miércoles, 1 de octubre de 2014

Identidad, Cultura y Evangelio. Análisis teológico literario de “Del amor y otros demonios” de Gabriel García Márquez.

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Identidad, Cultura y Evangelio. Análisis teológico literario de “Del
amor y otros demonios” de Gabriel García Márquez.
Cristina Bustamante E. 1
“En aquel mundo opresivo en el que nadie era libre,
Sierva María lo era: sólo ella y sólo allí”
Abstract: este trabajo pretende abordar la obra “Del amor y otros demonios” de Gabriel García
Márquez desde el punto de vista de una hipótesis posible de lectura. Tal hipótesis quiere mostrar
cómo, desde el punto de vista de la estructura del texto, lo que está puesto en juego es la
existencia de dos mundos posibles de ser habitados por los personajes de esta novela. Uno está
relacionado con el mundo opresivo de los señores, el otro con el mundo libre de los esclavos.
Sierva María, personaje central de la novela, circula por ambos mundos, a medida que se
desarrolla la trama. Este tránsito entre uno y otro posibilita la configuración de las distintas
identidades que ella va transitando, cada una cargada de un universo simbólico propio y
posibilitando o reprimiendo modos de ser ligados a la identidad femenina.
El mundo de los señores es el mundo de su familia de origen, que ella cambia por el otro
lugar, el patio de los esclavos, pues sólo allí, en el mundo lúdico y festivo que adopta como su
hogar, se experimenta como un ser libre.
Tras esta trama subyace la problemática de la identidad latinoamericana, cruzada por
múltiples culturas, universos de significado, códigos éticos, etc. y fuertemente marcada por el
predominio de la una cultura que pretende dominar e imponer sus estilos propios.
Es un texto que da que pensar en torno a los retos de la evangelización de la cultura, en un
estilo más evangélico y de aprecio por el otro, que no demonice la diferencia, y esté abierto a
otros discursos y universos simbólicos.
1 Licenciada en Teología, Facultad de Teología PUC, Chile; cwbustam@uc.cl
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1. Introducción
Este trabajo pretende ser un análisis de la novela “Del amor y otros demonios” de
Gabriel García Márquez 2 y lo realizo deteniéndome en aspectos que tienen que ver con la
configuración de la identidad latinoamericana, marcada por el dominio abusivo de los
conquistadores, el desprecio de las razas diferentes de la propia, la imposición de un registro
imaginario deudor del ethos medieval, cargado de una cosmovisión religiosa opresiva,
demonizadora de las diferencias y embebida del desprecio del cuerpo y, en especial, del cuerpo
femenino, relegado al mundo de lo amenazador por antonomasia.
Al final del ensayo propongo ciertas intuiciones respecto a la necesidad de repensar una
evangelización de la cultura respetuosa del mundo del otro.
2. Trama de la 'ovela
Esta novela cuenta la historia de Sierva María de Todos los Ángeles, hija del marqués de
Casalduero y de Bernarda Cabrera. La niña es el centro de esta historia que se desarrolla en el
contexto de una aristocrática familia venida a menos. Su infancia transcurre en los patios de los
esclavos, ya que su madre no se hace cargo de ella y su padre más parece una sombra que no hace
sino deambular por la casona que fue magnífica en otro tiempo.
En este contacto con los esclavos la niña se vuelve “extraña”, una extranjera en su propia
casa. Si bien ha sido bautizada en la Iglesia Católica, la encargada de su crianza la ha consagrado,
por si acaso, a otras deidades africanas, viste tenidas de esclavos y le cuelgan collares de santería,
además de practicar en la cocina degollamientos de animales y hablar en todos los dialectos de
las lenguas africanas. Además, los esclavos le tiznan la cara con humo para que parezca una más
entre los negros. Por si fuera poco, la niña tiene el cabello extremadamente largo, y no se lo podrá
cortar hasta el día de su casamiento obedeciendo a una manda especial que hizo su cuidadora por
el difícil nacimiento que tuvo. Ella pertenece, sin duda, más al mundo de los esclavos negros, y
por ello prefiere ser llamada María Mandinga.
Un episodio confuso de la mordida de un perro rabioso justo en el talón de la niña y la
posterior muerte del perro y de otros mordidos por él, dan cuenta de un estado particular de la
niña, ya que ella no presenta signos de la más mínima señal de contagio, sólo una herida que
cicatriza sin dejar muchas huellas.
El padre, preocupado por la condición extraña y extravagante de su hija, impulsado por el
profundo amor hacia ella, intenta devolverla a la casa de los señores, sin embargo ella se resiste a
ocupar ese lugar de hija y vuelve una y otra vez al patio de esclavos. Su capacidad de aparecer de
repente sin ser notada y su aterradora manía de no decir nunca la verdad, hacen que el padre y
otros sospechen de un estado de posesión demoníaca, por lo que la niña es sometida al encierro y
la clausura en el convento de las monjas de Santa Clara.
En el convento, Sierva María será sometida a sesiones de exorcismo que estarán a cargo
del Padre Cayetano Delaura, por encargo del obispo.
2 Gabriel García Márquez, “Del amor y otros demonios”, Ed. Debolsillo, Buenos Aires, 2006.
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Sierva María, maltratada por el encierro y por haber sido sacada de su ambiente natural,
presenta un aspecto de “poseída” que poco a poco se va agravando por su condición de clausura y
la violencia con que es tratada. Cayetano llega a su celda para quitarle los demonios pero en esas
idas y venidas al convento Sierva María se va apoderando de su mente y Cayetano deja de ser él
mismo, tanto que comienza a pensar que él está siendo poseído por el peor de todos los
demonios.
Cayetano Delaura pierde el juicio y comienza a realizar visitas ocultas a la celda de Sierva
María, no sin haber luchado internamente contra este demonio poderoso que lo aprisiona.
La lucha de Cayetano pasará por la vía del flagelo y la oración, pero sin lograr muchos
resultados. La intimidad que va surgiendo entre los dos se alimenta de un no poder decir aquello
que ambos van experimentando cuando están juntos, de manera que aquello sólo puede decirse en
versos de Garcilaso.
El desenlace de la novela ocurre cuando esta intimidad se quiebra debido a un desborde
emocional de la niña que quiere huir con Cayetano, pero éste la conmina a hacer las cosas de
modo legal. El desquiciamiento de la niña provoca la huida de Cayetano y la reclusión de Sierva
María en el pabellón de la clausura.
En vano Cayetano Delaura trata de revertir la situación y busca otra vez a Sierva María.
Una sanción eclesiástica termina con sus días relegado a cumplir su pena en medio de los
enfermos de lepra del hospital del Amor de Dios.
Sierva María fue rapada y el obispo retomó los exorcismos empeorando su estado, hasta
que, después de una semana sin comer y en un estado deplorable, la encontraron en su celda
“muerta de amor”.
3. Hipótesis de lectura
Esta novela puede ser leída desde la dialéctica entre mundos posibles de ser habitados,
presentados por el autor como dos mundos cruzados por la contradicción radical:
- el mundo opresivo de los señores
- el mundo libre de los esclavos
En ambos universos simbólicos, los registros de los discursos sobre el mundo, los otros,
la libertad, el amor, Dios, los cuerpos, etc. se despliegan como posibilidades de mirar la realidad
a partir de las convicciones más profundas, que configuran la vida e identidad de los seres que
habitan esos universos. En el primero, se va fraguando su identidad de “posesa” que, finalmente,
la lleva a la muerte a causa de los exorcismos que le son practicados. En el otro, en cambio, en su
mundo adoptado, María Mandinga realiza su ser libre y más espontáneo.
Describo, a continuación, estos dos mundos y las distintas identidades de Sierva María
que se configuran en los discursos de los personajes.
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3.l. El mundo opresivo de los señores
El mundo de los patrones, de los blancos, es descrito como un mundo opresivo donde
impera un orden de “blancos” y de hombres:
“Desde esta fecha la niña vive en la casa, les dijo (el padre).
“Y sépase aquí y en todo el reino que no tiene más que una familia, y es sólo de blancos”
“La niña resistió cuando él quiso llevarla en brazos al dormitorio, y tuvo que hacerle entender
que un orden de hombres reinaba en el mundo” 3.
En este mundo blanco, tratan de educarla con resultados desastrosos: Su maestra renuncia
y dice: “*o es que la niña sea negada para todo, es que no es de este mundo” 4.
Además, su padre, aconsejado por el médico judío Abrenuncio, trata de hacer todo lo que
esté a su alcance para hacerla feliz, a la manera de los blancos:
“A mediados de marzo, los riesgos del mal de rabia parecían conjurados. El marqués,
agradecido con su suerte, se propuso enmendar el pasado y conquistar el corazón de la hija con
la receta de la felicidad aconsejada por Abrenuncio. Le consagró todo su tiempo. Trató de
aprender a peinarla y a tejerle la trenza. Trató de enseñarla a ser blanca de ley, de restaurar
para ella sus sueños fallidos de noble criollo, de quitarle el gusto del escabeche de iguana y el
guiso de armadillo. Lo intentó casi todo, menos preguntarse si aquél era el modo de hacerla
feliz” 5.
Pero todos estos intentos resultan fallidos, la niña finalmente no inscribe su identidad en
los cauces represivos de su familia de origen: “Lo único que esa criatura tiene de blanca es el
color”, decía la madre. Tan cierto era, que la niña alternaba su nombre con otro nombre
africano que se había inventado: María Mandinga” 6.
3 “Del amor…”, p. 35
4 “Del amor…”, p. 56
5 “Del amor…”, p. 59. Ver además: “Ése seguía siendo el ánimo de ambos el día en que el
marqués regresó del hospital del Amor de Dios y le anunció a Bernarda su determinación de
asumir con mano de guerra las riendas de la casa. Había en su premura un algo frenético que
dejó a Bernarda sin réplica.
Lo primero que hizo fue devolverle a la niña el dormitorio de su abuela la marquesa, de
donde Bernarda la había sacado para que durmiera con los esclavos. El esplendor de antaño
seguía intacto bajo el polvo: la cama imperial que la servidumbre creía de oro por el brillo de
sus cobres; el mosquitero de gasas de novia, las ricas vestiduras de pasamanería, el lavatorio de
alabastro con numerosos pomos de perfumes y afeites alineados en un orden marcial sobre el
tocador; el beque portátil, la escupidera y el vomitorio de porcelana, el mundo ilusorio que la
anciana baldada por el reumatismo había soñado para la hija que no tuvo y la nieta que nunca
vio” p. 33-34
6 “Del amor…”, p. 56
5
3.2. El mundo libre de los esclavos
El mundo libre de los esclavos es descrito como la verdadera casa de Sierva María. Es allí
donde ella es libre, sólo ella, que cambia incluso su nombre, que transita desde Sierva María de
Todos los Ángeles, hacia la identidad de María Mandinga.
La niña “Sierva” adopta el patio de los esclavos porque sólo en él puede desplegar su
universo lúdico y festivo. Por eso allí celebra su fiesta de cumpleaños:
“En aquel mundo opresivo en el que nadie era libre, Sierva María lo era: sólo ella y sólo
allí. De modo que era allí donde se celebraba la fiesta, en su verdadera casa y con su verdadera
familia” 7.
La identidad que Sierva María se va dando a sí misma y que tiene que ver con la
configuración de su propio mundo, no es el de marquesita, sino una identidad que se apropia del
mundo lúdico de los esclavos; no es el mundo de los blancos, de su casa, donde habita su padre
que es una sombra fantasmal o su madre presa en sus múltiples dolencias, sino el mundo festivo
de los esclavos. Allí es donde, paradójicamente, ella encuentra su libertad y su peculiar forma de
habitar el mundo.
“*o podía concebirse un bailongo más taciturno en medio de tanta música, con los esclavos
propios y algunos de otras casas de distinción que aportaban lo que podían. La niña se
mostraba como era. Bailaba con más gracia y más brío que los africanos de nación, cantaba con
voces distintas de la suya en las diversas lenguas de África, o con voces de pájaros y animales,
que los desconcertaban a ellos mismos. Por orden de Dominga de Adviento las esclavas más
jóvenes le pintaban la cara con negro de humo, le colgaron collares de santería sobre el
escapulario del bautismo y le cuidaban la cabellera que nunca le cortaron y que le habría
estorbado para caminar de no ser por las trenzas de muchas vueltas que le hacían a diario” 8.
Se trata de una identidad de frontera 9, una verdadera confluencia de símbolos contrapuestos, que
emerge del cruce de culturas: la oficial y la otra, la ajena, la adquirida:
7 “Del amor…”, p. 20
8 Ibidem
9 Cfr. Isabel Rodríguez Vergara, “Del amor y otros demonios: Incinerando la colonia”.
“La descripción de la familia y el lenguaje de Sierva María serán vitales para la formación de su
subjetividad y su campo cultural. *ace en una posición límite, de estrangulamiento, sietemesina
y sin amor: de padre español, con características de algún retraso mental, y rechazada por su
madre mestiza. El nombre, la infancia y el entorno geográfico y cultural de este personaje
también son fronterizos: alterna su nombre en español sin apellido con el inventado nombre
africano de María Mandinga; este personaje es también doble culturalmente por su entorno
español (hija del marqués de Casalduero, y de la plebeya, Bernarda Cabrera) y africano
(amamantada, criada y hecha bautizar bajo la tutela de la negra yuruba-católica, Dominga de
Adviento, símbolo de "enlace entre los dos mundos". Sin embargo, Sierva María reconoce a
Dominga como su madre y elige dormir con los esclavos; baila y domina varias lenguas
6
“La niña, hija de noble y plebeya, tuvo una infancia de expósita. La madre la odió desde que le
dio de mamar por la única vez, y se negó a tenerla con ella por temor de matarla. Dominga de
Adviento la amamantó, la bautizó en Cristo y la consagró a Olokun, una deidad yoruba de sexo
incierto, cuyo rostro se presume tan temible que sólo se deja ver en sueños, y siempre con una
máscara. Transpuesta en el patio de los esclavos, Sierva María aprendió a bailar desde antes de
hablar, aprendió tres lenguas africanas al mismo tiempo, a beber sangre de gallo en ayunas y a
deslizarse por entre los cristianos sin ser vista ni sentida, como un ser inmaterial…” 10.
“Empezaba a florecer en una encrucijada de fuerzas contrarias. Tenía muy poco de la madre.
Del padre, en cambio, tenía el cuerpo escuálido, la timidez irredimible, la piel lívida, los ojos de
un azul taciturno, y el cobre puro de la cabellera radiante. Su modo de ser era tan sigiloso que
parecía una criatura invisible. Asustada con tan extraña condición, la madre le colgaba un
cencerro en el puño para no perder su rumbo en la penumbra de la casa” 11.
Dominga de Adviento cumple la función de gozne entre estos dos mundos por los que
Sierva María transita:
“Dominga de Adviento, una negra de ley que gobernó la casa con puño de fierro hasta la
víspera de su muerte, era el enlace entre dos mundos. Alta y ósea, de una inteligencia casi
clarividente era ella quien había criado a Sierva María. Se había hecho católica sin renunciar a
su fe yoruba, y practicaba ambas a la vez, sin orden no concierto. Su alma estaba en sana paz,
decía, porque lo que le faltaba en una lo encontraba en la otra” 12.
Desde un punto de vista estructural, se podría decir que, así como Dominga de Adviento
realiza la función de gozne entre dos universos, lo mismo ocurre con Cayetano Delaura, el
africanas, se viste con ropa y collares africanos y festeja familiarmente con ellos, con pólvora y
música, sus doce años. Sierva María escoge y construye su identidad africana como María
Mandinga: hablar la lengua yuruba, se niega a aprender español peninsular, a leer y escribir, y
a recibir lecciones de aritmética.
Así como su origen y crianza se tiñen de dos colores, su espacio físico fluctúa entre
desplazamientos de los dos mundos: el de los amos (la casa de sus padres biológicos y blancos) y
el de los esclavos (el patio y zonas intermedias) donde habitan el resto de los negros y Dominga,
su 'madre de leche', (no la biológica, cuestionando así la familia como legado cultural)”.
en: http://javeriana.edu.co/narrativa_colombiana/contenido/bibliograf/kline/isabel.htm
10 “Del amor…”, p. 54
11 “Del amor…”, p. 21
12 “Del amor…”,p. 19-20. La cita continúa: “Era también el único ser humano que tenía
autoridad para mediar entre el marqués y su esposa, y ambos la complacían. Sólo ella sacaba a
escobazos a los esclavos cuando los encontraba en descalabros de sodomía o fornicando con
mujeres cambiadas en los aposentos vacíos. Pero desde que ella murió se escapaban de las
barracas huyendo de los calores del mediodía, y andaban tirados por los suelos en cualquier
rincón, raspando el cucayo de los calderos de arroz para comérselo, o jugando al macuco y a la
tarabilla en la fresca de los corredores”.
7
sacerdote a cargo de sus exorcismos. Así como Dominga le ha enseñado las lenguas africanas, se
podría afirmar que Cayetano la introduce en otra habla, el habla poética, a partir de las
declamaciones de los versos de Garcilaso de la Vega.
Cayetano introduce en el mundo opresivo de la Abadía algo de la libertad del patio de los
esclavos. De algún modo, en la trasgresión que ejecutan en la celda, ellos vuelven a tener “un
dominio de dueños” 13 y la toma de conciencia “de que la libertad dependía de ellos mismos” 14
3.3. Voces en torno a su identidad
Desde su nacimiento, se tejen diversos discursos sobre la niña: el de Dominga de
Adviento, su protectora en el mundo de los esclavos y el del padre. Discursos disímiles y
contrapuestos: “Una mañana de lluvias tardías, bajo el signo de Sagitario, nació sietemesina y
mal Sierva María de Todos los Ángeles. Parecía un renacuajo descolorido, y el cordón umbilical
enrollado en el cuello estaba a punto de estrangularla.
‘Es hembra’ [ en otro lado se dirá que este mundo tiene un orden de hombres], dijo la
comadrona. ‘Pero no vivirá’. Fue entonces cuando Dominga de Adviento le prometió a sus
santos que si le concedían la gracia de vivir, la niña no se cortaría el cabello hasta su noche de
bodas. *o bien lo había prometido cuando la niña rompió a llorar. Dominga de Adviento,
jubilosa, cantó: ‘¡Será santa!’. El marqués, que la conoció ya lavada y vestida, fue menos
clarividente.
‘Será puta’, dijo. ‘Si Dios le da vida y salud’ 15.
Otros, la describen de diferentes maneras. La niña, de condición extraña para el resto, es
descrita por su madre como un “engendro” 16. “Eres idéntica a tu padre” le dijo. “Un engendro”
17.
13 “Una noche fue ella quien tomó la iniciativa con los versos que aprendía de tanto oírlos.
‘Cuando me paro a contemplar mi estado y a ver los pasos por do me has traído’ recitó. Y
preguntó con picardía: ‘¿Cómo sigue?’
‘Yo acabaré, que me entregué sin arte a quien sabrá perderme y acabarme’, dijo él.
Ella lo repitió con la misma ternura, y continuaron así hasta el final del libro, saltando versos,
pervirtiendo y tergiversando los sonetos por conveniencia, jugueteando con ellos a su antojo con
un dominio de dueños. Se durmieron de cansancio” p. 146-147.
“En los días siguientes sólo tuvieron instantes de sosiego mientras estaban juntos. *o se
saciaron de hablar de los dolores del amor. Se agotaban a besos, declamaban llorando a
lágrima viva versos de enamorados, se cantaban al oído, se revolcaban en cenagales de deseo
hasta el límite de sus fuerzas: exhaustos pero vírgenes” p. 148.
14 “Hasta entonces les había parecido a ambos que el amor les bastaba para ser felices. Fue
Sierva María quien se dio cuenta, desengañada por el padre Aquino, de que la libertad dependía
sólo de ellos mismos” p 157.
15 “Del amor…”, p. 53-54
16 “A fin de cuentas, Sierva María era lo único que le quedaba en común con la esposa, y no la
tenía como hija suya sino sólo de ella. Bernarda, por su parte, ni siquiera lo pensaba. Tan
8
Para las autoridades eclesiásticas será una “posesa”, una endemoniada:
El obispo:
“Es un secreto a gritos que tu pobre niña rueda por los suelos presa de convulsiones obscenas y
ladrando en jerga de idólatras. ¿*o son síntomas inequívocos de una posesión demoníaca?” 18.
Lo mismo sucede cuando es transferida al convento de las monjas de Santa Clara para
comenzar las sesiones de exorcismo. La abadesa se hace cargo de la identidad de Sierva María en
tanto posesa:
“…llegó hasta el patio de servicio guiándose por la voz. Sierva María cantaba sentada en un
banquillo, con la cabellera extendida por los suelos, en medio de la servidumbre hechizada……..
‘Vade retro’, gritó … ‘Engendro de Satanás’, gritó la abadesa. ‘Te has hecho invisible para
confundirnos’…
‘*adie la toque’…
‘Tantos conventos en esta ciudad y el seños obispo nos manda zurullos’ protestó la abadesa” 19.
En el patio de los esclavos del convento, Sierva María vuelve a recobrar su identidad:
“Poco después pasaron dos esclavas negras que reconocieron los collares de santería y
le hablaron en lengua yoruba. La niña les contestó entusiasmada en la misma lengua. Como
nadie sabía por qué estaba allí, las esclavas la llevaron a la cocina tumultuosa, donde fue
recibida con alborozo por la servidumbre…A quienes le preguntaron cómo se llamaba, les dio
su nombre de negra: María Mandinga.
Recuperó su mundo al instante. Ayudó a degollar un chivo que se resistía a morir. Le
sacó los ojos y le cortó las criadillas, que eran las partes que más le gustaban. Jugó al diábolo
con los adultos en la cocina y con los niños del patio, y les ganó a todos. Cantó en yoruba, en
congo y en mandinga, y aun los que no entendían la escucharon absortos. Al almuerzo se comió
un plato con las criadillas y los ojos del chivo, guisados en manteca de cerdo y sazonados con
especias ardientes” 20.
olvidada la tenía, que de regreso de una de sus largas temporadas en el trapiche la confundió
con otra por lo grande y distinta que estaba. La llamó, la examinó, la interrogó sobre su vida,
pero no obtuvo de ella una palabra” “Del amor…”, p. 33
17 “Del amor…”, p. 33
18 “Del amor…”, p. 67
19 “Del amor…”, p. 81
20 “Del amor…”, p. 78
9
4. Relevancia Teológica de la obra
La identidad de los sujetos en la cultura se construye a partir de lo simbólico, es decir, los
códigos que esa cultura maneja para determinar los espacios a habitar, los discursos desde donde
se configura lo anterior, las concepciones de mundo englobantes, que sirven como marco. Dicho
de otro modo, la hermenéutica del sí mismo se realiza a partir de los otros y la cosmovisión de la
cultura.
Esto se desarrolla en la obra desde el discurso religioso como estructurante de la identidad
individual y social. Es en ese discurso donde se infiltra el “miedo al otro” 21 que se convierte en
un enemigo que perturba la “identidad oficial” y debe ser excluido, eliminado o puesto bajo
sospecha (por ej., mediante la demonización) 22.
En especial quiero destacar los aspectos ligados a la sexualidad y al cuerpo, sobre todo el
cuerpo de la mujer ligado a lo demoníaco:
“Todo cuerpo, en cualquier cultura, es absorbido por un sistema de significaciones que lo
capturan y lo atraviesan, introduciendo en éste una causalidad simbólica por sobre sus
funcionamientos biológicos. En la episteme medieval, el ‘cuerpo’, sede de la concupiscencia y
lugar de la apelación de lo demoníaco, será el escenario de la lucha desenfrenada, de una tensión
insoportable entre los ‘apetitos sensibles’ y el gobierno de la razón. El ‘cuerpo’ en la Edad Media
será el territorio disputado igualmente por la soberanía divina y por la soberanía demoníaca” 23.
Una evangelización de la cultura, en una clave de fidelidad al evangelio, deberá liberarse
de ataduras atávicas en relación a estas temáticas a través de la incorporación de categorías de
Género 24, teniendo en cuenta ciertos aspectos olvidados en otras épocas. Baste echar una mirada
21 Cfr. Jean Delumeau, « La peur en Occident », Fayard, Paris, 1978. Ver en especial la segunda
parte titulada « La culture dirigeante et la peur ». En ella se menciona al otro como agente de
Satanás: los idólatras y los musulmanes, los judíos y la mujer. Ella es objeto de deseo al mismo
tiempo que repulsión. A la mujer se la exalta y se la denigra. A causa de la maternidad ella es “le
sanctuaire de l’étrange” p. 306
22 “La construcción del negro en el imaginario social, lo territorializó como salvaje, monstruoso,
demoníaco, bárbaro, lo oscuro, lo oculto. Quedó instalado en la creación fantástica, atemorizante,
de la herencia musulmana y, por ende, de Satanás. Esta combinación de elementos aportados por
la estructura de pensamiento de la tradición judeo-cristina, constituyó el lienzo sobre el cual se
plasmó el otro negro en la Colonia, y la justificación perfecta para los intereses hegemónicos de
la época” Matilde Eljach, “Un territorio Blanco para María Mandinga”, Convergencia, Enero –
abril, vol 12, nº 037, p. 129.
23 Virginia Naughton, “Historia del deseo en la época medieval”, Ed, Quadrata, B. Aires, 2005,
p. 43.
24 Sobre todo porque la mujer es vista “en un punto intermedio entre la cultura y la naturaleza, en
un nivel más bajo que el hombre” , Isabel Rodríguez Vergara, “Del amor y otros demonios:
Incinerando la colonia”, p. 1.
en: http://javeriana.edu.co/narrativa_colombiana/contenido/bibliograf/kline/isabel.htm
10
a ciertas prácticas eclesiales de otros tiempos que, a partir del temor y la demonización del otro
género, incurrieron en prácticas segregadoras, en especial en el terreno de las mujeres místicas:
“Por eso, las experiencias místicas de muchas mujeres fueron a menudo miradas con
desconfianza y sospecha, con severa y estricta vigilancia da varones encargados de controlarlas y
exorcizarlas” 25.
Por otro lado, en la misma obra aparecen las pistas de una Evangelización inculturada. Se
trata de la irrupción del genial personaje del padre Aquino. Está a cargo de los exorcismos de la
niña en el convento. Sin embargo, este sacerdote es capaz de hablarle en lengua “yoruba” y
devolverle los collares africanos arrebatados en el convento 26. Se trata de un personaje
secundario, que desaparece muy pronto en el relato, ya que muere antes de sanar a Sierva María.
Su muerte fue “un misterio que nunca se esclareció” 27.
Los rasgos descritos en la novela resaltan su opción por los más pobres, su ternura con
Sierva María, su domino de las lenguas africanas:
“Era el padre Tomás de Aquino de Narváez, antiguo fiscal del Santo Oficio en Sevilla y
párroco del barrio de los esclavos… Sus buenas calificaciones le merecieron un doctorado en
Sevilla…De regreso a la tierra había pedido la parroquia más humilde, se apasionó por las
religiones y las lenguas africanas, y vivió como otro esclavo entre los esclavos” 28.
En segundo lugar, me detengo en el aspecto ideológico. Ricoeur, en un estudio titulado
“La ideología y la utopía: dos expresiones del imaginario social” 29 constata que la mayoría de las
veces estas palabras designan el “lado patológico” de estos dos conceptos, es decir, distorsión
interesada o fuga de la realidad, respectivamente.
Sin embargo, partiendo del análisis del concepto de ideología (desde el nivel más básico,
es decir, como disimulo de la realidad, para continuar con el de legitimación del cualquier
autoridad) concluye que, en un nivel más profundo, la ideología cumple la función de
integración. Se trata de “una estructura simbólica de la memoria social” que une a los miembros
de esa sociedad con el acontecimiento fundador para preservar la identidad colectiva. Sin
embargo, este nivel profundo desciende a los otros (legitimación y disimulo) en la medida en que
se convierte en la domesticación del recuerdo. Así, la ideología se transforma en visión del
mundo que lo contamina todo, la ética, la religión, la ciencia misma. Esta perversión no debe
hacernos olvidar su sentido positivo original, pero debe ponernos siempre en la actitud de
sospecha del papel ideológico, en el sentido patológico del término.
Hay que exponer a la religión a la crítica de las ideologías. El tema se vuelve más sensible
aun cuando nos reunimos en un seminario para hablar de la Identidad Latinoamericana, una
identidad que se realiza desde la evangelización de los españoles, que, en el decir de los Obispos
en Puebla, se realizó entre luces y sombras, algo que no debemos nunca olvidar.
25 M.C. Lucchetti Bingemer, “Teología, mujer y derechos de los pobres: Una lectura del recorrido
latinoamericano” Stromata, año LXIV, nº ½, Enero - Junio 2008, p. 201
26 Cfr. “Del amor…”, p. 153
27 “Del amor…”, p. 156
28 “Del amor…”, p. 153-154
29 Paul Ricoeur, « Du texte à l’action. Essais d’herméneutique II », Ed. du Seuil, Paris, 1986, pp.
417-431.
11
La evangelización no pocas veces partió desde un discurso autoritario y dominador, a
veces incluso se convirtió, parafraseando a Ricoeur 30, en un discurso mortal. Es lo que he
querido presentar hoy a partir de la magnífica novela de García Márquez. Sierva María, en el
decir de Isabel Rodríguez, es una buena “metáfora del colonizado” 31.
5. Conclusión
A partir de la novela tratada he intentado ahondar en la problemática de la identidad,
subrayando que ella es una construcción que se teje en la red simbólica de la cultura, que nos
proporciona los códigos para situarnos en la realidad y habitarla humanamente.
En medio de esta red simbólica destaco el discurso religioso. Se constata que él puede ser
portador de cargas semánticas y estructuras simbólicas opresoras, discriminadoras y
demonizadoras de la diferencia. El recurso histórico para llevar a cabo lo anterior ha sido la
demonización del otro, como lugar del mal radical que es necesario combatir y aniquilar. En la
historia de nuestros pueblos el otro indigno ha sido el otro racial, social y sexual: indios o negros,
pobres y mujeres.
Sin embargo, es posible pensar una praxis eclesial diferente, ligada a la valoración y
defensa del otro. El lugar teórico de una praxis de este tipo es una teología de la evangelización
de la cultura que se lleve a cabo como inculturación del evangelio, es decir, una buena nueva del
reino de Dios que integre las semillas del Verbo de Dios en la historia. Evangelizar con respeto
hacia aquello que nos es ajeno y ser fiel a la identidad propia es el gran desafío de nuestra Iglesia
en todos los tiempos y en todas las culturas.
30 « Encore une fois, c’est toujours à travers une idée, une image idéalisée de lui-même, qu’un
groupe se représente sa propre existence ; et c’est cette image qui, en retour, renforce son
identité. Ce qui reste vrai des analyses les plus critiques et les plus péjoratives du phénomène
idéologique, c’est que cette image idéalisée ne peut manquer d’engendrer ce qu’en langage
psychanalytique on appellerait rationalisation et dont témoigne la ritualisation familière à toute
célébration. A la rhétorique du discours public s’ajoutent les maximes, les slogans, les formules
lapidaires qui font du discours une arme souvent meurtrière » p. 426.
“Reitero, un grupo se representa su propia existencia siempre a través de una idea, de una imagen
idealizada de sí mismo, y es esta imagen la que, a su vez, fortalece su identidad. Lo que sigue
siendo cierto de los análisis más críticos y más peyorativos del fenómeno ideológico es que esta
imagen idealizada no puede dejar de engendrar lo que en lenguaje psicoanalítico se llamaría
racionalización y de lo cual es testimonio la ritualización familiar en toda celebración. A la
retórica del discurso público se agregan las máximas, los eslóganes, las fórmulas lapidarias que
hacen del discurso un arma a menudo mortal” Ricoeur, “Del texto a la acción. Ensayos de
Hermenéutica II”, FCE, B. Aires, 2001, p. 356.
31 Isabel Rodríguez Vergara, “Del amor y otros demonios: Incinerando la colonia”, p. 1.
en: http://javeriana.edu.co/narrativa_colombiana/contenido/bibliograf/kline/isabel.htm

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