) CONTEXTO SOCIOCULTURAL.
Debido a los diversos factores derivados
de las transformaciones sociales, políticas, filosóficas e incluso científicas,
la sociedad occidental desde finales del siglo XIX hasta comienzos del siglo XX
sufre un período de crisis en el cual se cuestionan principios que hasta el
momento habían permanecido intactos. De esta crisis nace un sentimiento general
de malestar, heredero del movimiento romántico. En Europa occidental entrar en
conflicto los valores de la sociedad burguesa decimonónica. Se quiebra la fe en
el progreso al comprobar los desequilibrios sociales y surgen conflictos entre
el poder establecido y los movimientos marxistas o anarquistas.
Comienzan a cuestionarse los principios
filosóficos, morales y religiosos debido a la sensación de que el mundo es un
caos regido por una voluntad ciega que deja indefenso y desamparado al ser
humano. Surgen corrientes de pensamiento como el existencialismo o el
irracionalismo de Nietzsche.
En España, la crisis general de occidente
se agudiza por varios motivos, entre ellos el Desastre del 98. Cuba, Puerto
Rico y Filipinas eran las últimas colonias de ultramar que España poseía hasta
ese momento. Las guerras coloniales que se habían iniciado en 1895 fueron
minando poco a poco la moral y economía del país, ya de por sí desmoralizado
ante el derrumbamiento que se presentía.
El primero de Mayo de 1898 las tropas españolas fueron derrotadas y
aniquiladas por el ejército americano. Esta humillación hizo que la consciencia
de los españoles se tambalease y que se intentaran buscar soluciones ante el
declive irreparable del país, que años anteriores había sido la principal
potencia mundial.
La firma del Tratado de París obligaba a
replantearse el camino que se llevaba hasta el momento. En esta situación, un
grupo de intelectuales intentaron analizar las causas de la decadencia y buscar
soluciones, reflexionando acerca de la consciencia nacional, el pasado y el
presente. Los pensadores se movilizan, protestan, critican el poder. No actúan
ya como los ilustrados del siglo XVIII, quienes ejercían de consejeros del
gobierno y actuaban como delegados del déspota, que legitimaba tal actuación.
Ahora operan como razón autónoma, que se legitima por su autoridad moral, la
cual se sobrepone a la del poder político.
Los artistas adoptan algunos rasgos
comunes, tales como la actitud de
insatisfacción ante la realidad. Un lenguaje que rechaza el prosaísmo con una
renovación de carácter simbolista. Rechazo
hacia los valores materialistas, preferencia por la vida antisocial,
defensa de la creación artística como una actividad despreocupada y con sentido
utilitario, que persigue la belleza misma. Estos artistas no se preocupaban
verdaderamente por la crisis social en sí, ni sentían el deber intelectual de expresarlo. Su participación iba
dirigida a la indagación personal,
destinada a renovar ideales y creencias. Interpretaban la crisis española como
un problema de mentalidad, más que un problema de origen económico y social.
Postulan que la literatura es un instrumento para el examen de los problemas
ideales o de mentalidad.
Estos escritores toman una actitud
peculiar ante el problema, buscando el conocimiento del país a través de los viajes por sus tierras.
Castilla se convierte en el eje del paisaje, simbolizando toda España. Sienten
gran interés por la historia del pueblo, los hechos cotidianos, las costumbres,
calificada por Unamuno como intrahistoria. Denuncian el atraso en comparación
con otros países europeos, el analfabetismo, el caciquismo. Intentan encontrar
la esencia del pueblo español.
Este grupo de artistas se conoce como la
Generación del 98, nombre propuesto por Azorín en 1913, que encierra un grupo
de escritores españoles con un común espíritu de protesta y un profundo amor al
arte.
2)
ANÁLISIS DEL POEMA “He andado muchos caminos” de Antonio Machado.
Este poema se halla, ocupando el segundo
lugar, en la obra Soledades, galerías y
otros poemas, publicada en 1907.
Dentro del género lírico, el autor juega
con dos tradiciones literarias españolas: el romance y la copla. Distribuye su tirada de versos en estrofillas
o coplas de cuatro versos cada una, intentando expresar de manera popular una breve pero densa narración simbólica.
Su métrica,
por tanto, en principio no es claramente modernista, si se admite que ésta se caracteriza
por la innovación formal.
La
estructura interna del tema podría presentarse de la siguiente manera:
-
1ª parte (del verso 1 al 4): Introducción que muestra los ambientes diversos que el narrador
ha conocido en su viaje. (Las hipérboles, los plurales y los paralelismos refuerzan
esta diversidad y rapidez del viaje).
-
2ª parte: Descripción y juicios de lo vivido (del verso 5 al verso 30). A su
vez este apartado se divide en dos:
a)
la experiencia de lo negativo (verso 5 - verso14): dos estrofas para su descripción
y dos versos, una estrofa truncada (...) para su juicio, también negativo.
b)
la experiencia de lo positivo (verso 15 – verso 30): tres estrofas para su descripción
y una estrofa completa, la final, para el juicio, que esta vez se convierte en
una verdadera alabanza de la serenidad y la sencillez de las buenas gentes.
Conclusión:
El elogio puede ser considerado como conclusión del poema, puesto que reúne la
manera de vivir que el narrador desearía disfrutar y aprecia correcta.
Esta dicotomía entre experiencias vitales
podría considerarse demasiado simplificadora, si no estuviera truncada por la
presencia del narrador, que en su viaje por la vida y por su interior no ha conseguido
ser en plenitud.
El tema
del poema es el transcurso
imparable de la vida; y la diversidad de modos de afrontarla. La
búsqueda de la propia identidad y felicidad. Muy observador de las personas,
este caminante ha visto la parte terrible de la vida (tristes, soberbios, melancólicos borrachos y pedantones). Y también
ha podido palpar la felicidad en hombres despreocupados ante la existencia,
que, en su manera de vivir van dejando que cada experiencia llegue, sin prisa,
sin oposición (el juego, el trabajo, el
viaje, la muerte).
En cuanto a los personajes que se
distinguen en el poema, pueden mencionarse dos perfiles distintos:
Aquellos que soportan una experiencia vital negativa;
a su vez, divididos en cuatro subclases: tristes,
soberbios, melancólicos borrachos y pedantes, siendo irónicamente y
severamente juzgados por el viajero.
Quienes
disfrutan de una experiencia vital satisfactoria y plena; englobados en un
sólo tipo de personas “buenas gentes”, pero realizan muchas
actividades, sin ninguna clase de agobio.
También resulta importante destacar el
papel del viajero, que en esta composición se
presenta en 1ª persona del singular,
convirtiéndose así en narrador (testigo) y personaje de su viaje. El
modo en que se expresa es directo y sencillo
(Mala gente que camina/ y va apestando la tierra/ pedantones
al paño) En cuanto a su manera de
ser, es obligado decir su fiel y profunda observación de la realidad y su
búsqueda constante de identidad, de vida plena, siendo tal vez el motivo principal de su viaje.
El recurso métrico por excelencia es el
encabalgamiento. La finalidad con que Machado lo utiliza es aportar al texto
una sensación de movimiento, de atropello. Hay numerosas figuras retóricas
tradicionales perfectamente combinadas con usos literarios de la lengua, como
éstas:
-
Paralelismo sintáctico (en los cuatro primeros versos); unido al uso del tiempo
pretérito perfecto del indicativo (tiempo que acerca la vivencia del narrador y que,
además, se sitúa en la que él considera
unidad temporal del poema, su propia vida), a las hipérboles cien mares,
cien riberas. La aliteración pluralizante
y la movilidad implícita en andar, abrir y navegar,
expresa efectivamente el caos
imparable y diverso del viaje de la vida.
El tiempo pretérito perfecto de Indicativo
aparece otras dos veces más en el poema (verso 5 y verso 15), justo en los
comienzos descriptivos de cada tipo de personas, para recalcar aún más el
testimonio real del viaje. En el resto del poema domina el presente de
indicativo, tanto en las descripciones (miran,
callan y piensan/ que saben, que danzan o juegan, / cuando pueden),
como en los juicios del poeta (Mala gente
que camina / y va apestando la tierra; Son buenas gentes que viven, / laboran,
pasan y sueñan), con dos posibles finalidades: acercar aún más lo presenciado
al lector, y por tanto, como pretensión de objetividad; y como irremediable presente
eterno de la humanidad: determinismo, imposibilidad de un cambio de destino, de
clases, de almas, de vivencias (terrible
presente continuo y va apestando la tierra). El poema no vuelve al
pretérito perfecto al final, para cerrarse; queda abierto en el presente.
El símbolo de la sombra negra (verso 8) nos habla del indiscutible destino del
borracho. Tabernas es metáfora de
cordialidad, con sabor a pueblo y vino (versos 12 y 25 - 26) de alegría y
espontaneidad, en el primer caso y de placer casual, en el segundo; mula vieja (verso 22), además de
expresar de nuevo la idea de viaje de manera popular, es metáfora de tradición,
de costumbre. "Descansar" simboliza la muerte, aunque también es señal
de culminación del viaje de la vida, y en ese sentido es coherente con la
composición. El verbo "sueñan" es imagen de anhelo y
también de felicidad (el hombre feliz
duerme a pierna suelta y sueña).
-
El uso de los siguientes términos recrea deliberadamente el ambiente de pueblo
llano y humilde: veredas, pedantones al
paño, apestando, en todas partes, sus cuatro palmos de tierra, lomos de mula
vieja, días de fiesta, donde no hay vino, agua fresca, buenas gentes, en un día
como tantos, bajo la tierra.
También
se utilizan epítetos: buenas gentes; y adjetivos
especificativos de carácter realista: mula
vieja, soberbios y melancólicos/borrachos, agua fresca.
El estilo del texto reproduce el ambiente del pueblo, su manera
ruda de hablar y su sencillez. Los puntos suspensivos del verso 14 serían
posiblemente un ataque lingüístico más directo hacia los pedantones. Machado,
como muchas veces en su obra, escoge la poética del silencio. Profundidad
sincera en la expresión y simplicidad aparente en el estilo y la estructura.
El poema contiene una profunda filosofía
de vida, dejando en el lector algunos tópicos esenciales para contemplar su
propia existencia: la vida es un viaje, una búsqueda. El viaje machadiano es un
viaje interior. Durante todo el romance, el poeta utiliza continuamente elementos
inherentes a la vida del viajero (caravanas,
caminos, veredas...), verbos de movimiento (he andado, llegan, cabalgan, pasan), y figuras métricas o retóricas
que reproducen de manera efectiva esa inestabilidad y trasiego de todo
viaje tales como el encabalgamiento, el
paralelismo, el plural.
El devenir de la vida, reflejado en la
aparición de elementos léxicos como he
navegado, riberas... invitan a pensar
en el viejo tópico de Heráclito: la vida es imparable como un río, o como el
fuego. El final del viaje de la vida es la muerte. Por tanto, se reafirma el
que la vida es una búsqueda continua; el hombre de todos los tiempos busca conocerse
y vivir plenamente.
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