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viernes, 10 de octubre de 2014

La nueva Narrativa Latinoamericana

LA NUEVA NARRATIVA LATINOAMERICANA
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La idea de la unidad de  América latina choca contra dificultades, una de ellas la barrera lingüística que hace que una enorme región hable portugués y las demás español; sin llevar en cuenta las lenguas indígenas, los dialectos y las realidades bilingües.
Los actuales escritores latinoamericanos están realizando una síntesis aprovechando aportes culturales múltiples y las tensiones resultantes de esos encuentros conflictivos.
Durante el siglo XX las letras hispanoamericanas han pasado por tres períodos de ruptura y renovación. Las fechas aproximadas serían 20, 40 y 60.  El movimiento apunta hacia el pasado y permite integrar la ruptura dentro de la tradición.
El primer grupo de narradores del siglo XX da a conocer sus obras entre los años 20 y 40. Hay una tradición representada por la “novela de la tierra”, una explotación de los vínculos de los hombres con la naturaleza.  En la novela regionalista la naturaleza es un elemento distintivo pero también lo es el planteo del problema social.
Contra ellos se sublevaron el grupo que publica su obra a partir de los 40 entre los cuales se encuentran Miguel Ángel Asturias y Jorge Luis Borges que son los grandes renovadores del género narrativo en este siglo.
            El grupo que los sigue convive junto al anterior y está integrado entre otros por Guimarães Rosa, Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar y Juan Rulfo. No rompe con las anteriores generaciones sino que  los unifica junto a la influencia  de maestros extranjeros como Faulkner, Proust y Joyce.

                La nueva narrativa-

La Nueva Narrativa es el conjunto de la obra de autores como  Alejo Carpentier, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Juan Rulfo que indican un radical cambio en cuanto a la técnica de narrar. Pero a las innovaciones formales van unidas una visión diferente del mundo, a una nueva forma de abordar la realidad alejada de los moldes del realismo. Llegará a su auge en los años sesenta con lo que se ha llamado el “ boom”, palabra que significa expansión de la literatura latinoamericana. Esto indica una masiva divulgación  de numerosas obras de los nuevos narradores. Muchos de estos libros pasaron a ser los más vendidos en América y Europa.
            La Nueva Narrativa busca la universalidad en un contexto específicamente americano. Las causas, orígenes y cronología del boom son difíciles de fijar pero se pueden hacer algunas aproximaciones.
·         Un factor histórico importante es la Revolución Española que obligó a la emigración de muchos intelectuales.
·         Otro sería la influencia de las obras en inglés, francés y alemán.
·         Pero un factor decisivo es  el impacto del surrealismo que proporciona esa visión desintegradora de la realidad típica de la Nueva Narrativa.
El realismo mágico

Surge de una alteración insólita de la realidad en la que se halla inserta una cierta visión mítica. El autor busca captar el misterio que se oculta bajo la realidad.
El realismo fantástico

Busca en la invención el mejor medio para expresar y revelar la realidad que no perciben los realistas, se relaciona con las ciencias y la  inquietud metafísica. La realidad no se presenta como un todo previsible, ordenado y lógico, sino que se ha vuelto a veces un caos, a veces un misterio. El elemento irracional y misterioso tiene un a importancia determinante.
            Características de la Nueva Narrativa
1-      Hay una tendencia a enfatizar los aspectos ambiguos, irracionales y misteriosos.
2-      Se destacan los factores de incomunicación y soledad del individuo.
3-      Muestran la rebeldía frente a los tabúes morales y religiosos.
4-      Las innovaciones técnicas tienden a abandonar la estructura lineal y ordenada.
5-      Ganan espacio la creación de ambientes imaginarios sujetos a reglas no convencionales en el manejo del tiempo.

6-      Proliferan los elementos simbólicos y los absurdos confrontados con la realidad tradicional.

Entre el amor y la intolerancia

Entre el amor y la intolerancia: Del amor y otros demonios, de Gabriel García Márquez

 

En este ensayo persigo mostrar el desarrollo de los temas principales de Del amor y otros demonios (1994), una de las novelas menos estudiadas de Gabriel García Márquez (1927). El enfoque es tematológico y estudio sólo los temas1 que configuran esencialmente la trama de esta obra: el amor y la intolerancia. Este último condiciona el especial desarrollo del primer tópico.
Para plantear en mejores términos el trabajo, considero oportuno tratar, además de la historia misma, los entornos del propio texto. La revisión del paratexto (Genette, 1989: 123), esto es, de los elementos textuales que acompañan al relato en su presentación editorial física, es el primer punto a abordar. El título de la novela remite, en forma paródica, al estilo antiguo de escritura, pues la contracción "del" apunta hacia la forma latinizada de intitular un tratado: De ánimaDe las virtudes, etcétera. El escritor colombiano juega a simular la escritura de un tratado que versa sobre el amor; pero, como es de esperarse, no existen argumentos que lleven a pensar en un tratado, sino que se narra una historia de ficción que ilustra —podría decirse— una de las diversas formas que puede asumir el amor ante la presencia de los otros "demonios", particularmente la intolerancia. En este sentido, el título constituye una exacta anticipación del tema central de la novela: el amor, pero acompasado siempre por los apremios del erotismo y por las impertinencias de la intolerancia.
Rápidamente dicho, el demonio dentro de la religión cristiana es quien propicia el Mal y usurpa el lugar de Dios ante los hombres, aquel que por ello da lugar al caos, al desorden del mundo, del cosmos regulado por Dios.2 Así, como lo resume Hans Biedermann, es factible interpretar la figura de lo demoníaco en términos de "castigo, culpa, esclavitud de los instintos" (Biedermann, 1993: 151). En tal sentido, puede deducirse que el amor en la novela que estudio aparece ante los ojos de los personajes ajenos a éste como una fuerza demoníaca que toma posesión de las almas y los cuerpos de hombres y mujeres: es un amor anegado por la pasión, por el erotismo trasgresor; no es el amor platónico de la contemplación casta, es el amor de los placeres del cuerpo, de lo instintivo controlado por la moral dominante, el portador de una fuerza capaz de romper las instituciones y convenciones sociales. Este amor fue condenado por la Iglesia durante muchos siglos, al ser considerado una tentación del diablo:
Empero, de luxuria e impúdico deshonesto amor, cabeza es e consejador el disforme Sathanas, enemigo mortal de la salvación de la humana criatura. […] Bien es verdad quel enemigo de Dios, diablo Sathanas, muy dulces cosas promete a los que de gustos carecen por seguir su apetito e propia voluntad, consejando: faz, que Dios es piadoso, que perdona; asaz te cumple, por mucho mal que fagas, arrepetimiento a la fin y serás salvo. (Martínez de Toledo, 1978: 16)
Ahora que en las evaluaciones de Cayetano y Sierva su pasión no es negativa. Incluso, hasta cierto punto, experimentan y guían su sentimiento en el marco del amor cortés.
Existe en la novela otro tipo de demonios, sin duda más violentos y, además, aliados a un orden social represivo y profundamente irracional. Son otro tipo de pasiones ("los verdaderos demonios", según Cayetano), como la intolerancia, la incomprensión y la superstición; aparecen también como un desorden en la vida, pues primero privan del amor a Cayetano y a Sierva María, luego condenan a ésta al encierro y muerte prematura, y a aquél al sinsentido vital. De Cayetano Delaura son estas palabras condenatorias: "'Si alguien está poseído por todos los demonios es Josefa Miranda', dijo. 'Demonios de rencor, de intolerancia, de imbecilidad'" (García Márquez, 1994: 130). Después del título aparece una cita de santo Tomás de Aquino: "Parece que los cabellos han de resucitar mucho menos que las otras partes del cuerpo" (no hay, sin embargo, un señalamiento que indique en qué obra de santo Tomás se halló). La frase a primera vista puede resultar enigmática; pero, cuando se observa el título del fragmento, es evidente que indica que el cabello se descompone en un grado menor que el resto del cuerpo. Simbólicamente y desde el imaginario popular, Hans Biedermann señala que el cabello "es portador de la energía vital, que incluso después de la muerte de la persona continúa creciendo […]", y que "en la Edad Media el cabello largo era el símbolo de la lujuria y de las sirenas que seducen a los hombres" (Biedermann, 1993: 78).
Al final de este epígrafe se añade una explicación, a manera de prólogo, en la voz de Gabriel García Márquez (en realidad, según lanarratología, es un narrador extradiegético), acerca del relato que cuenta. Es una historia que, supuestamente, se sustenta en un acontecimiento real (así se hace creer en la estrategia escritural de la obra); esto es, que está documentada, tanto en la memoria oral como en textos escritos: él, en 1949, vio que en una hornacina del altar mayor apareció una "cabellera espléndida" de veintidós metros con once centímetros. Este hecho apunta a algo sobrenatural, o milagroso, dirían los cristianos. El narrador (que se instaura narrativamente en la función de escritor) describe su asombro de aquel tiempo y recuerda que al maestro de la obra le pareció un hecho normal, pues éste explicó que el cabello de los muertos puede llegar a crecer hasta un centímetro al mes.
Así, el narrador, apoyado en este acontecimiento y en la memoria de una antigua historia que le contó su abuela acerca de una marquesita con una cabellera inmensa que muriera de rabia y fuera venerada por los pueblos de la costa (prácticamente, zona de pueblos de negros) debido a sus milagros, inició su libro. Como puede notarse, los tintes de realismo mágico son perceptibles mas no dominantes. Por otro lado, el narrador no aclara si realizó alguna investigación histórica, como en el caso de El general en su laberinto (1989), donde señala al lector las fuentes que lo guiaron en la reconstrucción de los últimos días de la vida de Bolívar; por consiguiente, puede suponerse, insisto, que se trata de una reescritura de narraciones populares de carácter oral, pero también de un acto estético de ficción. Ya sin otros datos más por atender en el paratexto, me centro en la historia misma.
Por un efecto de lectura, el relato parece estar contado directamente por García Márquez en su papel de autor; sin embargo, según la teoría narratológica, éste cumple el papel de narrador3 extradiegético4 cuya conciencia pertenece plenamente a este siglo y se ubica en una comunidad colombiana. El narratario,5 por otra parte, es implícito, esto es, no marcado por pronombre; es una "función de la semiosis narrativa" (Pereda, 1987: 28).
Las coordenadas temporales son, en el primer caso, laxas: la trama se desenvuelve en las postrimerías del siglo XVIII y tiene lugar en Cartagena de Indias,6 la próspera ciudad del Caribe colombiano dedicada al comercio de los productos que venían de los virreinatos del sur del continente y, del mismo modo, un punto de acopio de los productos del viejo continente y de África, entre lo cual se incluía el negocio de la trata de esclavos.
En lo referente a la composición de la diégesis de novela, es preciso anotar que la historia está dividida en cinco partes. Primero, se narra sin prolijidad la condición de Sierva María, hija del Marqués Ygnacio de Casalduero y de una mestiza, Bernarda, unidos de manera legítima; se explica que creció realmente marginada por sus progenitores dado que, en sus permanentes desafectos mutuos, cada uno vio en la niña al otro y, así, la trataron de evitar. Sin embargo, se deja ver que, del lado del marqués, ante todo hay un considerable descuido en consonancia con su carácter abúlico. En consecuencia, éste es el motivo por el cual Sierva María convive estrechamente con la comunidad de esclavos africanos que trabajan en la hacienda y casa de su padre. De este intenso contacto surge una personalidad poco común: una blanca proveniente de la nobleza criolla (ya en decadencia, pero nobleza al fin) que vive como negra hasta el punto de hablar varias lenguas africanas y practicar religiones animistas.
El aspecto central que privilegia la trama en este apartado es la posibilidad de que Sierva María, de doce años, contraiga la rabia. Así, se ve cuando el inactivo marqués, en un destello de inteligencia y voluntad, lleva a tratar a su hija con el médico Abrenuncio, un sabio en su ciencia y en la vida, mal querido por una sociedad fanática y cerrada que lo rechaza porque el saber, además de ser "vana curiosidad", no deja de parecer una tentación del demonio para una sociedad cegada por rancias verdades escolásticas y por supersticiones. El médico recomienda ciertos cuidados y un remedio: que la niña reciba un "tratamiento de felicidad"; el padre lo cumple sin contar con la madre, quien vive perdida en sus nostalgias y dolores (tal vez imaginarios) provocados por el abuso del chocolate y la miel fermentada.
En su segunda parte, la historia se remonta de nuevo hacia el pasado de los padres de Sierva María y se enfoca a referir las respectivas relaciones afectivas que éstos mantuvieron. El marqués, hombre sin noción alguna de lo práctico, que poco hace por su vida, tuvo un amor: la loca Dulce Olivia; pero su padre le obligó a dejarla y a casarse con una dama castellana, Olalla de Mendoza, quien con cautela ganó la voluntad de su esposo, y poco faltaba para que también el corazón cuando en pleno idilio murió fulminada por un rayo. Descorazonado por lo que consideró un castigo divino, el pusilánime marqués deshizo toda su fortuna en favor de la Iglesia, no por devoción sino por el miedo que le causó la muerte de su mujer. Entonces, Dulce Olivia aparece de nuevo en la vida de Ygnacio; pero, pese a la felicidad sosegada y rutinaria que comparten, éste decide evitar el matrimonio. Un mes después, sin embargo, se casa en secreto luego de haber sido forzado por Bernarda, quien está embarazada.
Al cabo de dicho episodio, la historia retorna hacia el presente narrativo: se narra cuando el padre y la hija recorren la ciudad en busca de diversión. La buena noticia en esos momentos es que la niña, aunque tuvo fiebre, no murió. Sierva María fue tratada por médicos de todas las raleas —no por Abrenuncio— en el intento de conjurar la rabia7 por la mayoría de medios conocidos, mas lo único que provocaron fue dolor y desesperación en la pequeña. Desafortunadamente, la noticia de la enfermedad llegó a oídos del Obispo, quien, sin mediar prueba alguna, afirmó que era muy probable que la niña estuviese poseída por el demonio, pues la rabia era una forma de presencia del Maligno.8De tal suerte, ordenó que se encerrara a Sierva María en el convento de Santa Clara para que fuera observada y, de ser necesario, exorcizada. Aquí aparece, por vez primera, Cayetano Delaura, caracterizado como el hombre de total confianza del Obispo, alejado de la vida y entregado por completo a un estudio inteligente de los libros, incluida la revisión de los prohibidos.
En la tercera parte de la obra, se trata el encierro de Sierva María quien, hostil hacia las religiosas, danza con destreza y canta en diversas lenguas africanas con los esclavos del convento. Los problemas se agudizan cuando Sierva María se niega a que la despojen de sus pulseras y collares de la religión yoruba; esta feroz resistencia sirve a la abadesa para confirmar que Sierva está poseída por el demonio y para ordenar su encierro. De ahí en adelante, atribuyen todo lo malo y lo "extraño" que sucede en el convento al espíritu del mal que se ha adueñado de Sierva, quien sigue el rumor como si se tratara de un juego, con un humor del que es consciente y que la lleva, por ejemplo, a aullar y a dar "voces de engendros satánicos". Mas el humor de la niña pasa desapercibido y, en tanto, se levantan las actas de su condena. Comprobada la posesión, se llama a Cayetano Delaura, quien no es exorcista ni está familiarizado con ese tipo de prácticas y que, por añadidura, desconfía de este tipo de situaciones, pues es un sacerdote bastante culto y racional. Entonces, Delaura conoce a Sierva María y se enamora, prácticamente contra su voluntad.
La cuarta parte inicia cuando Cayetano le expresa al Obispo sus dudas sobre la necesidad de exorcizar a Sierva María, pues le indica que no está poseída por el demonio sino "aterrorizada": "creo que lo que nos parece demoníaco son las costumbres de los negros, que la niña ha aprendido por el abandono en que la tuvieron sus padres" (García Márquez, 1994: 127). Se presentan, luego, los primeros atrevimientos amorosos del sacerdote para hacer saber a Sierva sus sentimientos, y su "desahogo" mediante versos. Es un momento muy importante para Cayetano, puesto que una serie de presagios y descubrimientos lo transforman por completo; incluso puede pensarse en una metamorfosis de su personalidad trastocada por el amor: "Veintiséis años después, en la umbría biblioteca del obispado, cayó en la cuenta de que había leído cuantos libros pasaron por sus manos, autorizados o no, menos aquél. Lo estremeció la sensación de que una vida completa terminaba aquel día. Otra, imprevisible empezaba" (García, Márquez, 1994: 38).
Uno de los presagios inicia en la biblioteca del médico Abrenuncio con el encuentro, casual o no, de un libro que años antes había tomado de la biblioteca de su padre; ejemplar que, al llegar al monasterio en el cual estudiaría, le fue confiscado por ser considerado una lectura poco edificante, y que ahora en la casa del médico portugués reconoce como la versión sevillana de Los cuatro libros del Amadís de Gaula. Tal parece que Delaura descubre cómo su destino se le revela; situación que se acentúa cuando Sierva María le narra un sueño recurrente e idéntico al que él tiene con frecuencia. Entonces el sacerdote, ya apartado de Sierva, "cerró los ojos y cuando terminó era otro" (1994: 147). Delaura está "poseído" por el "demonio" y desea fuera de sí, con la fuerza de la pasión que lo rebasa, a Sierva María; entonces, decide apagar ese "fuego" y, con una disciplina de hierro que jamás había usado, se flagela. Cayetano está anonadado frente a lo que Martínez de Toledo llama el "loco amor" o el "amor mundano o de las mujeres", opuesto al amor que promete el Paraíso (Martínez de Toledo, 1978: 12):
¿Cuántos, di, amigo, viste o oyste decir que en este mundo amaron, que su vida fue dolor e enojo, pensamientos, sospiros e congojas, non dormir e mucho velar, non comer e mucho pensar, e lo peor, mueren muchos de tal mal e otros son privados de su buen entendimiento, e s muere va su ánima donde penas crueles le son aparejadas por siempre jamás, non que son las tales penas e tormentos pro dos, tres o veinte años?¿Pues qué le aprovechó al triste su amar o a la triste si su amor cumpliere, e aun el universo mundo por suyo ganare, que la su pobre de ánima por ello después en la otra vida perdurable detrimento o tormento padezca? Por ende, amigo, te digo que maldito sea el que a otro ama más que a sí e por breve delectación quiere aver dannación [condena eterna].
El amor que censura Martínez de Toledo como "amor loco" no es sino el amor cortés, que le servirá de modelo amatorio a Cayetano. Guillermo Séptimo, Conde de Poitiers (muerto en 1127), resume este tipo de amor en las Leyes de Amor y establece, ante todo, la idea del "vasallaje" del caballero a la dama o señora (domina). Esta relación supone un juramento de fidelidad semejante a la que el caballero asegura a su señor. Para el amador, todo estriba en aceptar la superioridad de su dama sobre él y en advertir lo bien fundado de las exigencias de la amada, incluso de sus desprecios y sus crueldades. Esta "fidelidad cortés", además, chocaba con el matrimonio en cuanto que éste era sólo un convenio entre los padres de los hijos contrayentes, y en cuanto que la mujer, además, estaba sólo destinada a cumplir los designios del hombre. Por eso, a este amor se le consideró con frecuencia una forma de infidelidad conyugal. Ahora bien, existía el cuidado de no fomentar la fornicación,9 pues, para no contravenir la moral dominante, se debía acordar que el amor fuera casto:10 "No sabe de donnoi verdaderamente nada quien desea la verdadera posesión de su dama" ha dicho Fauriel (Rougemont, 1997: 35). De ahí que pueda concluirse que el amor cortés apareciera, según Rougemont, como el "amor perpetuamente insatisfecho"; aunque en la realidad no fuera así.
Sobre todo, se puede concluir, como afirman Rougemont, Markale y Singer, que este amor traduce un "derecho de la pasión" en una sociedad que parecía negarla. De ahí que, para extender su pasión y tensar el deseo, los amadores se impusieran trabas en todo momento (el "obstáculo querido"). Pero, ¿por qué preferir el deseo a su cumplimiento, la felicidad inminente? Porque, afirma Rougemont (1997: 459), a fin de cuentas los amados no se aman entre sí: aman al Amor, porque brinda la real posibilidad de "transfiguración";11 y por ello se le exalta, pero en cuanto que es una pasión que "atormenta". Es un "tormento delicioso", una experiencia sublime y, a la vez, trágica de la vida,12 porque el amor completo (la unidad de los amados) se resuelve más allá de la vida: en la muerte.
Ahora bien, los elementos del amor cortés se hallan en la idea de vasallaje y servicio del caballero, manifiestos en la novela en las pruebas de amor que el sacerdote debe superar, primero, para ser amado y, luego, para demostrar la fuerza de su amor. Además, el referente amoroso de Cayetano y Sierva es Garcilaso de la Vega. Se observa, también, el carácter furtivo y transgresor del amorío. Una niña de quien se dice que está poseída por el demonio y un sacerdote que la requiere de amores constituyen un buen ejemplo de esta idea de transgresión; sin embargo, es preciso señalar que los personajes no responden al estereotipo cortés: una niña y el religioso están bastante distantes de una dama casada y de un noble caballero de armas. Tampoco tiene realmente lugar el "obstáculo querido", puesto que ellos quieren el matrimonio y vivir juntos. Asimismo, la castidad del amor cortés es dejada a un lado por Cayetano y Sierva; aunque, como ya se señaló, la castidad es sólo un buen deseo o una forma de mantener las apariencias. Este decoro moral que sugiere la idea de castidad, tratado como una forma de llegar a la sublimación, cede a la pasión erótica, aun cuando ésta no culmine. Tampoco se puede pensar en un inconfesado amor a la muerte de los personajes; sin embargo, los dos mueren: uno para la sociedad, otra para la vida, y ambos suponen que la muerte puede ser la solución a su amor. Aún más, Sierva María, de acuerdo con la tónica que envuelve a la narración, muere de amor (no por los rezos del sacerdote exorcista); mas no se observa la pena alegre del vrai amor; no hay ilusiones corteses aquí.
La novela alcanza el clímax en el capítulo cinco: Cayetano cuenta su pasión al Obispo,13 quien decide corregir a su subordinado enviándolo a cuidar a los leprosos al asilo de la ciudad. Sin embargo, por las noches, Cayetano visita a Sierva María, guiado por la idea de dejar el sacerdocio y casarse en matrimonio secreto. Luego se presenta el episodio de la primera sesión del exorcismo, del que la niña logra salir, pero aterrorizada. En este trance recibe el auxilio de un religioso, el padre Aquino, acostumbrado a vivir entre esclavos africanos; él comprende fácilmente lo que le sucede a Sierva: no está poseída, sino que vive como una negra, con sus costumbres, con sus ritos. Pero la salvación no llega porque el padre Aquino muere ahogado en un pozo. Sierva, al ver que su salvador no aparece, se desespera y quiere huir con Cayetano; pero éste decide que es mejor partir sin problemas con el clero y con la conciencia tranquila.
Las circunstancias se complican inesperadamente cuando Martina Laborde, la vecina de celda de Sierva María, logra huir, pues las autoridades al hacer las averiguaciones localizan el pasadizo por donde Cayetano se introducía al convento. Al tiempo que tapian la boca del pasadizo, encierran a Sierva María en el pabellón de las "enterradas vivas". Cayetano desespera y busca la ayuda del Marqués de Casalduero, pero nada consigue, pues a los oídos de Ygnacio había llegado el rumor de que Cayetano había abusado de Sierva María. Entonces habla con Abrenuncio, quien le dice al ver su semblante: "Me hubiera imaginado cualquier cosa de usted, menos estos estados de demencia". Y al preguntarle si no teme a la condena, Cayetano dice que Dios "toma más en cuenta el amor que la fe", la más digna frase de un poeta que canta al amor cortés. Desesperado y fuera de sí, Cayetano entra al convento creyéndose invisible hasta que un grupo de monjas lo sorprende con un "¡Vade retroSatanás!". Es su perdición pues, atrapado, es puesto a disposición del Santo Oficio. Su vida se esfuma cuidando leprosos, en espera de los forúnculos que lo desfigurarán.
Sierva María, por su parte, es exorcizada14 por el obispo; pero, incapaz de soportar la sexta sesión, la guardiana "la encontró muerta de amor en la cama con los ojos radiantes y la piel de recién nacida. Los troncos de los cabellos le brotaban como burbujas en el cráneo rapado, y se les veía crecer" (García Máquez, 1994: 201). Ahí concluye la historia.
Por otra parte, en este capítulo de la novela se devela también, por contraste, que el matrimonio entre el marqués y Bernarda fue un acto premeditado por ésta y por su padre, con el fin de obtener beneficios materiales (luego, envenenarían al esposo para quedarse con sus riquezas). Así, la intensa trama que viven Cayetano y Sierva, una historia llena de pasión y amor en conjunto con las desgracias provocadas por el destino que convocó a los amantes, contrasta perfectamente, en un gris profundo, con las historias desmirriadas del marqués y con la promiscuidad de Bernarda Cabrera. Retomando el contexto y de acuerdo con la tesitura de la novela, estas historias también evocan demonios, entendidos en las patologías anímicas —por decirlo de alguna manera— de los personajes. Son relaciones de amor y erotismo que no culminan o, bien podría decirse, que no alcanzan la dignidad de los desafueros de la pasión; son historias siempre sórdidas, ya por ser aplazadas dados los reveses de una fortuna mudable, ya por la negligencia de un carácter abúlico, ya por la locura o por la ambición ciega.
El otro tema central de la novela es la intolerancia moral y cognoscitiva de una sociedad cerrada, tradicional. Del amor y otros demonioscrea un diseño (si bien ficticio, de carácter verosímil) de la sociedad colombiana de fines del siglo XVIII, aquélla todavía dominada, de manera casi absoluta, por los criterios tradicionales y por un conjunto de supersticiones provenientes de una Iglesia demasiado arraigada en el mundo medieval. No obstante, no toda la Iglesia es igual: en la novela, si bien hay una representada sobre todo por el Obispo y por la abadesa del convento de Santa Clara de Cartagena, cuyo fundamento son los prejuicios, la ignorancia y el fanatismo entronizados o encarnados en una forma de vivir la vida, también se puede leer sobre otra que retoma las fuerzas de la racionalidad, la comprensión y la tolerancia. Lo que resulta fundamental resaltar es que la tolerancia está ligada con el saber; hay ejemplos: el padre Aquino, quien además de ser una persona muy caritativa tiene un profundo conocimiento de las distintas naciones africanas, incluidas las musulmanas; de ahí que su mente despejada y cultivada no vea al demonio escondido detrás de los ritos, danzas y lenguas de los esclavos, y en éstos distinga la manera de vivir de las naciones no europeas.
Cayetano Delaura también pertenece al género de los tolerantes. Transcurrió toda su vida dedicado al estudio, y su aspiración principal no pasó de tener a su cargo una importante biblioteca (claro, para estar más cerca del saber). Su primer contacto con la intolerancia fue en el seminario donde estudió, pues le prohibieron la lectura de Los cuatro libros del Amadís de Gaula (publicado por primera vez en 1501). Sin embargo, ya ordenado, gracias a sus estudios e inteligencia y, sobre todo, a su probada formación cristiana en la ortodoxia, podía permitirse el estudio de las obras reservadas; para ello, se valía de un poderoso instrumento: las lenguas, incluido el francés, que aparecía como el vehículo de la corrupción, porque de allá venían los vientos renovadores de la razón ilustrada que cuestionaba los paradigmas tradicionales.
Fuera de la Iglesia, aparece el otro tolerante de la novela: el misterioso Abrenuncio, portugués (es decir, según la perspectiva de aquel tiempo, un judío) y sabio, no sólo por el caudal de conocimiento que dejan los libros sino por su manera de representarse la vida; capaz, por ello, de entender y sobrellevar los prejuicios de su tiempo y de evitar la confrontación con las instituciones que regulaban la conducta de su época, como la Inquisición, de la que siempre estaba atento, pues se sabía vigilado a toda hora.
No hay más cultura de la tolerancia en Cartagena de Indias colonial, aun cuando hay signos de ésta en el virrey y su esposa, llegados recientemente de España (sin embargo, su actitud de apertura tiene más que ver con la ligereza de ánimo y con la curiosidad que con un espíritu realmente abierto al saber secular contemporáneo). El tema de la intolerancia resulta axial para el desarrollo de la novela por la sencilla razón de que a partir de ésta suceden las peripecias que estructuran la diégesis. LC

Notas

1 Segre (1985: 345-346) entiende que un tema se determina por "aquellos elementos estereotipados que sostienen todo un texto o gran parte de él […]". Dicho con otras palabras, se trata de clichés, de significados convencionales, preestablecidos por la tradición y que siguen la idea de "estereotipación cultural". La "esterotipia", prosigue Segre (1985: 357), consiste en "la repetición, dentro de un texto, pero generalmente es el producto de una continua reutilización cultural" (repetición de una sucesión de textos considerados como texto total).
2 Según el Diccionario del cristianismo (1986: 223-224) de la editorial Herder, "en el judaísmo tardío se considera a los demonios como ángeles caídos, en rebelión contra Dios, caracterizados por la soberbia y la lujuria y que atormentan al hombre; se les expulsa con exorcismos, no de orden mágico, sino deprecatorio (oración) […] El duelo de los apóstoles y de los cristianos contra los demonios, enemigos del reino de Dios, adopta aquí múltiples formas: lucha contra las supersticiones, contra la idolatría, los espíritus adivinatorios, las falsas sabidurías, las falsas doctrinas, los prodigios y los signos engañosos".
3 El narrador, ha dicho Todorov (1983: 75), "es el agente de todo el trabajo de construcción narrativa que acabamos de ver; por consiguiente, todos los ingredientes de este último nos informan indirectamente acerca de aquél. El narrador es quien encarna los principios a partir de los cuales se establecen juicios de valor; él es quien disimula o revela los pensamientos de los personajes, haciéndonos participar así de su concepción de la sicología; él es quien escoge entre el discurso transpuesto, el orden cronológico y los cambios en el orden temporal. No hay relato sin narrador".
4 El narrador extradiegético o heterodiegético es aquel que no participa en los hechos relatados.
5 El narratario es el receptor de la relación que emite el narrador. O, en otras palabras, es el "elemento correlativo en el proceso de 'comunicación' narrativa manifestado por el discurso del narrador. El narratario corresponde a la función 'lectora' o decodificadora que participa en la instauración del discurso narrativo" (Pereda, 1987: 26).
6 Cartagena es también el espacio narrativo de El amor en los tiempos del cólera. Incluso aparece la referencia a la casona de Juvenal Urbina.
La rabia no era un mal demoníaco, como puede constatarse en el Tratado de las supersticiones de Pedro Ciruelo (1986: 153); pero tal vez popularmente sí.
8 Según Bouyer, se da el nombre de posesión "a los fenómenos de influencia diabólica que parecen obnubilar completamente la autonomía y responsabilidad del sujeto […]" (Bouyer, 1990: 543).
9 No se olvide que la infidelidad o "fornicación" era un pecado mortal, pues estaba expresamente prohibida por la ley cristiana.
10 En este sentido piensa Markale (1988: 240-241) que la castidad en la cortesía era realmente imposible: "No hay, pues, en este punto duda posible: las satisfacciones concedidas al amante —y compartidas por la dama— nada tienen de platónico". Se trata, efectivamente, de relaciones sexuales: es, primero, la visión de todo o parte del cuerpo de su dama; luego, las caricias cada vez más concretas y más íntimas. "Pero, si estos juegos podían, en la mayoría de los casos, concluir con un orgasmo del hombre o de la mujer," continúa este autor, "el sexo no es una finalidad sino un modo de actuar, necesario para aprehender un más allá que se escurre sin cesar" (Markale, 1998: 93).
11 Esta transfiguración hay que entenderla como la superación de la conciencia del estado de separatividad y el arribo a la unidad primigenia.
12 O, según Markale (1998: 239), "El gozo del amante nace de su sufrimiento. Pero es posible que la dama sufra también una situación que, sin embargo, instaura y de la que se hace cómplice. Resulta muy delicado analizar todas las motivaciones profundas de semejante comportamiento erótico, […] el amor está vinculado al sufrimiento y, a menudo, en su fase final, a la muerte."
13 Frenzel (1980: 404) expone la cuestión de la castidad sacerdotal en la Iglesia católica en términos de que el celibato no sólo es por la conveniencia de descargar al ministro de las preocupaciones mundanas y, así, intensificar su entrega al servicio, sino además por la idea de la virginidad de la Iglesia. La Iglesia virginal quiere un sacerdocio virginal, y el sacerdote se ofrece en la misa como holocausto a Cristo virginal. Toda infracción contra el celibato es un robo hecho a Dios y, por tanto, pecado.
14 Según el catolicismo, los endemoniados se curan con oraciones dichas por un sacerdote. El exorcismo debe entenderse, según Boyer, como un "rito y formulario utilizados conjuntamente para expulsar a los demonios […] Se distinguen, sin embargo, dos tipos de exorcismos. Los primeros son justamente los que preludian el bautismo […] los otros, referentes a casos extraordinarios de posesión diabólica […]" (Boyer, 1990: 272). Hay varias "señales" que se observan frecuentemente en los posesos, según Pedro Ciruelo: "si él habla palabras de otra lengua que aquel hombre no sabía de antes: señal es que es demonio: y también dize que es alguna anima de tal hombre, o mujer ya defuntos, y por algunas otras señales [sic]" (Ciruelo, 1986: 153).

Bibliografía

Biedermann, Hans (1993), Diccionario de símbolos, [trad. de Juan Godo Costa], Barcelona, Paidós.
Bouyer, L. (1990), Diccionario de teología, [trad. de Francisco Martínez], Barcelona, Herder.
Ciruelo, Pedro (1986), Tratado de las supersticiones, edición facsimilar de 1628, Puebla, Universidad Autónoma de Puebla.
Diccionario del cristianismo (1996), dir. O. de la Brosse, [trad. de A. Lator], Barcelona, Herder.
Frenzel, Elizabeth (1980), Diccionario de motivos de la literatura universal, [trad. de Manuel Abella Martín], Madrid, Gredos.
García Márquez, Gabriel (1994), Del amor y otros demonios, México, Diana.
Genette, Gerard (1989), Palimpestos. La literatura en segundo grado, [trad. de Cecilia Fernández Prieto], Madrid, Taurus.
Markale, Jean (1998), El amor cortés o la pareja infernal, [trad. de Manuel Serrat Cresto], Barcelona, Medievalia.
Martínez de Toledo, Alfonso (1978), Arcipreste de Talavera o Corbacho, México, Porrúa.
Pereda, Manuel (1987), "La pragmática del texto narrativo", Cuadernos de Literatura, núm. 14, San Luis Potosí, Universidad de San Luis Potosí.
Rougemont, Denis (1997), El amor y Occidente, [trad. de Antoni Vicens], Barcelona, Kairós.
Segre, Cesare (1985), Principios de análisis del texto literario, [trad. de María Pardo de Santayana], Barcelona, Crítica.
Todorov, Tzvetan (1983), Poética, [trad. de Juan Fernández], Buenos Aires, Losada.

miércoles, 1 de octubre de 2014

García Márquez y su obra.

CONTEXTO: Sobre el estilo de GGM:
"Memorias de su infancia, su familia, los amores de sus padres,
sus viajes por el Río Magdalena rumbo al liceo en Zipaquirá
–donde llevará a cabo parte de sus estudios–, y sus inicios como
periodista en Cartagena, son eventos que surgen y se reiteran en
sus novelas escondidos en metáforas. Lee, discute y ‘desarma’
(como él suele decir) obras de quienes más tarde serán reconocidos
como sus maestros: Faulkner, Kafka, Joyce, Woolf, entre
otros. Escribe como periodista de izquierda preocupado por su
entorno, y como creador que descifra la ‘realidad’ en signos que
deleitan al lector con su prosa poética, preludiando triunfos como
creador y hombre público. Recibe numerosos premios, y el reconocimiento
de su excelencia literaria culmina al otorgársele el
máximo y prestigioso galardón del Premio Nobel de literatura
en 1982, convirtiéndose en el cuarto escritor latinoamericano
merecedor del título2. Le precedieron Gabriela Mistral (1945),
Miguel Ángel Asturias (1967) y Pablo Neruda (1973). Cien años
de soledad, obra en la que el genio literario de García Márquez
recrea un mapa humano del Caribe, novela leída y traducida en
todo el mundo, fue clave para concedérsele el galardón del Nobel.
García Márquez además es considerado como el máximo expo-
nente del tono “maravilloso”, uno de los rasgos más novedosos
de la literatura de este siglo en América y en otros lugares del
mundo3.
La escritura de García Márquez es además reconocida por
su tenacidad de artesano en la elaboración de sus ficciones. La
dimensión de la experiencia predominante de García Márquez
que deambula en el vasto cosmos de su ficción, la constituye por
un lado, su relación con la cultura popular, representada con un
humor rabelesiano, y por otro, la reescritura interpretativa de la
‘realidad’ política y social latinoamericana, pincelada con toques
mágicos y autobiográficos. La música vallenata, los mitos populares,
remedios caseros, supersticiones, leyendas y personajes
populares, son signos constantes tejidos en sus narraciones con
dictadores, narcotraficantes, presidentes, alcaldes e intrigas políticas,
iluminan una realidad humana mucho más vasta. <...>
García Márquez se destaca a la vez como un narrador humorista
y un poeta satírico-cultural. Su obra expone desde diversos
ángulos la cultura latinoamericana, que se desarrolla en
un mundo social sin perder contacto con el espacio histórico. La
cultura en los textos de García Márquez comenta sistemas simbólicos,
entre los cuales el lenguaje, las reglas del matrimonio,
las relaciones económicas, el arte, la ciencia y la religión, cuentan
como las principales4. En García Márquez todos estos sistemas
apuntan hacia la expresión de ciertos aspectos de la realidad
física, social y política, permitiendo una lectura unitaria de
los textos, bajo una impecable estructura estética, propia de los
grandes maestros clásicos. <...>
El uso constante de humor,
de múltiples aspectos de la cultura popular, del carnaval,
de la imperativa necesidad de contar “el otro lado” de la histo-
ria subvirtiendo la ‘historia original’ y de narrar la vida ordinaria
del ciudadano en una perspectiva múltiple, concurren a todo
lo largo de la obra del escritor colombiano."

Sobre DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS:
"El discurso de la novela histórica Del amor y otros demonios (1994) 
expone, con matices mágico realistas, la historia de Sierva 
María de todos los Ángeles (hija de una mestiza y de un marqués
español), personaje que interpretaré como metáfora de un
individuo que reúne los conflictos y las contradicciones culturales
de un ser humano colonizado.
En el relato de la breve e intensa historia de amor entre Sierva
María, de doce años de edad, y el sacerdote Cayetano Alcino
del Espíritu Santo Delaura y Escudero, de treinta y seis años de
edad, se debate la complejidad de sistemas simbólicos, durante
el período colonial español. Consciente de la incapacidad de las
culturas de ofrecer a todos la misma forma de entrar en el orden
simbólico, el discurso se centra en una mujer –situada normalmente
en un punto intermedio entre la cultura y la naturaleza, 
en un nivel más bajo que el hombre–, para diseminar su significado
cultural. De aquí la importancia del papel de Sierva María
como transgresora del orden colonial, que exploraré en este
breve análisis42.
Esta novela dramatiza acertadamente el intrincado proceso
de interpretación cultural que se estudia tanto en la antropología
como en la historia y que en última instancia se disipa en los
ficticios signos del lenguaje. La “construcción” de las características
de Sierva María de Todos los Ángeles o María Mandinga,
como sujeto, determina su “cultura”. Un análisis de su nacimiento,
su apariencia física, su infancia, su entorno geográfico y su
lenguaje; sus gustos y sus inclinaciones; la percepción de otros
hacia ella, y su condición de “enferma”, sitúan a este personaje
en la frontera, en bordes indefinidos entre los dos mundos: el negro
americano y el blanco europeo, el mundo de la cordura y el
mundo de la locura. Sin embargo, hay tres “faltas” ante el sistema
colonial español, las que la condenan a la Inquisición: una
social, una moral y una de parentesco. Su falta social, la ausencia
de apellido español, su aparente bastardía que negaría la presencia
del padre y marca su falta de poder ante el colono. A cambio,
ella autónomamente sustituye su identidad blanca por la
africana y adopta el nombre de María Mandinga, elección que
desafía las leyes coloniales de parentesco. La falta moral se plantea
al ser ubicada en la frontera entre la santidad y la prostitución
por Dominga Sarmiento, al declarar que sería santa, y por su padre,
Ignacio de Alfaro Dueñas, segundo Marqués de Casalduero
y Señor del Darién, al afirmar que sería puta (59-60). Por último,
existe una falta física, al estar “enferma” de rabia, ante los
ojos de los blancos. La rabia, la posesión diabólica y la locura
se confunden en una sola, en una época en que la medicina, la
religión y la superstición estaban indiferenciadas, como bien lo
recuerda Michel Foucault en Madness and Civilization. La dolencia
física, marcada por la leve señal en su tobillo izquierdo
de una mordedura causada por un perro supuestamente rabioso,
subraya una funesta “diferencia” que la conducirá a la muerte.
El problema psíquico manifestado en su comportamiento
abierta y malsanamente africano, como hija de un hombre blanco
y una mestiza, amenaza el orden cultural dominante y, por
lo tanto, se debe controlar por los medios legales de la Inquisición
(Vergara, Del amor, 131-132). Es así como Del amor y otros
demonios dramatiza los prejuicios culturales judeo-cristianos durante
la Colonia."

Personajes del Amor y otros demonios.

PRINCIPALES
  • Sierva María de Todos los Angeles: Hija del Marqués y de Bernarda de Cabrera, de 12 años de edad; cuerpo escuálido; piel lívida; ojos de azul taciturno y de cabellera de color cobre puro radiante. Era tan sigilosa que parecía una criatura invisible.sus padres nunca le prestaron atencion .se enamoro de un padre y vivio amorios con el.inteligente y callada.
  • Ygnacio de Alfaro y Dueñas: Segundo Marqués de Casualdero de 64 años de edad. Padre de Sierva María de Todos los Angeles y esposo de Bernarda de Cabrera. Hombre de Apariencia fúnebre, que usaba constantemente sandalias de beduino.era un hombre callado y ausente tuvo amorios con una loca de un manicomnio dulce olivia.quiere a su hija aunque es un hombre retraido.
4.2 SECUNDARIOS
  • Bernarda de Cabrera: Esposa del Marqués de Casualdero y madre de Sierva María de Todos los Angeles de 35 años de edad; quién después de tener un cuerpo de sirena se le volvió hinchado y cobrizo como el de un muerto de 3 días de ojos gitanos que se le apagaron por el abuso de la miel fermentada. tuvo una relacion con judas un esclavo.es inteligente y se caso con ignacio solo`por interes.
  • Cayetano Alcino del Espíritu Santo Delaura y Escudero: Alumno del Obispo, bibliotecario de 36 años de edad, intenso, pálido, de ojos vivaces y el cabello muy negro con un mechón blanco en la frente, de aliento breve y manos fébriles, encargado de exorcisar a Sierva María.es muy guapo el se enamora de sierva maria aunque ella es menor que el.
  • Abrenuncio de Sa Pereira Cao: Médico notable y controvertido de la ciudad, idéntico al Rey de Bastos. Llevaba consigo un sombrero de alas grandes para el sol, botas de montar y capa negra.hombre de gran sabiduria no cree en la iglesia.
  • Obispo de la diócesis don Toribio de Cáceres y Virtudes: Máxima autoridad de la Iglesia, de 73 años de edad, condenado por su mala salud, con un cuerpo estentóreo que le impedía valerse de sí mismo y corroído por un asma maligno que ponía a prueba sus creencias, de rostro lampiño, de rasgos puntuales con unos raros ojos verdes, conservaba intacta una belleza sin edad.el al final es el encargado de exorsisar a sierva maria.
  • Josefa Miranda: Abadesa del Convento de Santa Clara, era una mujer enjuta y aguerrida, y con una mentalidad estrecha que le venía de familia con el don de mando y el rigor de sus prejuicios y con rencor contra el episcopado local.ella trata muy mal a sierva asegurando que la niña estaba poseida.
  • Dominga de Adviento: Negra de ley que gobernó la casa del marqués con puño de fierro hasta las vísperas de su muerte. Alta y ósea con una inteligencia clarividente quien había criado a Sierva María.de valores integros fue la madre que nunca tuvo sierva maria.
  • Martina Laborde: Antigua monja condenada a cadena perpetua por haber matado a 2 compañeras suyas, tenía la piel picada de viruela, el cráneo pelado, la nariz demasiado grande y los dientes de rata.sabia hacer bordados y le enseño a sierva maria al final huye del convento.
  • por fernanda sanhueza..

El boom Latinoamericano.

La literatura latinoamericana
surge, estrictamente, con el advenimiento del modernismo de José Martí, Rubén Darío, José Asunción Silva, apartándose del canon europeo. El momento de mayor auge de la literatura latinoamericana surge mediante el
denominado “Boom” a partir de 1940 y que se corresponde con la denominada literatura real-maravillosa. Se conoce como Boom latinoamericano o como promoción del Realismo mágico a una serie de escritores de la segunda mitad del siglo XX, promocionados en Europa a partir del éxito que supuso la publicación de la novela "La Ciudad y los Perros" de Mario Vargas Llosa, la cual tuvo un papel histórico en la divulgación de autores latinoamericanos en el continente europeo.

 A mediados de la década de 1960, tras la publicación de una serie de novelas decisivas que impactaron (y continúan haciéndolo) en los países hispanohablantes, estalló un extraño fenómeno, posteriormente denominado "boom latinoamericano". Este hizo recaer la atención a nivel mundial sobre la literatura hispanoamericana, ya que durante su desarrollo se había consolidado un nuevo estilo de narración. Este estilo apuntaba a mostrar de una forma directa y concisa, la realidad social de América latina. Otras
"novedades" que presentaba este estilo eran: la ampliación de temas, indistintamente rurales o urbanos, la integración de lo real y lo fantástico, la renovación de las técnicas narrativas y la frecuente experimentación con el lenguaje. En el caso de Rayuela (1963), del argentino Julio Cortázar, se aplicaron en forma notable las técnicas de la vanguardia literaria, al proponerse diversas formas de lectura de la novela. El brillante estilo de
Cortázar y su maestría en la dislocación de situaciones familiares, así como la introducción de distorsiones espaciales y temporales, pudieron expresarse enteramente en sus tan populares relatos. Otro escritor argentino de muy alto nivel fue Ernesto Sábato quien escribiendo El túnel (1948), Sobre héroes y
tumbas (1961) y Abbadón el exterminador (1974), afirmó en sus novelas, de gran complejidad intelectual, la infelicidad del hombre en la sociedad contemporánea.

 Sus temas constantes son la fusión de lo real, lo ideal y lo fantástico, urgencia de crear una literatura distinta, ajuste de su producción al avance de las comunicaciones, solución de problemas morales, psicológicos y sociales El boom latinoamericano se desarrolló y se desarrolla en diferentes fases. Entre los más destacados autores de la primera, figuran los argentinos Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Ernesto Sábato, Manuel Mujica Láinez, Manuel Puig y Adolfo Bioy Casares; los colombianos Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis, los mexicanos Octavio Paz, Juan Rulfo y Carlos Fuentes; los cubanos Alejo Carpentier, José Lezama Lima y Guillermo Cabrera Infante; los peruanos Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique y José María Arguedas; los uruguayos Juan Carlos Onetti y Mario Benedetti; los chilenos José Donoso y Jorge Edwards; el paraguayo Augusto Roa Bastos; el guatemalteco Miguel Ángel Asturias y el venezolano Arturo Uslar Pietri. En una segunda fase el boom prosigue con escritores como los chilenos Roberto Bolaño e Isabel Allende, el
argentino César Aíra, el colombiano Fernando Vallejo, el cubano Reinaldo Arenas, el mexicano Jorge Volpi, el peruano Jaime Bailey y otros como Laura Esquivel, Rodrigo Fresan, Ángeles Mistretta, Luis Sepúlveda, Gioconda Belli, Cristina Peri Rossi, etc.

1) Carácter: Haciendo un promedio general de la literatura hispanoamericana de los60’s, siempre llegaremos a la conclusión de que ésta fue de carácter vivencial. Como ya hemos explicado,  estudiar al “boom” es complicado debido a que su literatura fue agrupada por criterios comerciales y de época, y no por afinidades literarias. Pero, para dejar más claro que este estallido literario tuvo muchos matices en cuanto al
carácter, iremos ejemplificando y explicando la razón de nuestra afirmación, con lo que viene a continuación. El carácter vivencial hace referencia a la tendencia a representar la vida del hombre tal y como es. Aunque esto suene realista, no es así, pues la literatura ya ha aprendido que la verdadera existencia del ser humano está cargada de componentes objetivos y subjetivos al mismo tiempo. Por el lado objetivo, esta literatura se centró en dar una nueva visión para el mundo, de América latina. Obras como “Cien años de soledad”, “La
muerte de Artemio Cruz” o “La casa verde”, han dejado esto muy en claro. El término realismo mágico primero nació en referencia al arte europeo de entreguerras de la mano del crítico alemán Fran Roo en 1925, pero empezó usarse para definir una nueva narrativa hispanoamericana. En los 30’s, Borgeshabía hablado de realismo fantástico y más tarde Arturo Uslar Pietro usó el término
de realismo mágico para referirse a la narrativa.

2) Género: El género más desarrollado en estos años en Latinoamérica fue el narrativo. El teatro y la
lírica perdieron toda su fuerza ante la infinita maestría de las composiciones en prosa. Dentro de la narrativa tenemos dos especies principales: el cuento y la novela. Acerca del primero, sí podemos afirmar que este dio grandes avances en esta época (como ejemplo tenemos las primeras obras de Mario Vargas Llosa o las extrañísimas “Historias de cronopios y famas” de Julio Cortázar).No obstante, la gloria de este conjunto de autores se debe a sus novelas. Esta fue la especie más desarrollada, tanto en el sentido productivo (cantidad) como en el literario (calidad). Es aquí donde los escritores dejan todo de sí, toda su creatividad e imaginación.

3) Lenguaje: La simultaneidad del lenguaje del “boom” fue algo que le dio muy variados matices. Con esto se da a entender que en una misma historia se puede llagar a encontrar diversos niveles de lenguaje, con la finalidad de enfatizar el grado de conocimiento o el nivel social de los personajes. La interpretación del lenguaje se vuelve una refracción de la realidad que incide en el ejercicio de la libertad lingüística
por medio de la ejercitación verbal.

4) Temática: Durante muchos años, la narrativa hispanoamericana se había centrado en tratar temas sobre la vida del campo, por no decir que se buscó lo más exótico de Sudamérica. Esta tendencia cambia por estos años, pues la literatura se volvió más urbanista (la migración del campo a la ciudad fue muy común por esos años). Es por esto que los problemas tratados cambian: delincuencia, drogas, y, en general, el efecto
que pueden tener las metrópolis en los seres humanos. Aparte de esto, se produce una universalización de los temas. Esto quiere decir que la temática dejó de tratar lo que incumbía a una cierta región, para ocuparse de aspectos que interesaban a casi todo tipo de personas y sociedades. Quizá por esto el “boom” tuvo tanto éxito; pudo llegar a muchas más mentes.

5) Funciones literarias: En sentido amplio, el concepto de existencialismo es confuso y oscuro. No hay una
definición teórica clara y unánime. Sin embargo, la concepción más compartida apunta hacia un movimiento filosófico, cuyo postulado fundamental es que son los seres humanos, en forma individual, los que crean el significado y la esencia de sus vidas.[2]
[2] http://es.scribd.com/doc/21605181/El-Boom-latinoamericano
Scribd-24marzo-2012


Realismo Mágico

Realismo mágico. Corriente artística que presenta elementos mágicos o situaciones ilógicas, en comparación con otras obras consideradas más realistas o normales. Desarrollado a mediados del Siglo XX, su expresión fue especialmente a través de la Literatura, aunque también incluyó la pintura y la filmación.

Contenido

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Historia

El término realismo mágico fue usado por primera vez, en 1925, por el crítico alemán Franz Roh, que se refirió a un estilo particular de Pintura. Más tarde, se usó para describir el estilo de algunos pintores estadounidenses como Paul CadmusIvan Albright y George Tooker, entre otros artistas de las décadas de 1940 y 1950. A diferencia del uso del término en la literatura, cuando describe las Artes visuales, no se refiere a pinturas con elementos mágicos e ilógicos, sino realistas en extremo y, a veces, mundanas. Ángel Flores fue el primero en llamar el rico estilo literario suramericano realismo mágico.
A finales de los años sesenta el término empezó a embarcar a escritores de otros continentes. Paulatinamente, el realismo mágico fue ganando lugar en la conciencia literaria del mundo, hasta el punto que será necesario mucho más de una corriente literaria vanguardista para sustituir el realismo mágico y su poder. El realismo mágico apagó las diferencias culturales empleando una interpretación global y estándar; exagerándola algunas veces, y subrayando la tolerancia de que el ser humano es capaz. Empezó por decodificar la herencia del Postmodernismo, así que el primer rasgo del estilo fue tratar las diferencias con deferencia.
Floreció con esplendor en la literatura latinoamericana de los años sesenta y setenta, a raíz de las discrepancias surgidas entre cultura de la Tecnología y Cultura de la superstición, y en un momento en que el auge de las dictaduras políticas convirtió la palabra en una herramienta infinitamente preciada y manipulable

Definición

Los críticos literarios han utilizado la expresión "Mágico" para designar una tendencia en la novelística del Siglo XX. Esta se caracteriza por la inclusión y el respeto a los mitos dentro de un contexto realista. No pocos estudiosos incluyen elementos sobrenaturales, míticos y de la creencia popular. No se trata de "presentar la magia como que fuera real" sino de presentar "la realidad como si fuera mágica". Es una focalización de lo sobrenatural. Es un género de Ficción plantado principalmente por los novelistas iberoamericanos durante la segunda mitad del Siglo XX.
El realismo mágico, como gran parte de la literatura de la segunda mitad de siglo, es esencialmente moderado. Muestra la realidad narrativa con elementos fantásticos y fabulosos, no tanto para reconciliarlos como para exagerar su aparente contrariedad. El reto que esto supone para la noción común de la "realidad" lleva implícito un cuestionamiento de la "verdad" que a su vez puede socavar de manera deliberada el texto y las palabras, y en ocasiones la autoridad de la propia novela.

Características

  • Es una característica propia de la Literatura latinoamericana de la segunda mitad de Siglo XX que funde la realidad narrativa con elementos fantásticos y fabulosos, no tanto para reconciliarlos como para exagerar su aparente discordancia.
  • Tendencia a fundir lo real con lo fantástico.
  • En sus obras existen elementos mágicos que los personajes consideran normales.
  • Los elementos mágicos se pueden intuir pero no se explican..
  • Contiene múltiples narradores que pueden estar en primera, segunda y tercera personas.
  • El tiempo se puede distorsionar y se percibe como cíclico y no lineal.
  • Se transforma lo cotidiano en experiencias que pueden ser sobrenaturales.
  • Los personajes pueden revivir; los escenarios son en su mayoría americanos.
  • En cuanto a los temas, hay diversidad de épocas históricas, una esencia cultural del mestizaje y elementos prehispánicos en sus valores mitológicos.
  • Las propiedades que surgen de la realidad son: clarividencia, levitación, vidas largas al estilo bíblico, milagros, enfermedades mitad imaginarias que son exageradas hiperbólicamente; pero todo eso supone fe. Todo esto representa la parte mágica, mientras el realismo se encuentra en el modo de contar la narrativa: como si el hilo principal fuera realista y lo más importante, mientras que lo mágico no representa más que unos detalles ordinarios de poca importancia.
  • El realismo mágico invita al lector a menospreciar lo real, a apreciar lo milagroso y a despreciar lo histórico.

Diferencias entre lo Real maravilloso y Realismo mágico

El realismo mágico es una tendencia internacional que surge hacia 1918 y que se da tanto en la pintura como en la literatura. En el se plasma un mundo totalmente realista en el cual de repente sucede algo inverosímil. En cambio, lo real maravilloso no es una tendencia internacional ni tiene límites cronológicos. Proviene de las raíces culturales de ciertas zonas de la América Latina, raíces indígenas y africanas que pueden manifestarse tanto en la literatura colonial como en las novelas de Alejo Carpentier y de Miguel Ángel Asturias. Mientras el realismo mágico se distingue por su prosa clara, precisa y a veces estereoscópica, la de lo real maravilloso luce un barroquismo o sea una prosa superadornada. Para el autor mágico realista, el mundo es un laberinto donde las cosas más inesperadas, más inverosímiles (sin ser imposibles) pueden ocurrir del modo más antidramático. Para los que practican lo real maravilloso, sus personajes indígenas o negros de GuatemalaCuba o el Brasil creen en los aspectos mitológicos o espirituales de su cultura.

Figuras representativas