lunes, 23 de septiembre de 2019

Biografía de Juana de Ibarbourou


Biografía de Juana de Ibarbourou
El 8 de marzo de 1892 nacía en Melo  la bella poetisa  Juana Fernández Morales, pero se hizo conocida como Juana de Ibarbourou. Fue la hija menor de Vicente Fernández y de Valentina Morales. Vicente y Valentina se casaron en 1880 y en 1882 tuvieron a su primer hija, Basilisa. Tuvieron más hijos que murieron poco después de nacer. Valentina fue figura clave para Juana.

Sobre su padre se sabe poco, al parecer criaba gallos de riña en su casa y posteriormente fue jardinero de la Intendencia Municipal de Cerro Largo.  De fuerte temperamento, tenía dos hogares, el oficial y otro que formó con una mujer casada del lugar; pocas cuadras separadas una casa de la otra. Con esa otra pareja don Vicente tuvo dos hijos, Agustín y Eustaquio. Esto implicó un gran escándalo. A pesar de ello, Juana en su madurez, quiso conocer a sus medios hermanos, logrando aproximarse y perdonar.

La guerra acompañó su niñez. Los dos enfrentamientos que vivió fueron la revolución de 1897 y la guerra de 1904. Melo era el territorio del caudillo blanco Aparicio Saravia. Toda su familia, incluyendo Juana, sentía una gran devoción por el caudillo.

Juana  se iba transformando en una mujer hermosa. La acompañaban los poemas de Rubén Darío, los versos de Antonio Machado y de Juan Ramón Jiménez. Escribió en esos tiempos, sus primeros poemas en el diario “El Deber Cívico”, de Melo. En 1913 contrajo matrimonio con el capitán Lucas Ibarbourou y un año más tarde, nació su único hijo Julio César. Su primer libro fue  “Lenguas de diamante” (poesía) publicado en 1919, le siguieron en 1920 “El cántaro fresco” (prosa) y en 1922 “Raíz salvaje” (poesía), entre muchos otros. Su obra llegaba no solo a los gustosos de la literatura sino también a aquellos que no lo eran.

El éxito cambió la vida en su casa, ya no se ocupaba de las tareas domésticas, cuidaba cada vez más su aspecto físico: quería verse cada vez más hermosa. Su madre Valentina junto con la criada se ocuparon del hogar y de su hijo. Juana y Julio César estaban cada vez más distantes, ella ya no lo iba a buscar a la escuela, no compartía sus deberes. Era su abuela quien lo acompañaba en esos momentos ya que Juana dormía de mañana porque escribía de noche.

El sábado 10 de agosto de 1929, Juana recibía un homenaje importantísimo: sería nombrada JUANA DE AMÉRICA. La ceremonia sería en el salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo. El título de “Juana de América” nació de los estudiantes de la Universidad de la República y jóvenes poetas. En ese día diez mil personas acompañaron a Juana, dentro y fuera del Palacio Legislativo. Su popularidad era inmensa. Después de la ceremonia, Juana llegó al éxito total. Todo el pueblo se sentía orgulloso de ella. Sus poemas habían sido incorporados en los programas de estudio tanto de escuelas, liceos y enseñanza superior. No solo en el Uruguay sino también en el resto del continente.  Juana supo, a través de su poesía sencilla y misteriosa, interpretar un modo de sentir popular y simple. Se destaca notoriamente en su obra el optimismo por la vida, los contrastes entre alegrías y tristezas, el amor por la naturaleza, la humanidad, la libertad, el sacrificio del amor y la belleza.

Fue postulada al premio Cervantes y al premio Nobel de literatura. Fue miembro de la Academia Nacional de Letras, recibe el primer Premio Nacional de Literatura, entre muchas otras distinciones. Sus obras fueron traducidas a casi todos los idiomas.

En su vejez, Juana vive en soledad, sin recibir visitas, ocultándose del mundo. El libro “Al encuentro de las Tres Marías” escrito por Diego Fischer, presenta datos biográficos de Juana nunca antes revelados. Se plantea que quizás habría que hablar de una mujer inteligente y ambiciosa que supo siempre a dónde quería llegar. Alguien que se enamoró más de una vez y vivió un romance prohibido con un hombre veinte años más joven. Una víctima de la violencia doméstica. Una víctima de su hijo. Una víctima de su entorno. Adicta a las drogas, la felicidad fue para ella un estado pasajero, que auguraba el dolor y la angustia que nunca la abandonaron. Y aun en el infierno de morfina, violencia y desamor en el que transcurrió la mayor parte de su vida, escribió versos magistrales y prosas memorables. Las autoridades de la época supieron de su sufrimiento, pero optaron por guardarlo como un secreto de Estado.

Juana de Ibarbourou muere el 15 de julio de 1979 en Montevideo. Fue velada en el mismo Salón de los Pasos Perdidos en que fue nombrada «Juana de América». El gobierno del momento dispuso un día de duelo nacional y fue enterrada con honores de Ministro de Estado, siendo la primera mujer en la historia de Uruguay a la que se le otorgó tal distinción.