El
monte de las ánimas
- Estructura la leyenda en
partes y ten en cuenta los espacios en que Bécquer sitúa la acción
(cacería, salón, dormitorio de Inés...).
R. Hay una pequeña introducción que encuadra la leyenda en la actualidad del
lector de entonces (primera parte), sigue la propia narración (parte segunda y
tercera), y un colofón, distante en el tiempo e inmerso en la incertidumbre
(“dicen que...) a la manera de los relatos tradicionales (parte cuarta). Todo
ello lo hace fundiendo en un solo relato dos temas tradicionales (la
resurrección de los templarios y el castigo de la mujer caprichosa). Este
último es uno de sus temas básicos: la mujer que impulsa al hombre a una
trasgresión que será castigada con la muerte o la locura. Pascual Izquierdo
muestra así la estructura de la leyenda: prólogo, subrelato introductor, fábula
novelesca y epílogo legendario. En el prólogo aparece Bécquer en primera
persona y así consigue la ficción de actuar como narrador, recolector y
revivificador de historias huidas con expresión de los espacios en que se
produce (Madrid, que no se cita, lugar desde donde escribe el relato, y Soria
donde sucede la acción), y de los tiempos (el de la escritura y el de la
audición). El subrelato introductor funciona para crear ambiente psicológico
propicio y fijar el soporte legendario para desarrollar el resto de la acción.
En él se repite un esquema básico muy característico de Bécquer:
tentación-pecado-castigo. El epílogo legendario es una recreación circular del
episodio legendario del subrelato introductor. clasificaríamos esta leyenda
entre las denominadas de asunto misterioso y de terror (como Ámese Pérez el organista, El rayo de luna
y El miserere). Aunque el subtítulo
sea “leyenda soriana” sólo el emplazamiento topográfico del relato se hace en
esta ciudad para darle un rasgo de verosimilitud. El escenario mejor descrito
es sin duda el de la alcoba de Beatriz donde muestra todo tipo de recursos
sensoriales para mostrar el desazón y el miedo que sufre después de haber
mandado a Alonso al monte de las ánimas. El resto de escenarios que aparecen
son los habituales en las leyendas de Bécquer: la cacería, los montes y el
palacio con elementos medievales.
- Infórmate sobre la Orden de
los Templarios ¿Cómo utiliza Bécquer esta base histórica?
R. Guerreros y religiosos a la vez se llamaban así porque habían pertenecido
a una cofradía que recogía fondos para decir misas para las almas el día de los
difuntos. Esta orden fue fundada en 1.118 para proteger a los peregrinos que
iban a tierra santa. Con el tiempo los templarios llegaron a acumular muchas
riquezas y poder, convirtiéndose incluso en banqueros de reyes. Felipe el
hermoso, de Francia, para apoderarse de sus riquezas los acusó falsamente de
herejes y de cometer aberraciones sexuales, logrando así que el Papa Clemente V
disolviera la Orden en 1312. Sus dirigentes fueron juzgados y quemados, y sus
riquezas confiscadas. En España no sufrieron una suerte tan trágica, estuvieron
hasta 1321 y se habían instalado en Castilla hacia 1130, durante el reinado de
Alfonso VII, que había heredado el dominio de Soria. Alfonso el batallador
concedió grandes privilegios y propiedades a los templarios. En su testamento
los nombró coherederos de su reino, decisión que no fue aceptada por la nobleza
aragonesa y navarra (véase El señor de
Bembibre, de Gil Carrasco.
- Alonso y Beatriz son los
protagonistas de la leyenda. Analiza el carácter de ambos ¿Te parece justo
y merecido el castigo final que sufre Beatriz?
R. Como es habitual en Bécquer en sus
descripciones de personajes hay escasez de rasgos físicos y abundancia de
psicológicos. Alonso es un personaje plano, con características románticas que
sólo se distingue por su temeridad y valentía. Beatriz recuerda a las mujeres
caprichosas y crueles de sus Rimas (Rima XXXIX), y su carácter empieza a
perfilarse de inmediato. Descripción perfecta: Beatriz sigue absorta “los
caprichos de la llama” con la mirada y, su primo ve el reflejo de esta llama (o
sea de ese capricho) en sus pupilas. Si recordamos la importancia de la mirada
en las mujeres de Bécquer puede ya mostrarnos su talante veleidoso e
inconstante. Bécquer la ve más como una “coqueta” moderna que como una dama
medieval. A pesar de que nos has sido presentada como una mujer fría y nada
miedosa muere de puro miedo debido a su sentimiento de culpabilidad. Nadie
merece la cruel muerte de Beatriz y menos el castigo posterior de ser un alma
en pena perseguida por las demás almas (larga tradición del tema en Bocaccio,
en la pintura de Boticcelli, la leyenda catalana del Conde Arnau, etc.):
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