El
Romanticismo - Circunstancias históricas
Los
orígenes del romanticismo hay que buscarlos ya en el siglo XVIII,
fundamentalmente en la filosofía y cultura alemanas, país, en el que se produce
un movimiento llamado "Sturm und Drang" (tempestad y pasión) que
propugna la creación literaria al margen de las reglas clásicas y revaloriza la
expresión artística de vivencias y sentimientos. Es ésta la sensibilidad
prerromántica, que también se manifiesta muy pronto en Inglaterra y
posteriormente se extiende por el resto de Europa.
El
Romanticismo, fenómeno cultural correspondiente a la primera mitad del siglo
XIX, se halla vinculado con una serie de circunstancias históricas a las que es
necesario aludir.
Se
debe por una parte a las reacciones en toda Europa contra el poder napoleónico
que finalmente cristalizan en el Congreso de Viena (1815), lo cual explica el
matiz conservador del Romanticismo.
No
es de olvidar que los gobiernos de la Restauración absolutista procuraron
arrancar de cuajo el espíritu liberal que Napoleón difundió, volviendo a las
ideas de tradición y religiosidad. Sin embargo, junto a este Romanticismo
arcaizante, tradicionalista y cristiano, toma incremento años más tarde otro de
tipo revolucionario y liberal, que pretendía la destrucción de todos los dogmas
morales, políticos y estéticos hasta entonces vigentes. Su auge coincide con la
revolución francesa de 1830 y el triunfo del liberalismo en la mayor parte de
los países europeos. En España el comienzo del Romanticismo revolucionario se debe
sobre todo a la vuelta de los emigrados liberales con motivo de la muerte de
Fernando VII.
La
psicología del hombre romántico
El
Romanticismo - como el Renacimiento o el Barroco - no se reduce a un fenómeno
literario, sino que abarca todos los aspectos de la cultura de la época - desde
la política hasta el arte, desde la literatura hasta las modas -, porque en el
fondo viene a consistir en una especial actitud frente a la vida. De ahí que
deba hablarse de la psicología del hombre romántico antes de entrar en el
estilo de su producción estética.
Estos
son sus rasgos principales:
Uno
de los rasgos capitales del Romanticismo reside en su espíritu individualista .
El Romanticismo equivale a la rebelión del individuo, a la violenta exaltación
de la propia personalidad. El "yo", al que ahora se le tributa un
culto frenético, constituye el máximo objetivo de toda la vida espiritual. El
mundo externo apenas conserva otro valor que el de mera proyección subjetiva.
Agudo egocentrismo que tiene sus raíces en la doctrina enciclopedista
(defensora de la postura crítica intelectual) y en el mundo prerromántico
(rehabilitador del mundo de las emociones personales).
El
hombre romántico se caracteriza también por su aislamiento y soledad , temas
básicos del Romanticismo. Su individualismo está marcado sobre todo por su
conciencia aguda y dolorosa de la propia personalidad, de ser distinto de los
demás, que en ciertos casos incluso deriva en un sentimiento de superioridad -
su genio, su desgracia o infelicidad mayor que las de nadie -. Esta es la razón
por la cual el yo del artista pasa a ocupar el primer plano de la creación. Los
sentimientos expresados en las obras románticas son los de sus creadores,
quienes expresan su insatisfacción con el mundo, su ansia de infinito, su
búsqueda del absoluto, su amor apasionado, su deseo vehemente de libertad, sus
estados de ánimo, . Por este motivo la poesía lírica o la música son a lo largo
de todo el siglo XIX las artes supremas.
El
ansia de libertad : El ya mencionado individualismo del hombre romántico
produce en él una protesta contra las trabas que hasta entonces tenían cohibido
su espíritu, lo cual deriva consiguientemente en un ansia de libertad que se
refleja en todas las manifestaciones de la época: el arte, la literatura, la
música, la industria, el comercio, la conciencia,...
Irracionalismo:
Los románticos rechazan la razón y todo lo racional. Sus temas preferidos están
relacionados con lo sobrenatural, la magia y el misterio. A estos románticos
les falta un pensamiento sistemático y coherente; no comprenden ni interpretan
el mundo de una forma global.
Subjetivismo:
En el romanticismo se le concede una gran importancia a las emociones, los
sueños o las fantasías. Como formas de conocimientos principales se aceptan la
intuición, la imaginación y el instinto; es decir impulsos no racionales,
marcados por los sentimientos. La pasión se considera una fuerza superior a la
razón.
El
espíritu idealista : Los románticos sienten una gran predilección por lo
absoluto, lo ideal, en conexión con la filosofía idealista, esencialmente
alemana, que se impone con fuerza en toda Europa durante la primera mitad del
siglo. Por este motivo buscan desesperadamente la perfección, lo absoluto, lo
cual explica, por una parte su necesidad de acción, su vitalismo, pero por
otra, los anhelos insatisfechos que derivan en su frustración e infelicidad.
Ese vago aspirar hacia un mundo superior al de las realidades sensibles y que
la razón no acierta a definir, cristaliza a menudo en unos ideales concretos,
que el romántico se impone como norte de su vida: la Humanidad, la Patria, la
Mujer. Hacia estos objetivos concretos el hombre romántico dirige sus ardorosos
afanes: el sentimiento filantrópico, el ideal patriótico y el amor, al que a
menudo se le une un vago misticismo.
Angustia
metafísica : Al haber perdido la confianza en la razón, el ser romántico es por
naturaleza alguien inseguro e insatisfecho, lo cual da lugar a la desazón vital
romántica. El romántico siente la vida como un problema insoluble. Su instinto
le denuncia la existencia de fuerzas sobrenaturales que escapan a todo
conocimiento racional y una invencible angustia sobrecoge su ánimo. Se sabe
víctima de un ciego Destino sin justificación lógica e increpa a la Naturaleza,
que contempla impasible su dolor. La idea de infinito preside su vida; de ahí
su inquietud febril y su terrible desequilibrio. Este aspecto es, sin embargo,
también motor de la creación artística en la búsqueda constante del romántico
de respuestas y soluciones a las dudas y problemas que se plantean.
Choque
con la realidad : Otro tema importante en el Romanticismo es el del desengaño
que deriva del choque entre el yo hipertrofiado romántico y la realidad
prosaica y gris que no da satisfacción a sus anhelos e ideales. El romántico -
arrastrado por las imágenes que él mismo ha creado en su interior - se
encuentra con que la realidad no responde a sus ilusiones. Este hecho lleva al
hombre romántico, falto de serenidad para aceptar su ambiente, a un violento
enfrentamiento con el mundo y a rebelarse contra todas las normas morales,
sociales, políticas o religiosas.
Evasión:
Otro tema importante en el Romanticismo es el del desengaño que deriva del
choque entre el yo hipertrofiado romántico y la realidad prosaica y gris que no
da satisfacción a sus anhelos e ideales. El romántico - arrastrado por las
imágenes que él mismo ha creado en su interior - se encuentra con que la
realidad no responde a sus ilusiones. Este hecho lleva al hombre romántico,
falto de serenidad para aceptar su ambiente, a un violento enfrentamiento con
el mundo y a rebelarse contra todas las normas morales, sociales, políticas o
religiosas.
Nacionalismo:
En el Romanticismo aparece una cierta obsesión por buscar las raíces de cada
pueblo en su historia, en su literatura, en su cultura, . Es ahora cuando se
inventa el concepto de pueblo como entidad espiritual supraindividual a la que
pertenecen individuos concretos que comparten una serie de características
comunes: lengua, costumbres, folclore. Así se comprende la revitalización de
los antiguos poemas épicos y de las leyendas y tradiciones locales. Es evidente
que estas ideas románicas se oponen frontalmente al espíritu universalista de
la Ilustración.
Técnica
Literaria
Al
tipo psicológico que acabamos de esbozar había de corresponder necesariamente
una visión del arte distinta de la que había originado la producción del siglo
XVIII. Veamos sus puntos esenciales:
El
genio creador: En el Romanticismo el arte se convierte en la forma de expresión
del genio que el creador lleva dentro. El artista pues, nace, no se hace, por
lo que cobra capital importancia lo espontáneo, lo intuitivo, lo original,
aquello que es característico del genio creador. Desde este momento la obra de
arte es el resultado de un momento de inspiración que refleja la valía de su
autor. La posibilidad de desarrollo de su capacidad creativa hace del romántico
un individuo vitalista, eufórico y apasionado. El agudo individualismo del
hombre romántico da lugar en el escritor a un deseo de prescindir de las
férreas normas del clasicismo, para llegar a la creación de una obra
absolutamente personal. Las viejas reglas son consideradas como trabas sin
sentido que convierten el arte en un puro mecanismo, y se proclama la libertad
literaria con juvenil entusiasmo. El poeta se dejará llevar ahora por su
instinto, su intuición.
En
el terreno de la poesía surgen junto a la métrica tradicional nuevos tipos de
versificación , nuevos ritmos, nuevas estrofas. Una variada polimetría es el
resultado de querer dar a cada situación su expresión musical adecuada. Además,
en España, se produce una revalorización de un metro tradicional: el romance,
que adquiere ahora el máximo prestigio como forma más indicada para la
narración poética.
En
el teatro se olvidan las famosas tres unidades de lugar, tiempo y acción,
volviéndose en cierto modo a la técnica de nuestro siglo XVII: la acción puede
recorrer los más apartados lugares, durar varios años y desdoblarse en dos
acciones paralelas. Desaparece la unidad de estilo y se confunden los géneros,
mezclándose - con el objeto de dar mayor vivacidad a la obra - lo trágico y lo
cómico, lo sublime y lo grotesco, la prosa y el verso. Un trepidante dinamismo
invade así el teatro, que alcanza el mayor éxito de público.
Todo
el arte se enfoca ahora hacia la expresión de lo particular, del matiz
individual, de lo irregular, de lo que escapa a la norma racional. La época
románica prefiere destacar lo específico, la nota pintoresca y única.
Con
las reglas desaparece también la noción del arte moralizador. El tema primordial
será la expresión del "Yo", y el objeto de la obra excitar
fuertemente la sensibilidad del lector con las más variadas emociones: la
tristeza, el entusiasmo, la conmiseración, el terror, la sorpresa.
En
el romanticismo se quiebra la línea clasicista, ya que se rechaza a los
clásicos como modelos insustituibles. Se rechaza todo lo clásico, sobre todo el
clasicismo francés más que la antigüedad grecolatina. La literatura preferida
en el Romanticismo es aquella que por hallarse más apartada de lo clásico,
responde mejor al gusto de la época: la bíblica, la medieval, la del siglo XVII
no francés, y la contemporánea extranjera. De la Edad Media interesan el falso
Ossian, Dante, la poesía popular - el romancero español, las baladas
germánicas, .-. Del teatro se destacan los nombres de Shakespeare, Lope y
Calderón. Entre los modernos privan Goethe, Heine y Byron en la poesía, Vïctor
Hugo y Dumas en el teatro, Walter Scott en la novela.
Los
Temas
Soledad:
Es
propio del Romanticismo además el gusto por la soledad. Los románticos huyen de
la realidad mediante el refugio en sí mismos, lo cual justifica la preferencia
por lugares solitarios como castillos, cementerios, jardines, espacios
apartados o recónditos, oscuros, ... Esta soledad del romántico nace también de
la afirmación de su yo, de su individualismo.
Nueva
Sensibilidad:
Durante
el Romanticismo se prolonga y amplía el sentimentalismo manifiesto ya en muchos
autores ilustrados y que sitúa en primer plano la intimidad. Resultan
características la introspección, la nostalgia, la melancolía, la tristeza y la
soledad, a la vez que se extiende el sentimiento de fugacidad e infelicidad de
la vida humana, lo cual provoca la típica angustia romántica. El gusto por lo
sombrío y crepuscular son reveladores de tal sensibilidad.
Naturaleza
dinámica:
El
artista romántico representa la naturaleza en forma dramática, en movimiento y
con preferencia por la ambientación nocturna frente a la naturaleza artificiosa
y bucólica propia del Neoclasicismo. Se oponen pues a la mesura y armonía
neoclásicos el desorden y la falta de proporción. La naturaleza se identifica
en el Romanticismo con los estados de ánimo del creador, y, según sean éstos,
es turbulenta, melancólica o tétrica; es pues, una proyección de sus
sentimientos. La naturaleza está, a su vez, por encima de todo, algo que se
puede apreciar claramente en el tópico romántico de las ruinas, símbolo del
predominio de la naturaleza sobre el hombre y sus obras.
Todos
los rasgos románticos anteriores permiten comprender bien que en su rechazo del
mundo que les ha tocado vivir los artistas románticos hayan podido tomar dos
direcciones opuestas: la nostalgia por los antiguos valores tradicionales
(monarquía absoluta, religión, ideales caballerescos), o la rebelión no sólo
frente a su mundo sino frente al antiguo (republicanismo, anticlericalismo,
ideales democráticos). Por eso podemos hacer la distinción entre un
Romanticismo tradicional o conservador y un Romanticismo liberal o progresista
.
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