jueves, 13 de agosto de 2015

Monte de las ánimas

El monte de las ánimas

  1. Estructura la leyenda en partes y ten en cuenta los espacios en que Bécquer sitúa la acción (cacería, salón, dormitorio de Inés...).
                 
R. Hay una pequeña introducción que encuadra la leyenda en la actualidad del lector de entonces (primera parte), sigue la propia narración (parte segunda y tercera), y un colofón, distante en el tiempo e inmerso en la incertidumbre (“dicen que...) a la manera de los relatos tradicionales (parte cuarta). Todo ello lo hace fundiendo en un solo relato dos temas tradicionales (la resurrección de los templarios y el castigo de la mujer caprichosa). Este último es uno de sus temas básicos: la mujer que impulsa al hombre a una trasgresión que será castigada con la muerte o la locura. Pascual Izquierdo muestra así la estructura de la leyenda: prólogo, subrelato introductor, fábula novelesca y epílogo legendario. En el prólogo aparece Bécquer en primera persona y así consigue la ficción de actuar como narrador, recolector y revivificador de historias huidas con expresión de los espacios en que se produce (Madrid, que no se cita, lugar desde donde escribe el relato, y Soria donde sucede la acción), y de los tiempos (el de la escritura y el de la audición). El subrelato introductor funciona para crear ambiente psicológico propicio y fijar el soporte legendario para desarrollar el resto de la acción. En él se repite un esquema básico muy característico de Bécquer: tentación-pecado-castigo. El epílogo legendario es una recreación circular del episodio legendario del subrelato introductor. clasificaríamos esta leyenda entre las denominadas de asunto misterioso y de terror (como Ámese Pérez el organista, El rayo de luna y El miserere). Aunque el subtítulo sea “leyenda soriana” sólo el emplazamiento topográfico del relato se hace en esta ciudad para darle un rasgo de verosimilitud. El escenario mejor descrito es sin duda el de la alcoba de Beatriz donde muestra todo tipo de recursos sensoriales para mostrar el desazón y el miedo que sufre después de haber mandado a Alonso al monte de las ánimas. El resto de escenarios que aparecen son los habituales en las leyendas de Bécquer: la cacería, los montes y el palacio con elementos medievales.







  1. Infórmate sobre la Orden de los Templarios ¿Cómo utiliza Bécquer esta base histórica?

R. Guerreros y religiosos a la vez se llamaban así porque habían pertenecido a una cofradía que recogía fondos para decir misas para las almas el día de los difuntos. Esta orden fue fundada en 1.118 para proteger a los peregrinos que iban a tierra santa. Con el tiempo los templarios llegaron a acumular muchas riquezas y poder, convirtiéndose incluso en banqueros de reyes. Felipe el hermoso, de Francia, para apoderarse de sus riquezas los acusó falsamente de herejes y de cometer aberraciones sexuales, logrando así que el Papa Clemente V disolviera la Orden en 1312. Sus dirigentes fueron juzgados y quemados, y sus riquezas confiscadas. En España no sufrieron una suerte tan trágica, estuvieron hasta 1321 y se habían instalado en Castilla hacia 1130, durante el reinado de Alfonso VII, que había heredado el dominio de Soria. Alfonso el batallador concedió grandes privilegios y propiedades a los templarios. En su testamento los nombró coherederos de su reino, decisión que no fue aceptada por la nobleza aragonesa y navarra (véase El señor de Bembibre, de Gil Carrasco.

  1. Alonso y Beatriz son los protagonistas de la leyenda. Analiza el carácter de ambos ¿Te parece justo y merecido el castigo final que sufre Beatriz?


R.  Como es habitual en Bécquer en sus descripciones de personajes hay escasez de rasgos físicos y abundancia de psicológicos. Alonso es un personaje plano, con características románticas que sólo se distingue por su temeridad y valentía. Beatriz recuerda a las mujeres caprichosas y crueles de sus Rimas (Rima XXXIX), y su carácter empieza a perfilarse de inmediato. Descripción perfecta: Beatriz sigue absorta “los caprichos de la llama” con la mirada y, su primo ve el reflejo de esta llama (o sea de ese capricho) en sus pupilas. Si recordamos la importancia de la mirada en las mujeres de Bécquer puede ya mostrarnos su talante veleidoso e inconstante. Bécquer la ve más como una “coqueta” moderna que como una dama medieval. A pesar de que nos has sido presentada como una mujer fría y nada miedosa muere de puro miedo debido a su sentimiento de culpabilidad. Nadie merece la cruel muerte de Beatriz y menos el castigo posterior de ser un alma en pena perseguida por las demás almas (larga tradición del tema en Bocaccio, en la pintura de Boticcelli, la leyenda catalana del Conde Arnau, etc.): 

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