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jueves, 13 de junio de 2013

Generación del 27

Generación del 27
Existen diversas teorías acerca de los requisitos para conformar una generación literaria, pero varios autores han coincidido en los siguientes puntos:
·        Una generación literaria es un conjunto de escritores vinculados por una serie de ideologías y de estilos en un periodo de tiempo determinado —generalmente, de unos quince años—.
·        Proximidad entre los años de nacimiento.
·        Formación intelectual semejante.
·        Convivencia personal.
·        Un hecho generacional que les obliga a reaccionar.
·        Empleo peculiar del idioma, claramente diferenciados respecto a los de la generación precedente.
·        Anquilosamiento de la anterior generación.

La generación denominada “del 27” es un grupo de poetas españoles que en una época, los años 20, se relacionaron ampliamente y hasta fueron íntimos amigos y desarrollaron una poesía que , sin estar sometida a una estética prefijada, tenía un espíritu en temas y estilos, coincidente y nuevo.
En referencia a los años de proximidad de la generación, encontramos que casi la totalidad de escritores que la crítica incluye dentro de la generación del 27, nacen entre 1891 y 1906.

El nombre de la generación se origina  por el Centenario de Góngora (escritor español del siglo XVI). Todos los poetas se reunieron en 1927 a conmemorar los trescientos años de su muerte, dada la admiración hacia él y su obra. El estilo Barroco de Góngora es la mayor influencia que el grupo posee. Este se destaca por tres características: la libertad de la imaginación y del ingenio, la supremacía de la metáfora y la autosuficiencia del hecho literario hacia un claro elitismo y una cierta deshumanización. Este mismo acontecimiento es uno de los hechos generaciones que los une.

En cuanto a la formación intelectual semejante y la afinidad personal, pueden apreciarse varias coincidencias entre los integrantes de la generación:
- Ellos tenían conciencia de formar un grupo unitario.
- Parecida procedencia social: burguesía acomodada.
- Habitual colaboración en las mismas revistas poéticas.
- Convivencia de varios de ellos en la madrileña Residencia de Estudiantes.
-Casi todos siguen estudios universitarios, conocen idiomas, viajan y adquieren una importante cultura no sólo literaria.
-Muchos vivirán profesionalmente de la literatura como profesores, editores, impresores o críticos.
- Presentan influencias literarias comunes (Juan Ramón Jiménez, la lírica del Siglo de Oro,
Bécquer, etc.)
- Presentan una evolución conjunta.
- Se ocupan de los mismos temas en sus obras.
- Acostumbraron a publicar sus escritos en las revistas literarias, que proliferaron por toda la
geografía española.

Con respecto a lo político, social y cultural, el grupo puede definirse como liberal, progresista y universitaria. En general, sus familias se encuentran en una situación económica confortable lo cual les permite estudiar y viajar.  En su mayoría son liberales de izquierda, motivo por el cual han sido perseguidos, exiliados y asesinados.  Su preocupación religiosa es escasa, dado que la mayoría son ateos. Todos ellos se consideraban muy patrióticos, especialmente en el terreno del idioma y la cultura. Inmersos en su época, con gran comodidad y hasta satisfacción, practican un sentido de la vida lúdico, deportivo, de trato muy abierto y de libertad sexual.

Es también significativo en ellos su culto por la amistad. En conjunto, por encima de intereses estéticos, se puede considerar como un grupo de amigos, una amistad  que ha superado los años, una guerra civil, la separación y el exilio.

Los hombres del 27 han insistido en que no nacieron a la literatura en contra de nadie, lo cual contradice el último punto de los requisitos para conformar una generación. Por el contrario, se sentían deudores de muchos maestros anteriores.

Los temas que caracterizan sus obras literarias son:

La ciudad: El tema de la ciudad va a ir acompañado de otros como son el confort de la vida moderna y sus frivolidades. Se trata de una ciudad creada por los hombre donde tiene cabida todo el progreso humano. Con el tiempo esa ciudad del progreso perderá su sentido optimista en algunos autores (Lorca) y se criticarán los aspectos negativos que se ven en ella.
La naturaleza: La naturaleza que aparece en sus poemas es la cotidiana, la que puede “verse desde la ventana”, dice Dámaso Alonso. Aparece también una naturaleza asociada a los recuerdos del poeta. Lo que se conoce como “los paraísos perdidos”.
El amor: En el tratamiento del amor aparecerá el erotismo como aspecto más característico. El amor se presentará sin inhibiciones sexuales.
El compromiso político: Antes de 1936 la mayoría de los autores evitaron escribir poesía social y política, sin embargo, durante la Guerra Civil, la práctica totalidad de los autores se dedicó a la literatura de combate, defendiendo su ideología.
Otros temas: Aparte de los anteriores, en la poesía del grupo encontramos otros temas específicos de algunos autores: la muerte (García Lorca), la soledad (Cernuda y Prados), la nostalgia, etc...

Los integrantes de la Generación del 27 son:
Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Emilio Prados, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, Luis Cernuda y Manuel Altolaguirre. …No puede olvidarse tampoco el importante grupo de mujeres que en la órbita de la Generación escriben en verso o en prosa: María Zambrano, Rosa Chacel, Mª Teresa León,…También se habla, a veces, de la Generación del 27 en otros ámbitos: Dalí (pintura), Buñuel (cine), Manuel de Falla (música)…Miguel Hernández, en fin, aunque más joven, ha sido considerado también por sus influencias y relaciones personales epígono de dicha Generación.

FEDERICO GARCIA LORCA (Fuentevaqueros, Granada, 1898 Granada, 1936)
Fue uno de los representantes más importantes de esta Generación. En todas sus obras late un tema principal: el sentimiento del destino trágico del Hombre, la imposibilidad de realización del ser humano.
Sus principales obras son:

Poema del Cante Jondo: Es el libro de "la Andalucía del llanto"; Lorca expresa su dolor ante la vida a través de los cantes de nuestra tierra.
Romancero Gitano: Fue un gran éxito. Lorca se preocupa por los hombres marginados y sus tragedias. Aparece el tema del destino trágico del hombre.
Poeta en Nueva York: Se advierte el ahogo y la rebelión contra un mundo deshumanizado. Una parte está dedicada a los negros (también marginados, como los gitanos). Es un libro donde lo social adquiere gran importancia: el poeta sintoniza con todos los hombres que sufren. Es una obra surrealista, escrita en versos libres.
Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935) es una gran elegía a la muerte del torero amigo. Fusión magistral de lo popular y lo culto.

Sonetos del amor oscuro, once sonetos que destacan la maestría de Lorca.

jueves, 25 de abril de 2013

Carta de Quiroga a sus lectores.


En algún lugar del infinito, sin tiempo ni espacio determinado.
Querido lector:
Viví en una época lejana a la cual han denominado posteriormente como Generación del Novecientos.  Mi madre, Pastora Forteza, me dio a luz un 31 de diciembre de 1878 en Salto. Un año después fallece trágicamente mi padre, Prudencio Quiroga, y a partir de este momento la muerte ha sido una sombra compañera en mi vida.
De joven  siempre fui un poco inquieto e indisciplinado. Me encantaba el ciclismo y recorrí mis tierras en busca de aventuras, hasta que la literatura se convirtió en la aventura más grandiosa, y comencé a escribir. Junto con unos amigos formamos un grupo llamado “Comunidad de los tres Mosqueteros”. Frecuentábamos cafés, que se convirtieron en el escenario principal de nuestras charlas literarias, donde debatíamos, leíamos y compartíamos agradables momentos.
Publiqué muchos artículos en distintos diarios y revistas. Comencé a hacerme conocido dentro del ambiente artístico de aquel Uruguay deslumbrado por la Modernidad. Ciertamente, todo estaba cambiando: de las sangrientas batallas por el poder, ahora reinaba una paz extraña, aunque no menos peligrosa. El pasaje del siglo XIX al XX trajo la “modernización” en muchos aspectos: las comunicaciones, las costumbres, la tecnología, la moda, y, por supuesto, las expresiones culturales todas.
Sobre fines del XIX nació en América un movimiento literario denominado Modernismo el cual influyó en los artistas de la época, incluyéndome a mí. Se trataba más que nada de convertir al lenguaje en algo único, detallista, caracterizándose  por la riqueza y la musicalidad en la elección de las palabras. Pero también impulsó una nueva forma de pensar. Éramos “dandys”, algo así como una de sus tribus urbanas actuales. Nos caracterizábamos por  nuestra forma de vestir algo extravagante, por la insolencia, por el desprecio hacia la sociedad a la cual provocábamos y escandalizábamos. Estábamos hambrientos de sensaciones nuevas. Los demás, vivían bajo las normas morales tradicionales donde todo era escondido por temor al qué dirán. La sexualidad estaba reprimida, la rebeldía censurada. Era una sociedad hipócrita y nosotros nos burlábamos de ella a través de nuestra literatura, aunque luego nos despreciaran.
Las personas eran manejadas por la disciplina, la culpa y la vergüenza. Se miraba la vida de los otros, pero “a puertas cerradas” cualquier cosa podía suceder. Lo importante era mantener las apariencias. “No se debe ser, sino parecer” decía un libro de ortografía de la época.        
Se impuso el pudor y el recato como norma sagrada que no sólo debía afectar al cuerpo, sino también al alma. Las mujeres eran sometidas y dominadas. Debían obligarlas a que se identificaran con los roles que el hombre imponía: era preparada para ser madre sacrificada; mujer económica, ordenada y trabajadora en el manejo de la casa; modesta, virtuosa y púdica con su cuerpo. Debía, ante todo, respeto y veneración a su marido, que era cabeza del hogar, y quien tomaba las decisiones importantes en él, y era quien tenía la patria potestad de sus hijos y la ley de su lado. Era un mundo desigual e injusto.

En cuanto a mí, hubo sucesos tan importantes que han marcado para siempre. Mi primer amor fue Esther, pero la familia se opuso a esta relación sentimental. Ella fue enviada a Buenos Aires, alejándola. Le dediqué un cuento llamado “Un sueño de amor”.  Posteriormente realicé un viaje a París. La emoción era tanta que me sentía en la gloria. Conocer París era la meta de muchos colegas y amigos, y sin embargo fue un fracaso. Volví convertido casi en un mendigo, a causa de las necesidades y el hambre que pasé allí.
La peor tragedia sucedió en el año 1902. Yo estaba examinando un arma de fuego la cual se disparó accidentalmente y mató a mi mejor amigo, Federico Ferrando. La justicia me declaró inocente, pero la culpa nunca me abandonó. Por este motivo viajé a Buenos Aires y luego  comencé una excursión por Misiones y sus selvas. Desde ese momento decidí vivir rodeado de la salvaje naturaleza, realizando distintas empresas, que en su mayoría fracasaron.
Me casé con una de mis discípulas, Ana María, y tuvimos dos hijos. Pero ella no era feliz en las condiciones que vivíamos y lamentablemente decidió acabar con su existencia. Viajé varias veces a Buenos Aires, pero siempre regresé a la selva en busca de paz. Muchas de mis obras reflejan la lucha entre la naturaleza y el hombre, la locura y la muerte.
Volví a casarme con una joven de 20 años, cuando yo ya era un hombre de 49. Tuvimos otra niña. Discutíamos mucho. Las mujeres que compartieron mi vida resolvieron abandonarme de una forma u otra. Mi familia entera se alejó marchándose a Buenos Aires. Quedé solo. Al poco tiempo enfermé gravemente de cáncer. Fui internado en el Hospital Clínicas, en donde determiné acabar con mi sufrimiento ingiriendo una dosis de cianuro.
 Pero no sufras por mis penas, querido lector, yo sigo viviendo gracias a  ti. La literatura me ha hecho inmortal… En cada palabra que leas  podrás encontrarme, más vivo que nunca.
Te envío un abrazo, desde la eternidad.
Cariños, Horacio Quiroga.

Actividades:
·        ¿Piensas que la biografía del autor puede influir en su creación literaria? Fundamenta.
·        ¿Cuáles son los rasgos más importantes de la sociedad que describe Quiroga?
·        ¿Cuáles podrán ser  los objetivos de los escritores al provocar escándalos con sus producciones literarias?
Tarea domiciliaria:
·        Averigua cuáles son las obras escritas por Quiroga y comenta brevemente sobre qué tratan.
·        ¿Qué otros escritores reconocidos forman parte de la Generación del Novecientos junto a Quiroga?

domingo, 7 de abril de 2013

Actividad para alumnos de tercer año. "Uruguay del 900"


  • Lee con atención el material “El Uruguay del 900” y luego responde:


1)  Realiza un punteo acerca de los cambios que implicó la Modernización.
2) ¿En qué consistió el “disciplinamiento”?
3) Explica los conceptos de: “mujer divinizada” y “mujer diabolizada”.
4) El texto de Galeano, llamado “Muñecas” del libro “Memorias del fuego: el siglo del viento” ilustra claramente la vida de la mujer de principio de siglo. Analiza el siguiente fragmento en relación con el material: “A veces recibe amigas, y hasta se atreve a recomendar alguna descocada novela susurrando: - Si vieras cómo me hizo llorar…”. 

El Uruguay del Novecientos


El Uruguay del 900
Antecedentes:

Debemos tener en cuenta que fue a mediados del siglo XIX que el mundo Europeo estaba viviendo uno de los mayores cambios sociales, económicos y tecnológicos que explicó gran parte del desenfreno del sigo siguiente. Estamos hablando de la Revolución Industrial.

Este proceso revolucionario no fue ajeno a la mentalidad de nuestro país. El Uruguay, desde antes de su creación, fue un estado ganadero y rural, pero también un lugar de incansables luchas sociales y políticas que marcaron el siglo XIX. Precisamente, estas luchas se daban en el campo y dejaban como saldo un Uruguay desbastado en la campaña. Así es que las clases sociales, dueñas de las tierras, y ya cansadas de las luchas, cuando estas empezaron a no convenirles, exigieron un gobierno fuerte que impusiera la paz que se necesitaba para producir.

Así fue que el Uruguay se modernizó, evolucionó demográfica, tecnológica, política, económica, social y culturalmente, acompasándose con todo esto a la Europa capitalista. Fue la época del militarismo de Latorre, el gobierno fuerte que las clases conservadoras pedían, el que permitió este desarrollo.

Obviamente esta modernización comenzó en el campo con la merinización, es decir la explotación ovina. Siguió con el cercamiento de los campos y la aceleración del mestizaje ovino y vacuno. La última etapa es la creación del ferrocarril que permitía el transporte de la producción ganadera. De esta manera se sustituyó al estanciero caudillo por el estanciero empresario.

Esta nueva figura de estanciero empresario, exigía también un nuevo cambio social. El gaucho, hombre “bárbaro”, pasó ahora a ser un contrabandista, y él encarnó los vicios que la sociedad necesitaba erradicar: el ocio, el juego, el escándalo. La opción de la vagancia desaparece en este mundo, y el gaucho o se civiliza y se convierte en peón o termina marginado en “pueblos de ratas” en el cinturón pobre de la ciudad.

Cuatro clases sociales aparecen en este Uruguay moderno:

1. Los estancieros y los comerciantes, que vendrían a ser la burguesía local, la clase conservadora, la que impulsa o exige la paz política. La clase enriquecida por esta modernidad, que termina siendo la que sienta los valores de esta nueva sensibilidad del 1900. El concepto que manejan en su discurso es el del Progreso: el hombre está destinado irremediablemente a avanzar hacia la felicidad, y la ciencia y la tecnología contribuyen a ello.

2. Los sectores populares. A estos sectores, el discurso del Progreso no les convence, porque no son ellos los beneficiarios de los dividendos del capital. En el discurso de la burguesía el trabajo lleva al hombre al progreso, y ellos ven cómo trabajando no llegan a nada más que más pobreza. Su discurso empieza a ser influenciado por otras miradas. No olvidemos que Marx y Bakunin ya han expuesto sus teorías en Europa. Así que a estos sectores se los observa con miedo por la posible insubordinación, esa que antes se asociaba a la haraganería, y ahora se ve en las huelgas y las asociaciones sindicales.

3. Europeos, capitalistas, que llegan a invertir al país como una consecuencia del Imperialismo de la revolución Industrial. Ellos necesitan mercados para mover su capital, así que serán los primeros en impulsar, entre otras cosas, el adelanto del ferrocarril. Serán pues los que afianzarán el orden burgués.

4. Por último, los inmigrantes que se dejan influir por el espectáculo de la vida criolla “fácil”, pero que se encuentran luego entre los sectores populares. Aportarán nuevos valores, porque vienen a sobrevivir, y tendrán un ansia de asenso social, que pondrá a los sectores populares en una situación muy cercana a la marginación.

El Estado se modernizó y volvió efectivo y real su poder de coacción. La Iglesia pasó a ser un vehículo eficaz de propaganda en pro de la contención de los “desenfrenos” y la escuela imprimió la obediencia y los valores necesarios para sostener a este nuevo Uruguay burgués. Era necesario crear una nueva sensibilidad que reprimiera o erradicara los vicios de la sensibilidad “bárbara”. Estos nuevos dioses que se impulsarán ahora, van en perfecta concordancia con los deseos burgueses. Estos serán: el trabajo, el ahorro, el orden, la salud, la higiene. Todo esto conlleva una represión de los deseos, de los sentimientos y sus manifestaciones demasiado estruendosas, del ocio, del juego. Lo que Barrán llamó: El disciplinamiento.

El disciplinamiento:

El disciplinamiento es la época en que se manejaba a las personas por sentimientos como los de vergüenza, culpa y disciplina. Se trata de cambiar los parámetros de la cultura “bárbara” por una cultura “civilizada”, así se impone:
-          La gravedad y el “empaque”, al cuerpo libre y desnudo.
-          El puritanismo, el recato, el pudor, a la sexualidad.
-          El trabajo, al ocio excesivo.
-       Se oculta la muerte alejándola o embelleciéndola, porque mostrarla crudamente sería un acto “bárbaro”.
-         Esta época se horroriza ante el castigo de niños, delincuentes y clases trabajadoras, pero prefiere reprimir sus almas.
-        Exhorta a la intimidad, “la vida privada” como un castillo inexpugnable para refrenar las tendencias bárbaras de exteriorizar el yo y sus sentimientos. Claro está que esto permitió toda clase de hipocresías. Se miraba la vida de los otros, pero “a puertas cerradas” cualquier cosa podía suceder. Lo importante era mantener las apariencias. “No se debe ser, sino parecer” decía un libro de ortografía de la época.
-         Impuso el pudor y el recato como norma sagrada que no sólo debía afectar al cuerpo, sino también al alma.

La mujer:

El problema de los sexos en esta época debe verse como una lucha de poder. La mujer es vista como un misterio para el hombre, ya que tenía el poder de levantarlo o de arruinarlo. Por lo tanto, convenía a esta sociedad patriarcal y burguesa, que la mujer fuera sometida y dominada, es decir “convertida en subalterna del padre, el esposo o el hermano mayor” (Barrán)

La mujer en el 900 fue “diabolizada” o “divinizada”. La primera se asociaba a la imagen de Eva, la tentadora y la que se dejó tentar. La mujer “divinizada” es la que se acerca a la imagen de “la Virgen María”. “De este modo” dice Barrán, “la madre fue madre “abnegada”; la compañera del hombre, esposa “casta”; el biológico contacto de la mujer con el mundo de la materia y la naturaleza (la concepción), fue misterio  peligroso y acechante; y la especificidad de su sexualidad, la hizo ver como araña devoradora gastadora de la “energía” masculina y el dinero del hombre, cuando no como testigo de los decaecimientos de su poder, de sus impotencias”.

Las instituciones de la época apoyaban esta idea de que era necesario manejar a la mujer. Monseñor Mariano Soler sostenía: la mujer  no podía quedar librada “a su propio albedrío”, por eso el padre la entregaba al esposo a fin de “someterla a una dulce pero firme y poderosa tutela”. De otro modo se perdería “ese ser débil, perteneciente a un sexo que si bien es susceptible de todo género de virtudes (…) tiene más peligros con las seducciones de la novedad o con el atractivo de los placeres”.

“La mujer era diabólica sobre todo porque se identificaba con la tentación sexual. Para el burgués que quería dominio absoluto, la mujer equivalía a la pasión más poderosa del corazón humano (…) La mujer era un factor inquietante y turbador de la paz interior del burgués. Por ello, como a la sexualidad, de quien era enviada, había que dominarla, vigilarla y obligarla a que se identificara con los roles que el hombre imponía” (…) “La diabolización de la mujer se basaba en que su sexualidad podía poner en discusión el poder del hombre, su autoestima y a la vez su estima social. (…) Por todo ello el hombre necesitaba controlar a la mujer. El burgués construyó una imagen de la mujer ideal y procuró que las mujeres la internalizasen”. (Barrán)

Esta imagen implicaba no sólo la sumisión, era preparada para ser madre abnegada; mujer económica (importante sobre todo si consideramos que el principal interés del burgués es el dinero), ordenada y trabajadora en el manejo de la casa; modesta, virtuosa y púdica con su cuerpo. Debía, ante todo, respeto y veneración a su marido, que era cabeza del hogar, y quien tomaba las decisiones importantes en él, y era quien tenía la patria potestad de sus hijos y la ley de su lado.

Era lógico pensar que la mujer no debía trabajar. Si lo hacía, los trabajos admitidos eran el de maestra por el vínculo que existe entre esa profesión y el rol de madre. Podía también hacer costura dentro del hogar para vender fuera en alguna tienda. No se pensaba en la mujer trabajadora en una tienda o en la fábrica, porque “en vez de llevar esa vida oculta, abrigada, púdica (…) y que es tan necesaria  a su felicidad y a la nuestra misma, vive bajo el dominio de un patrón, en medio de compañeras de moralidad dudosa, en contacto perpetuo con hombres, separada de su marido y sus hijos”. Estos trabajos quedaron relegados para las mujeres de las clases populares, que se vieron expuestas a un sin fin de humillaciones sociales y morales.

El pudor, el recato era un requisito de la mujer virtuosa, y este derivaba de la culpa, de la vergüenza ante la desnudez del cuerpo y del alma. El pudor implicaba honestidad, y se mostraba ocultando las “dotes” corporales con una vestimenta “decente”, además de sumirse en el silencio o simplemente mantener conversaciones llanas, pues la mujer “sabihonda” era “varona” y desagradable al hombre por querer competir con él. El estudio en la mujer estaba, por supuesto, muy mal visto, sobre todo si tenemos en cuenta que lo que se está jugando aquí es el poder.

Debía parecer tonta ante la sociedad, casi como una muñeca que servía de trofeo para el hombre. Por lo tanto, en la intimidad se le estaba negado el placer. Su relaciones sexuales debían estar restringidas al sólo motivo de procrear, y en la cama ella debía asumir una posición pasiva, ya que el fin del matrimonio es hacer hijos. Los camisones fenisculares de las mujeres eran muy largos, con mangas y, a veces, una abertura en el centro. En alguna oportunidad se les bordaba: “No lo hago por placer sino por deber”.

Un texto de Galeano, llamado “Muñecas” del libro “Memorias del fuego: el siglo del viento” ilustra claramente la vida de la mujer de principio de siglo.

“Una señorita como es debido sirve al padre y a los hermanos como servirá al marido, y no hace ni dice nada sin pedir permiso. Si tiene dinero o buena cuna, acude a misa de siete y pasa el día aprendiendo a dar órdenes a la servidumbre negra, cocineras, sirvientas, nodrizas, niñeras, lavanderas, y haciendo labores de aguja y bolillo. A veces recibe amigas, y hasta se atreve a recomendar alguna descocada novela susurrando:

-          Si vieras cómo me hizo llorar…

Dos veces a la semana, en la tardecita, pasa algunas horas escuchando al novio sin mirarlo y sin permitir que se le arrime, ambos sentados en el sofá ante la atenta mirada de la tía. Todas las noches, antes de acostarse, reza las avemarías del rosario y se aplica en el cutis una infusión de pétalos de jazmín macerados en agua de lluvia al claro de luna.

Si el novio la abandona, ella se convierte súbitamente en tía y queda en consecuencia condenada a vestir santos y difuntos y recién nacidos, a vigilar novios, a cuidar enfermos, a dar catecismo y a suspirar por las noches, en la soledad de la cama, contemplando el retrato del desdeñoso”.

Bibliografía:

Barrán, José Pedro. “Historia de la sensibilidad en el Uruguay”
Galeano, Eduardo. “Memorias del fuego: el siglo del viento”

Material extraído del blog http://paola-literatura.blogspot.com