que el personaje vive. Se utiliza en las historias de detectives. Ej.: Sherlock Holmes. El narrador es el Doctor Watson, ya que nos cuenta lo que hace el detective pero nada más, no cuenta lo que piensa ni cosas personales. Así que este narrador nos cuenta la historia tal como la vive.

Deficiente o infrasciente: el narrador sabe  menos que los personajes. El narrador deficiente conoce menos que el protagonista acerca de la historia. Registra únicamente lo que puede ser visto y oído, sin penetrar en la mente de ninguno de los personajes. Por esta razón este tipo de narrador puede recibir también el nombre de narrador objetivo, porque no incluye ninguna subjetividad en su narración (ni suya ni de ningún personaje).
Este narrador, por lo tanto, es un mero testigo de los hechos que acontecen en la narración, y es el más utilizado en la narración periodística.


Romance del enamorado y la muerte.

Un sueño soñaba anoche,
Soñito del alma mía,
Soñaba con mis amores
Que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca
Muy más que la nieve fría.
- ¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
Ventanas y celosías.
- No soy el amor, amante:
la Muerte que Dios te envía.
- ¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy de prisa se calzaba,
Más de prisa se vestía;
Ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
- ¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio
Mi madre no está dormida.
- Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
junto a tí, vida sería.
- Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
La Muerte que allí venía:
- Vamos, el enamorado,
que la hora ya está cumplida.

Análisis del Romance del Enamorado y La Muerte


Análisis del Romance del Enamorado y La Muerte
ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE

Este romance puede encontrar su origen en un conocido poema de Juan del Encina que comienza diciendo: "Yo me estando reposando, durmiendo como solía" muy divulgado en el siglo XVI. Es una de tantas elegías amorosas. La tradición reelaboró el tema convirtiéndolo en un singular esbozo dramático de amor y muerte.

Dentro de la clasificación, se podría encuadrar este romance como novelesco. Algunos autores revalorizan los aspectos emotivos del romance y por eso lo colocan dentro de la categoría de los líricos.

Este romance se podría estructurar en tres momentos: el sueño y la aparición de la Muerte; la búsqueda de la salvación en el amor; y la sentencia final. El mismo está constituido por 40 versos octosílabos de asonancia grave en (i-a).

Evidentemente el tema del romance está apoyado en uno de los tópicos más comunes de la literatura: el amor y la muerte. El enamorado se encuentra rehén de una situación: la muerte que lo busca y su amor que lo desea. Parecería que ambos personajes femeninos terminan formando el triángulo amoroso, donde sale victoriosa la muerte, porque de alguna manera, "su amor"  tiene un poder mayor, no es terrenal ("soy la muerte Dios me envía). Nada puede hacer la enamorada, ni el enamorado frente a la realidad de la muerte,  aunque todo el romance pueda parecer un sueño.

En la primera parte el relato presenta a un narrador protagonista ("soñito del alma mía"), donde se nos introduce en la atmósfera de un sueño. De éste se nos da una referencia temporal ("Un sueño soñaba anoche") y normalmente suponemos que el protagonista se encontraba durmiendo. Pero esto no tiene porque ser así exactamente. La idea de sueño puede también referirse a un amor imposible dado que el romance aclara que sueña con sus amores, que el sueño es amoroso y está cómodo con él. Y esto podría explicarse con las palabras de la amada "como te podré yo abrir/ si la ocasión no es venida", lo que implica que ella corresponde a ese amor secreto.

Dado que el enamorado sueña con la muerte, y el final parece confuso, ya que se cambia de narrador en la mitad del romance, podría pensarse en un sueño premonitorio, lo que nos muestra la cultura pagana en tensión con la religiosidad de la época. Esta es una de las hipótesis que manejan algunos autores en este romance, pudiendo ser éste un sueño premonitorio. Si así fuera, el adverbio “anoche” supone que el narrador cuenta lo vivido en tiempo pasado. El problema surge más adelante, cuando el romance comienza a hablar en tercera persona.

El protagonista se encuentra en un estado de alejamiento de la realidad, de inconsciencia, y este ambiente de misterio se refleja en lo formal, de esta manera se utiliza la aliteración de la letra “s” (reiteración de sonidos). Por un lado esa reiteración ayuda a una atmósfera de susurro, de intimidad. Por otro lado existe la repetición de sonidos nasales en los fonemas "n", "ñ", "m" en los cuatro primeros versos:

"Un sueño soñaba anoche
soñito del alma mía
soñaba con mis amores
que en mis brazos los tenía"

Esta aliteración de sonidos nasales crea una atmósfera de adormecimiento al estilo de las nanas que se les canta a los niños para dormir. De alguna manera, las dos hipótesis, la del sueño despierto con un amor lejano y la del sueño dormido o dormitado pero absolutamente involuntario, estarían apoyados por estas aliteraciones. El susurro como secreto, a modo de confesión íntima; y la "nana" como una inmersión en lo onírico.

El diminutivo ("soñito") de carácter estético emotivo, se usa para cargarlo de afectividad y reafirmar la dulzura y el encanto de ese sueño del cual él se complacía en soñar y gozaba plenamente. Complementando este diminutivo se encuentra la expresión "del alma mía". Esta nos confirma y refuerza ese afecto que el protagonista siente por ese sueño, pero a su vez se nos transporta a lo más íntimo de hombre, al alma. Al alma se lo asocia siempre con lo más profundo, lo personal, lo íntimo, la esencia de las cosas y del hombre, donde se encierran todos los afectos del ser humano.

El encanto de este sueño es roto por la presencia de una señora que entra abruptamente (“vi entrar señora muy blanca / muy más que la nieve fría”). Además de sugerirnos esta entrada abrupta, el narrador nos da de ella ciertas características que ya nos perfilan, a partir del contraste con la dulzura y calidez del sueño, a una figura sobrenatural. Se utilizan dos adjetivos, uno cromático ("blanca") y uno sensorial ("frío"). El blanco simboliza el estado celeste según el diccionario de símbolos de Cirlot. Expresa una voluntad de acercamiento a ese estado. El adjetivo blanco también en este caso, se relaciona con Dios, y con la pureza, es por esto que las novias se casan de blanco, y el narrador confunde a este ser con su amada, pura, virgen, “divina”. El frío corresponde a la falta de amor, a lo implacable, lo irremediable, porque no puede ser modificado por razones ni afectos. Estas dos características de esta señora se terminan de explicar cuando se nos revela que es la Muerte. Es interesante la personificación de ésta, ya que podemos notar que no es la imagen típica que descansa en el imaginario colectivo. La imagen de la muerte como un esqueleto con un traje como el de los monjes de color negro y una guadaña viene de la Danzas Macabras surgidas en la misma Edad Media, y aparecen a raíz de la peste bubónica que azotó a Europa en esos siglos. Sin embargo esta Muerte se nos revela como un ser capaz de confundirse con la mujer amada y en vez de negro, vestida de blanco como la pureza de una novia que tiene la voluntad de alcanzar lo celestial. La única diferencia entre ésta y la Muerte es que esta última es fría, y la primera suponemos que es cálida. Por otra parte, el hecho de que se la confunda con la amada nos sugiere también una imagen tal vez juvenil de la Muerte.

En lo formal, el "juglar" utiliza como recurso del pleonasmo donde se redundan los adverbios "muy más" que sirve para reforzar la expresión “nieve fría”. Es redundante afirmar que la nieve es fría, pero de esta manera se acentúa un aspecto de frialdad, de insensibilidad, de terror que esta presencia produce. Es interesante ver que la nieve cae del cielo de la misma manera cae la muerte.

El enamorado no ve en ella a un ser extraño, al principio, la confunde con su objeto soñado, es decir cree haber alcanzado lo más deseado cuando la muerte se le aparece. Esto hace más terrible su anagnórisis (“darse cuenta”). Es tal su ingenuidad que el protagonista utiliza cuatro versos para expresarse mientras que la muerte lo hace en dos. En cuanto sea revelada su identidad, recién ahí el protagonista utilizará dos versos para expresarse. De esta manera lo formal y la acción se toman de la mano para sugerirnos la inconciencia o la prisa de los personajes.

En los primeros dos versos, donde escuchamos la voz directa del protagonista, se utiliza un paralelismo sinonímico, en la que se repite la idea contenida en la primera pregunta ("¿Por dónde has entrado amor?/ ¿Cómo has entrado, mi vida?"). Los siguientes dos versos constituyen una seriación de las entradas posibles a ese espacio. (“las puertas está cerradas/ ventanas y celosías”). Esta seriación y la afirmación de que éstas se encuentran obstruidas, nos reafirma que existe una imposibilidad de penetrar en ese espacio (¿real o onírico?), y así se nos empieza a perfilar la idea de algo extraterrenal. El narrador nos va introduciendo lentamente a esta conjetura, y con este último dato, ya casi nos preparó plenamente para revelarnos la verdad.

Las palabras de la Muerte serán contundentes y reveladoras, e incluso irónicas. (“no soy el amor, amante”). La expresión "amante" para referirse al protagonista dichas por la Muerte tiene un tono irónico. Antes de llamarlo así, la Muerte le dice "No soy el amor, amante". La reiteración de los derivados "amor" y "amante" marcan esa ironía, mostrando la ingenuidad del enamorado que sólo piensa en el amor.

"La Muerte que Dios te envía". Este verso tiene una trascendencia interesante. En primer lugar, que sea enviada por Dios nos da una idea trágica de la situación ya que no es posible volver atrás. Su aparición es irremediable porque está signada por un destino. Por otra parte, la utilización del dativo del pronombre personal de la segunda persona nos lleva a un tema interesante de ver. La muerte del hombre no es decidida por el hombre mismo, y por lo tanto es elegida por el hombre la muerte que le toca vivir. Esto se diferencia sustancialmente con la cultura griega que hace suponer que lo único que el hombre puede determinar es la forma en que quiere morir. La muerte del enamorado ya está signada. El enamorado confunde a la Muerte con su amor, y muere tratando de llegar a su amor. Incluso, la imagen de la Muerte que le envía Dios es confundida con la de su amor. Es la Muerte la que se mete en su sueño y marca desde allí lo que será la muerte del protagonista. Podría haberse utilizado el dativo "me" pero la utilización del "te" muestra la fragilidad del hombre frente a lo que es su destino.

“¡Ay Muerte tan rigurosa, / déjame vivir un día!”. El yo lírico se desespera, se conmueve, se exalta al reconocer la presencia de lo inevitable, de esto surge, no sólo los signos de exclamación, que acentúan el ruego, sino el adjetivo “rigurosa”. La muerte es “ley severa”, según el decir de Quevedo. Llega a todos por igual y no hay manera de escapar de ella. El enamorado pide un día más de vida. Quiere lo imposible: regatearle vida a la muerte. Este regateo nos muestra un hondo conocimiento de la naturaleza humana. Sólo frente a la muerte podemos reconocer la grandeza de la vida. Estas son las ideas que se rescatan con el final truncado de los romances. Menéndez Pidal dice que los finales truncados refuerzan la idea de "saber callar a tiempo", esto hace que prestemos atención a la situación y el mensaje que la historia encierra. Este dramatismo es lo que queda en el aire cuando el romance termina. Si bien no logra ganar todo el día que le pide, logra una hora, y la ingenuidad y la esperanza que lo caracteriza le hace conformarse y pensar que tal vez sería suficiente.

En la segunda etapa del romance cambia el narrador. Este ya no es el protagonista sino una tercera persona que ve los hechos desde afuera. Esto se confirma con el pronombre reflexivo "se". (“Muy de prisa se calzaba, / más de prisa se vestía; / ya se va para la calle, / en donde su amor vivía”)

Ahora la narración estará teñida de gran velocidad y movimiento. Esto queda claro con la reiteración del adverbio "prisa", de los adverbios "muy", "más", "ya". Otra de las cosas que lo confirman es la utilización de verbos para denotar acciones "calzaba", "vestía", "va". Todo expresa la urgencia del enamorado que esta movido por la esperanza de salvarse.

Otra vez se utilizará el recurso de la cantidad de versos para mostrar el conocimiento que los personajes tienen de la situación. Esto es análogo al diálogo que tuvo con la Muerte. El enamorado se expresa urgentemente en dos versos, mientras su amada lo hace en cuatro, hasta que él le explica la situación y la urgencia se le contagia.

Se introduce de nuevo el término "puerta" (¡Ábreme la puerta, blanca, / ábreme la puerta, niña!”). La puerta es el símbolo femenino y se relaciona con lo que permite el paso. Al igual que en el diálogo con la Muerte, la puerta está cerrada. A diferencia de la escena anterior, el enamorado (hombre terrenal), no puede traspasar esa barrera. La relación de su amada con la Muerte es evidente y no sólo por la utilización del sustantivo "puerta", sino también por la forma en que la llama "blanca". Este adjetivo ya fue usado para caracterizar a la Muerte, ahora utilizado en la amada le da a ésta, también, un toque celestial. Esto quedará más claro cuando el enamorado exprese su esperanza ("junto a ti vida sería"). El amor es visto como la posibilidad de traspasar la muerte.

La urgencia del protagonista está dada en la repetición de la orden "ábreme". Ante esta respuesta, su amada contestará con expresiones lentas en las que se detendrá a dar explicaciones sobre la imposibilidad de abrirle. Este contraste entre la urgencia y la lentitud crea un clima de tensión. Las explicaciones dadas por su amada nos deja entrever que el encuentro entre ellos es frecuente o habitual. El amor de ellos es consumado y no platónico. Si "la ocasión no es venida", es porque alguna vez lo fue. Estamos entonces ante un amor que no cumple las normas de lo moral y establecido, no santificado por el matrimonio, sacramento sagrado en la Edad Media. Este es un amor terrenal, carnal y real, pero sublimado por la posibilidad de ser la única salvación frente a la Muerte enviada por Dios. Este planteo es muy interesante ya que ha sido la inquietud de casi toda la literatura española, empezando por el Archipetre.

Esto queda plenamente planteado por el enamorado que reitera el "leit motiv" del poema mediante la antítesis "Vida-Muerte". La esperanza que la muerte se convierta en vida ante el amor es el gran tema del poema.

La urgencia y la angustia es ahora de la amada que también la expresa por medio de verbos acumulados. (“Vete bajo mi ventana /donde labraba y cosía, te echaré cordón de seda / para que subas arriba, / y si el cordón no alcanzare / mis trenzas añadiría”). Algunos de estos verbos como "labraba" y "cosía" no son referidos a la situación en concreto pero sí nos confirman un conocimiento del Enamorado del lugar donde vive su amada. Con respecto a esto vale reiterar que ahora es la amada la que utiliza la palabra "ventana" que lleva implícita la idea de penetración y es un símbolo de la conciencia. La ventana y la puerta como escapes de una situación y a su vez mostrarán la imposibilidad de hacerlo.

Por otra parte la propuesta de ascensión a un plano distinto ("subas arriba") tiene también un significado celestial.

El cordón presentado por la amada, tiene la connotación de ligazón, en su urgencia por rescatarlo, la ligazón que le propone es muy frágil pero sin embargo vistosa y ampulosa. Este es su intento de salvarlo y dignificarlo la vez. A esta ligazón se le suma la propuesta de añadir las trenzas siempre que el cordón no alcance (por supuesto). Su amada es capaz de dar algo de sí por la salvación de su amado. Las trenzas simbolizan una relación íntima. Ella es capaz de darlo todo por la vida de éste. Pero la seda es muy "fina" y no sólo porque se rompe, sino también en su carácter pomposo. Por otra parte ante la Muerte y el destino cualquier alternativa resulta inútil. La característica de ingenuo del Enamorado, se traslada también a la amada, y por que no, al amor en general.

Las palabras de la Muerte sintetizan la inapelable sentencia.


Extraído de http://paola-literatura.blogspot.com

Contexto Romancero: Edad Media


Información sobre la Edad Media

La  Edad Media es un período que abarca desde del siglo V hasta el siglo  XV.  Podemos  marcar su inicio con la caída  de Roma en poder de los bárbaros, en el año 476, mientras que con la caída de Constantinopla en poder de los  turcos,  en el año  1453, marcamos su fin, y también el principio del   Renacimiento.

Los Humanistas del siglo XV dividieron la historia en:
Edad Antigua: para el clasicismo greco-latino  (antes del siglo V)
Edad Moderna: reinstauración del clasicismo a partir del año 1453 (después del siglo XVI)

Y el período comprendido entre ambas edades o épocas, entre ambos clasicismos, fue llamado por algunos Media Tempestas, y otros hablaban de escritores de la Edad Media.

La Edad Media se divide en dos etapas:
·         La Alta Edad Media, entre el siglo V y el VIII
·         La Baja Edad Media, entre el siglo IX y el XV.
Es  Carlomagno, quien, pretendiendo revivir el imperio romano, divide ambas etapas.

La Alta Edad Media, desde el punto de vista literario, interesa poco, ya que el latín predominó sobre las lenguas bárbaras, y de la fusión o mezcla  con ellas derivan  las lenguas romances, algunos siglos después.
La Baja Edad Media, aquí se forman  los países europeos, y sus respectivas lenguas romances, y también las primeras obras literarias en lengua vernácula.
Luego del imperio de Carlomagno, surge el feudalismo, es decir, la caballería como Institución, el ideal heroico y caballeresco, el sentimiento del honor.
Caballero: término que designaba en un principio, al que servía a caballo, pasó a identificar al integrante de la Institución de la Caballería, organización política y religiosa, que estaba al servicio de los monarcas y de la Iglesia.
Del siglo X, en adelante, hay predominio de un ideal heroico, que se manifestará en los Cantares de Gesta, más adelante un ideal caballeresco y cortesano, que se reflejará en la poesía de los trovadores provenzales y más adelante, en los libros y novelas de caballería que llegarán a su apogeo en pleno Renacimiento.


Hay tres grandes centros poéticos en la lírica medieval europea: el provenzal, el galaico-portugués, y el arábigo-andaluz.
La lírica provenzal es la más antigua de las escritas en lengua romance. Los trovadores llamaron al provenzal: roman, término del que derivó romance, que pasó a identificar a todas las lenguas neolatinas.
La poesía trovadoresca de la Edad Media crea una nueva teoría del amor, con estrecha relación con las costumbres feudales (el amor era considerado como un acto de servicio).
El área de los trovadores y de la poesía provenzal, superó la Provenza, y se difundió por Italia, Francia del Norte, Galicia, Castilla.
Los romances son la cumbre de la poesía medieval, son poemas en versos octosílabos, de rima asonante en los versos pares.
Se cree que los romances nacieron de la fragmentación de los Cantares de Gesta y fueron enriquecidos por la imaginación popular. Debido a este fragmentarismo, los romances tienen un principio abrupto (in media res), y un final trunco. La versión oral de estos romances, en boca de los juglares, introdujo modificaciones que derivaron en múltiples versiones con variantes de un mismo tema.

APROXIMACIÓN HISTÓRICA

En la historia de la literatura española, el siglo XV es la transición entre la Edad Media y el Renacimiento.
Existía una gran crisis en los reinos de Castilla y León, y de Aragón. Los reyes eran débiles (Juan II y Enrique IV) y terminaron por entregar el poder a uno pocos favoritos y al ámbito privado. Como por ejemplo, Álvaro  de Luna y Beltrán de la Cueva, llevan a los reinos a la ruina moral y política. Las costumbres se relajan, más aún que en el siglo anterior. La miseria invade las ciudades y los campos.
Pero con el surgimiento de los reyes católicos, viene una época de gloria para España y para su literatura. Estos reyes expulsaron a los árabes del reino de Granada, dando entonces por terminada la guerra de la Reconquista, en el año 1492. Año clave para la historia de la humanidad, pues, Cristóbal Colón con el descubrimiento de América, abre una nueva época en la historia del mundo.
Se crean varias universidades, y esto estrecha más la relación entre España e Italia.
En lo literario, este siglo se caracteriza por:
*una marcada influencia clásica latina: Virgilio, Ovidio, Lucano y Tito Livio.
Petrarca y Bocaccio.
Subsisten la poesía popular, con influencia alegórico-dantesca, y la poesía culta, que es cortesana, con imitación de la influencia provenzal.


LA EDAD MEDIA EN ESPAÑA

Existían tres grupos étnicos: los españoles, los árabes y los judíos. Y por lo tanto, había tres religiones diferentes, tres diferentes lenguas, y tres diferentes concepciones del mundo y de la vida. Luego de muchas luchas llegaron a fructíferos intercambios.
Comienza un proceso de comunicación entre españoles y árabes. Así, tiene lugar el aprendizaje común de ambas lenguas. Pero esto, hasta concluir con la caída de Granada: los Reyes Católicos. El signo de esta vecindad es la tolerancia, hubo guerras, de todos modos, pero permitió progresos para la cultura hispánica.
Los judíos poseían  igual unidad de lengua y religión, fueron centro de la actividad mercantilista y financiera.
Los sabios  árabes y los rabinos  judíos integraron durante la Edad Media una consistente unidad cultural, la más importante de las cuales se centró en la Corte del rey Alfonso X de Castilla, llamado el Sabio. Así se logró una unidad cultural de españoles, árabes y judíos, que resultó fundamental para el florecimiento de la literatura española.
Existían tres clases sociales: los defensores (guerreros), los labradores (campesinos) y los oradores (sacerdotes). Eran clases sociales cerradas, entre ellas no se permitían intercambios. Además están los burgueses, que habitaban las ciudades y poseían pequeñas industrias, se dedicaban al comercio
También existía una participación política en reinos vitales (Castilla era el reino dominante). Estos reinos tenían verdaderas unidades lingüísticas, por ejemplo, la castellana, de mayor extensión, se desplazó al galaico y al portugués. Se impuso literariamente con las Canciones de Gesta.



A lo largo de cinco siglos se logró unificar España, gracias a los Reyes Católicos. A su vez, los reinos se dividen en feudos, ligados a la monarquía por vínculos de vasallaje.
El Feudalismo fue una clara expresión del espíritu individualista y anárquico de los españoles. También es importante porque su existencia repercutió directamente en la literatura, ya que suministró abundantes temas épicos a través de sus conflictos de poder con los reyes.
Las clases sociales separadas, los reinos rivales, los feudos individualistas, constituyeron elementos importantes desde el punto de vista cultural, pues, provocaron la aparición de formas y de temas que expresaban directamente esa realidad y la exaltaban.

En medio de este clima de razas diferentes, de religiones antagónicas, de reinos vitales y de contiendas nobiliarias, resalta la labor cumplida por los monasterios españoles, que suministraron el conjunto de clérigos que trabajaron  pacientemente en la creación de las grandes corrientes culturales.

Hay que destacar la existencia de dos culturas: la cultura monástica, de ascendencia latina, eminentemente religiosa, conservó la cultura clásica, divulgó la doctrina cristiana y contribuyó a la ALFABETIZACIÓN, y a la formación de un vasto número de ESCRITORES; y la cultura laica, influida por las culturas árabe y judía, más abierta y universal, nacional y popular, trabajó especialmente con valores mundanos, exaltando las formas de vida y pensamientos español.
La literatura española se inicia con las obras escritas en lengua romance, y con la creación de los poemas épicos (canciones de gesta).Los autores  son anónimos.

Hay dos etapas iniciales en esta literatura épica: el período aédico, que comprende poemas compuestos y constantemente reelaborados, trasmitidos oralmente por los juglares; y el período rapsódico, son las canciones de gesta, trasmitidas (en forma oral o escrita) sin modificaciones, constituyendo textos definitivos.


La literatura popular de origen juglaresco culmina con la aparición de los primeros ROMANCES, transmitidos primero, oralmente.
Hay una crisis definitiva del mundo medieval, se transita culturalmente hacia el Renacimiento.
Casi todas las obras fueron escritas para ser oídas y no para ser leídas.
La diferenciación entre Mester de Juglaría y Mester de Clerecía, influyó de manera decisiva en la creación y desarrollo de las formas literarias. Y es también importante, la vinculación entre formas literarias y clases sociales.

CARACTERES GENERALES DE LA LITERATURA ESPAÑOLA MEDIEVAL
Ø  Se divide en arte popular y arte culto
Ø  Tiene tendencia pedagógica y moralizante.
Ø  Es realista.
Ø  Es tradicionalista.

TEMAS CONSTANTES DE LA LITERATURA MEDIEVAL ESPAÑOLA.
Ø  Nacionales: en gestas y crónicas, después en romances.
Ø  Religiosos: especulación teológica (clero: autores), divulgación y enseñanza doctrinal cristiana (divulgadas a todo el pueblo, escritas en lenguas romances).
Ø  Individuales: tratados en un tono pesimista: lo erótico, la muerte, el tiempo, la fortuna, el mundo, el desprecio del mundo; y el tema de la fama: concebida como premio que se recibe de este mundo por las obras que se han realizado, y como el cristianismo señalaba que por sus obras se juzgaba al hombre, por eso la fama encajaba en el cuadro doctrinal.

















Romancero y Romances


Información sobre Romances y Romancero

El romance es un poema característico de la tradición literaria española. Es un poema característico de la tradición oral y se populariza en el siglo XV cuando se recogen por primera vez en la escritura. A estas recopilaciones se les llamaron romanceros.

Según los orígenes de los romances podemos encontrar tres teorías:

1. La tradicionalista, sostenida por Gastón Paris. Para esta los romances habrían surgido de unas cantinelas épico-líricas de autor anónimo y colectivo, y que transmitidas oralmente se van modificando y ampliando.

2. La individualista, sostenida por Joseph Bédier. Esta teoría creía que los orígenes de la épica era el “Mester de Clerecía” (oficio de los clérigos). Estos eran los hombres poseedores de la cultura, y por tanto podían conocer los hechos históricos y redactarlos más tarde. Los individualistas creen que los romances son producto de estos clérigos que escribían y no de una colectividad. Usaban a los juglares como medio de difusión de la cultura, porque en un principio estos mesteres eran eclesiásticos. La refundición de estos menesteres dio origen a los romances, o a cantinelas más cortas.

3. La teoría neotradicionalista. Para esta teoría los romances habrían surgido de la fragmentación de las grandes epopeyas medievales o de cantares de gesta, tales como el Poema del Mio Cid. En este proceso, los cantares fueron cantados por los juglares, que circulaban no sólo en las cortes aristocráticas, sino también en las plazas públicas. Allí escuchaban los episodios más importantes y repetidos, se les grababa en la mente y a su vez los repetían y cantaban entre sí. La trasmisión se hizo oralmente entre padres e hijos, rescatando los fragmentos que tuvieran mayor interés, y mezclando otros, lo que creaban muchas variantes. Otros juglares sólo se dedicaban a cantar en público y por separado sólo los pasajes épicos que encerraban alguna acción o suceso. Esto es lo que se llamó el proceso de refundición.

Características de los romances viejos

Versos octosílabos, con rima asonante en los versos pares.
No poseen división estrófica. (Tirada larga de versos)
Son anónimos, y son influidos por la religión, la guerra y el amor.
Tienen un final trunco.
Y a veces también el comienzo es abrupto.

Temas o tipos de romances
-         Históricos: tratan temas históricos o de héroes legendarios pertenecientes a la historia nacional.
-         Carolingios: están basados en los cantares de gesta franceses.
-       Fronterizos: narran acontecimientos ocurridos en el frente o frontera con los moros durante la Reconquista
-         Romances novelescos: gran variedad de temas, inspirados en el folclore español
-        Romances líricos: son una función de la libre imaginación y el gusto personal. Señala los rasgos subjetivos y sentimentales que reemplazan detalles menos dramáticos del cantar de gesta original. Se eliminan los elementos narrativos, y abandona el contexto para enfatizar la acción inmediata.

Trovadores:

Eran autores nobles y cultos, poetas cortesanos cultos, que componían versos amatorios en lengua romance provenzal (sur de Francia). Se referían a la mujer amada, dueña, elegida y adorada del alma del poeta, idealizada y espiritualizada casi hasta lo religioso. Además de la lucha entre los caballeros feudales introdujo en los cantares el tema épico, por el cual los caballeros feudales pasaron a ser exaltados por sus hazañas guerreras.

Mientras el pueblo llano, siervo y villanos, se fue alejando del idioma culto y fue dando origen a expresiones de diversión basadas en la burla a los curas y frailes y la exaltación del vino y las mujeres.

El mundo feudal agrario dio paso al mundo feudal urbano, a los habitantes de villas y Burgos, naciendo un nuevo público, el burgués, a quienes interesaban las expresiones poéticas referidas a las damas de sus desvelos.

La estructura feudal de la Edad Media salpicada de burgos, o sea de centros urbanos que se formaban alrededor de un castillo, hizo que quienes proporcionaban entretenimiento tuvieran que desplazarse de un burgo a otro burgo. Así aparecen los juglares.

Juglares

Eran profesionales del arte que ejecutaban toda clase de actos para el entretenimiento, acompañados de instrumentos musicales de cuerda y percusión. Recitaban los poemas líricos compuestos por los trovadores. Los instrumentos musicales empleados eran el laúd y la vihuela (guitarra pequeña) y los de percusión eran tambores, panderos, cascabeles.

El estilo recitativo y en especial el canto acompañado de instrumentos musicales, exigía una expresión versificada, en períodos cortos y con frecuentes repeticiones rítmicas.

El repertorio de los juglares eran temas referentes al amor y la religión pero pronto fueron ampliándose, pasando a tratar temas vinculado a los caballeros cruzados o a cuestiones de guerras religiosas o políticas.

Características peculiares del romancero español:
-         Textos de autor anónimo
-       Emanación de los Cantares de Gesta, fragmentos de estos que adquirieron autonomía porque relataban algún aspecto atractivo para el público por lo que cantaban más frecuentemente al mismo tiempo que recibían cierto grado de retoque en el aspecto formal.
-         Trasmisión oral. Por su brevedad, así como porque trataban algún tema de arraigo popular como también la musicalidad de su versificación y su frecuente repetición hizo que tradición oral se hiciera tradicional.
-         Permanencia en la cultura popular.
-    El proceso de trasmisión oral ha hecho que se produzcan variante, deformaciones, intercalaciones diversas, incluso variaciones idiomáticas regionales.