INFORMACIÓN GENERAL SOBRE “MARTÍN FIERRO”
El Gaucho Martín Fierro es un
poema narrativo, escrito en verso por José Hernández en 1872, obra literaria
considerada ejemplar del género. Debido a que tiene una continuación, La vuelta
de Martín Fierro, escrita en 1879, este libro es también conocido como «La
Ida». Ambos libros han sido considerados como libro nacional de la Argentina,
bajo el título genérico de «El Martín Fierro». En «La Ida», Martín Fierro es un
gaucho trabajador al que la injusticia social lo vuelve gaucho matrero (fuera
de la ley).
Narra el carácter independiente,
heroico y sacrificado del gaucho. El poema es, en parte, una protesta en contra
de la política del presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento de reclutar
forzosamente a los gauchos para ir a la frontera contra los indígenas.
ESTRUCTURA Y NARRADORES.
La primera parte, está
comprendida por 2.316 versos que se agrupan en 13 cantos, donde intervienen
como narradores el gaucho Martín Fierro, el Sargento Cruz y un narrador
testigo, siendo publicada en 1872.
La segunda parte se conoce como
"La vuelta de Martín Fierro", publicada en 1879, siete años después.
Se estructuró de la siguiente manera: con una introducción o prólogo, donde se
justifica ante los lectores y luego 4.849 versos distribuidos en 33 cantos, se
observa la presencia de cinco narradores: Martín Fierro, el hijo mayor, el hijo
segundo, Picardía y el narrador.
PERSONAJES:
Martín Fierro: Es el único que se reconoce por un nombre propio.
Alude al Santo Patrono del partido y lugar de nacimiento del poeta, y al arma
de pelea (fierro) preferida por el gaucho.
Es un hombre solitario y nómade
que no asume compromisos con el pasado o el futuro. De acuerdo con su
particular filosofía considera que lo que caracteriza al hombre es su sufrimiento,
y por eso el no cría raíces. Constantemente lo persigue una sensación de
desamparo, ya que en su tiempo el ser gaucho era considerado un delito.
El personaje evoluciona a lo
largo del poema. En la primera parte se presenta individualista, orgulloso,
anárquico, y su postura es la de marginarse. En la segunda en cambio acepta con
mayor respeto las leyes y normas vigentes e intenta integrarse nuevamente a la
sociedad. Tiene costumbres semejantes a la de los cristianos, pero otras
parecidas a la de los indios.
El sargento Cruz: A pesar de no aparecer muy claro en el relato, se
presenta como leal amigo de Martín Fierro durante un periodo de su viaje. Fue
soldado primero y sargento de policía después, era un íntimo amigo de Martín
Fierro, tiene una visión ingenua del mundo, tiene conocimientos políticos, es
analfabeto, su figura complementa al gaucho Martín Fierro, de espaldas, un poco
a la manera de los traidores, se identifica tanto con la suerte y destino del
personaje central. Es más escéptico que Fierro aunque tiene un gran sentido de
la lealtad. Es un hombre de acción
“Picardía”: Personaje de dicho nombre que aparece en la reunión de
encuentro de Martín Fierro con sus hijos. Canta la historia de su vida y le da
un toqué “pícaro” a la historia
Los indios: Aparecen como personaje colectivos y son pintados por
el autor como seres salvajes y en algunas ocasiones hasta inhumanos. Toman
preso a Martín Fierro y logra escapar de ellos.
Viejo Vizcacha: Es avaro, ladrón y acomodaticio; posee una completa
insensibilidad por el dolor ajeno y su
postura descreída se evidencia a través de sus consejos. Constituye la
figura típica del antihéroe: es borracho, hereje y muere como un perro rabioso.
Vizcacha es el personaje mejor
logrado de la segunda parte; representa a un sector numeroso de la sociedad de
la época. su retrato físico y moral está muy bien trazado, así como la
descripción del rancho; su mote le
cuadra justo, y por momentos se figura hace olvidar la historia del propio
Martín Fierro. Es un representante de la
filosofía cínica, que ama entrañablemente a los perros y desprecia a los
hombres.
El hijo mayor de Martín Fierro: Narra afligido las peripecias que
vivió tras quedar “huérfano” y desamparado y de cómo estuvo varios años preso a
causa de una injusticia. La vida en la penitenciaría lo marcó.
El Moreno: Cantor que contesta una ronda de canciones y charlas con
Martín Fierro en la fiesta de encuentro con sus hijos. Personaje humorístico.
Reconoce en Fierro a un temible contrincante y se comporta ante el de manera
respetuosa.
El hijo segundo de Martín Fierro: Corrió con mejor suerte al verse
separado de su familia. Una tía lo adoptó y mantuvo hasta la muerte de ella. Su
vida cambia cuando un tutor decide hacerse cargo de él. Vive una difícil
experiencia durante la agonía de su tutor y regresa al desamparo
Existen otros personajes indeterminados: jueces, contadores,
policías, gringos, y la mujer (la cautiva, la mujer de fierro) hacia la que
siente un profundo respeto.
LA LENGUA
José Hernández utiliza para sus
obras como lenguaje un remedo muy logrado del dialecto rústico rioplatense, tal
como se hablaba en la primera mitad del s. XIX. El autor creía cumplir así el
objetivo sociopolítico que se había propuesto. Por eso el pueblo supo
reconocerse a sí mismo hablando en su propio estilo intransferible, pero
elevado al mismo tiempo a la máxima tensión de su eficacia expresiva.
Para transcribir con exactitud el
sistema lingüístico del pueblo había que respetar las frecuentes sinalefas, tal
como este las pronunciaba, y ser fiel a la ley de acentuación del pueblo
discordante con la impuesta en el Diccionario y la Gramática de la Real
Academia Española. El lector deberá respetar la acentuación de José Hernández,
si quiere gustar plenamente del poema.
Sin embargo, nuestro autor se
atreve a modificar las grafías más que las fonéticas. Así tiende a cambiar las
s por las c equivalente al sonido de la z española, y aunque conserva el
castellano llevado por los conquistadores en el s. XVI, resulta comprensible en
su conjunto para un lector español de la actualidad, si bien se le escapan
expresiones y palabras concretas que resultan esenciales para la mejor
interpretación del verso y la estrofa, así como paladear mejor su arte. Por
otra parte, nuestro autor intercaló muchas expresiones y formas de expresión
suyas, pero no de los gauchos, lo que dificulta más la comprensión.
A lo largo de la obra los
americanismos son evidentes, así como la tendencia a reducir grupos
consonánticos: doctor – dotor; indigno – indino; instrumento – estrumento,
etc., y la confusión de los prefijos en formas nominales y verbales: desertor –
resertor; derramar – redamar, etc.
Resultan normales las formas
arcaicas, cosa que recuerda a la lengua do los conquistadores. El canto sigue
idéntico proceso al de las hablas rústicas: caer – cair; reír – reir; démelo –
demeló; casos de debilitación vocálica: teatro – tiatro; poeta – pueta; casos
de h aspirada: huir – juir; horcón – jorcón; trascripción de j por f inicial:
fuerte – juerte; fogón – jogón; etc.
Hernández no era un poeta
cuidadoso ortográficamente, pero gran cantidad de fallos hay que señalarlos no
por su ineptitud, sino por el deseo de acercarse más al hombre de campo, deseo
que plantea en todo el poema. Esta circunstancia casi no se da en cuanto a la
sintaxis. Las construcciones se ofrecen en forma directa, a semejanza de lo que
hacen las gentes sencillas, y las diferencias son más por fonética sintáctica
(supresión de la a: "lo empecé [a] aventajar") o introducción del
complemento de objeto indirecto: "Y dejábamos las vacas / que las llevara
el infiel".
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