Género
Lírico
Al
preguntarle al poema por el ser de la poesía, ¿no confundimos arbitrariamente poesía y poema? Ya
Aristóteles decía que “nada hay de común, excepto la métrica, entre Homero y
Empédocles; y por esto con justicia se llama poeta al primero y fisiólogo al
segundo”. Y así es: no todo poema -o para ser exactos: no toda obra construida
bajo las leyes del metro- contiene poesía. Pero esas obras métricas ¿son
verdaderos poemas o artefactos artísticos, didácticos o retóricos? Un soneto no
es un poema, sino una forma literaria, excepto cuando ese mecanismo retórico
-estrofas, metros y rimas- ha sido tocado por la poesía. Hay máquinas de rimar
pero no de poetizar. Por otra parte, hay poesía sin poemas; paisajes, personas
y hechos suelen ser poéticos: son poesías sin ser poemas. Pues bien, cuando la poesía se
da como una condensación del azar o es una cristalización de poderes y
circunstancias ajenos a la realidad creadora del poeta, nos enfrentamos a lo
poético. Cuando -pasivo o activo, despierto o sonámbulo- el poeta es el hilo
conductor y transformador de la corriente poética, estamos en presencia de algo
radicalmente distinto; una obra. Un poema es una obra. La poesía se
polariza, se congrega y aísla en un producto humano: cuadro, canción, tragedia.
Lo poético es poesía en
estado amorfo; el poema es creación, poesía erguida. Sólo en el poema la
poesía se aísla y revela plenamente. Es lícito preguntar al poema por el ser de
la poesía si deja de concebirse a éste como una forma capaz de llenarse con
cualquier contenido. El
poema no es una forma literaria sino el lugar de encuentro entre la poesía y el
hombre. Poema es un organismo verbal que contiene, suscita o emite
poesía. Forma y sustancia son lo mismo.
La lírica pertenece a los géneros literarios, del mismo modo que
la narrativa y el drama. Cuando hablamos del concepto “lírica”, estamos
aludiendo a todo lo que desciende de la “lira”, es decir, de un instrumento
musical que acompañaba – antiguamente – a la poesía cantada; de allí nace esta
palabra, que a medida que avanzan los tiempos, ha adquirido otros modos de
manifestación, ya no centradas en el canto propiamente tal.
Etimológicamente hablando, la lírica tiene su origen en Grecia,
ya que en ese lugar era común oír recitaciones de poesía en sitios públicos,
por parte de una persona o de un grupo o coro y esta declamación era en
compañía de alguna instrumentación musical, por lo general, de la lira.
En la actualidad la lírica abarca a las obras poéticas en todo
su espectro, a las creaciones de carácter subjetivo y de manifestación de
sentimientos por parte de un hablante, quien escribe por medio de versos o de
rima poética. La lírica se relaciona con la métrica, con la musicalidad y el
ritmo. El hablante lírico expresa sus emociones, por ello este género está
asociado con la función expresiva del lenguaje. El género lírico no busca ser
una fiel representación de la realidad del mundo, ya que esa no es su finalidad
inicial, sino la de expresar la interioridad del o los hablantes. El mundo no
busca ser representado, pues el mundo de uno no es igual para otro, ya que la
lírica apunta a la subjetividad de cada exponente.
El Hablante y su Actitud Lírica
El hablante lírico es un ser que no existe como tal, es un ente
de ficción, el que es creado por el autor. Este hablante expresa su sentir, su
interior por medio de la poesía, de una forma directa o indirecta, adoptando
una actitud lírica.
Como fue mencionado anteriormente, dentro de las características
de la lírica, el hablante posee una actitud determinada al momento de
expresarse. Estas actitudes líricas pueden estar entrelazadas entre sí y no
manifestarse de modo único dentro del poema, aunque no es algo tajante. De esta
forma las actitudes líricas se tipifican en:
La Actitud Enunciativa
Es cuando quien se expresa, el hablante, recurre al algo externo
y lo toma para sí mismo y lo da a conocer, lo exterioriza. En este tipo de
actitud se utiliza la narración, para poder dar un toque objetivo al poema y
“explicar” lo que se ve. Por lo general, el hablante lírico muestra su interior
a través de la descripción de paisajes, personas, cosas o hechos. Se utiliza la
tercera persona gramatical (él, ella, lo, ellas, ellos, se), asimismo, se
asocia a la función referencial o representativa del lenguaje.
“El río
Guadalquivir
va entre naranjos y olivos.
Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo”.
va entre naranjos y olivos.
Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo”.
La Actitud Carmínica
Esta es la actitud que tiene que ver con el canto, que es el
elemento fundamental de la poesía. Es cuando el hablante lírico expresa su
sentir por medio del ritmo y de los versos de cada estrofa y manifiesta su
temple de ánimo. Actitud netamente subjetiva. El hablante utiliza la primera
persona gramatical (yo, me, mi, nosotros, nos) y está relacionado con la
función emotiva o expresiva del lenguaje.
“Tengo
hambre de ti,
de tu presencia, de tu fragancia,
de tu poder;
hambre que duele, que debilita,
que desespera, por ti”.
de tu presencia, de tu fragancia,
de tu poder;
hambre que duele, que debilita,
que desespera, por ti”.
La Actitud Apostrófica
El hablante lírico toma lo exterior y lo traduce en un mensaje
al “tú”, su discurso va dirigido esencialmente a un “otro”, a la segunda
persona gramatical (sea tú, vosotros, ustedes, os, te, ti) y se expresa con
fuerza, intensidad y vigor, interpelando de manera directa al lector; por esta
razón, este tipo de actitud responde a la función apelativa del lenguaje. Esta
forma de expresión puede adquirir elementos dramáticos en su modo de
manifestarse, pues va mezclando la objetividad con subjetividad dentro del
poema.
“Si vas
para Chile,
te pido que pases por donde vive mi amada:
es una casita, muy linda y chiquita,
que está en la falda de un cerro enclavada.
La adornan las parras, la cruza un estero
y al frente hay un sauce, que llora y que llora
porque yo la quiero.
Si vas para Chile, te ruego viajero,
Le digas a ella que de amor me muero”.
te pido que pases por donde vive mi amada:
es una casita, muy linda y chiquita,
que está en la falda de un cerro enclavada.
La adornan las parras, la cruza un estero
y al frente hay un sauce, que llora y que llora
porque yo la quiero.
Si vas para Chile, te ruego viajero,
Le digas a ella que de amor me muero”.
El Motivo Lírico
Se refiere al tema que se expresa en el poema y que guarda
relación con el “objeto lírico”, que es lo que nutre de inspiración al poeta,
le motiva e impulsa a crear. El motivo lírico es el resultado de poner al “objeto
lírico” por escrito y que se transmita por medio del hablante.
Temple de Ánimo del Hablante
Corresponde al estado anímico del hablante, lo que logra
transmitir con sus palabras por medio del poema. Quedan de manifiesto los
sentimientos de temor que tenga el emisor o de inseguridad, dicha, regocijo,
pesimismo, pesadumbre, rabia, incertidumbre u otros, a través de las líneas que
componen el texto. Por ejemplo, en el siguiente trozo el temple del hablante
lírico es el amor:
“Por
amarte robaría una estrella y te la regalaría,
por amarte cruzaría los mares sólo por abrazarte;
por amarte juntaría la lluvia con el fuego,
por amarte daría mi vida sólo por un besarte”
por amarte cruzaría los mares sólo por abrazarte;
por amarte juntaría la lluvia con el fuego,
por amarte daría mi vida sólo por un besarte”
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