Biblia:
"Génesis" Capítulos 1, 2 y 3.
Contenido
del Génesis
Se
considera historia primitiva ya que contiene un fondo de verdad y un contenido
dogmático y moral. No se puede juzgar su forma con el criterio moderno de
historicidad ya que los hechos relatados en el Génesis, según la crítica
racionalista, no podrían considerarse históricos; en cambio la crítica
religiosa defendía su historicidad y juzgaba como parahistóricos o anteriores a
la historia los once primeros capítulos, y como historia primitiva los
siguientes. La crítica independiente actual considera los mismos capítulos
iniciales como una parábola de base tradicional, legendaria, y acepta la
historicidad de los otros, y si no tiene por históricos todos los hechos que
narran, entiende que lo son las civilizaciones que describen y las
circunstancias en que aquellos se originan. Las dificultades de la apreciación
de la historicidad en las narraciones históricas -como en el caso del Génesis-
radican fundamentalmente en la presencia del milagro y de la profecía, y en la
inclusión de fragmentos aparentemente imaginarios, parabólicos o simbólicos
(como lo son los primeros once capítulos).
El
Génesis o "libro de los orígenes" nos da la primera formulación del
pacto y sus antecedentes: narra el origen del mundo y del hombre. La narración
se extiende desde la creación del mundo a la muerte del patriarca José.
División
del Génesis:
1)
La historia primitiva desde la creación hasta Abraham:
La
creación y la caída.
Historia
de la cultura
El
diluvio
Del
diluvio hasta Abraham
2)
La historia de los patriarcas:
Abraham
Isaac
y Jacob
José
Capítulo
1: Primer relato de la creación, el Universo.
El
primer relato de la creación es atribuido a la fuente Sacerdotal que refleja
perfectamente las características propias de esta fuente: esquematismo,
abstracción, reflexión teológica y preocupación por salvar la trascendencia
divina.
Plantea
la obra creadora de Dios en orden decreciente de lo más imperfecto a lo
perfecto (en relación con la divinidad) hastra culminar en el hombre, corona y
rey de toda la creación por haber sido creado "a imagen y semejanza"
de Dios (con respecto a lo espiritual y no a lo físico).
El
proceso de la creación se distribuye en lo que se conoce como semana hebrea,
siendo el marco en el que concreta su enseñanza, un grandioso cuadro lógico,
pero artificial.
Al
principio solo existía caos, tinieblas y el espíritu de Dios
"aleteando" sobre las aguas. La imagen de Dios que surge de esta idea
dista mucho de ser antropomórfica (forma humana).
Comienza
el proceso de creación que se realiza a través del poder de la palabra, la
palabra parece mágica:
El
primer día crea la luz, que es la luz de la aurora y no la del sol, ya que en
la época en que aparece el Génesis se creía que eran distintas fuentes de luz.
Se crea de este modo el día y la noche.
El
segundo día crea el cielo y separa el mar de la lluvia.
El
tercer día crea la tierra y el mar, crea también las plantas, hierbas y árboles
frutales.
El
cuarto día Dios crea el sol, la luna y las estrellas, determinando de este modo
el día, la noche, las estaciones y los años.
El
quinto día Dios crea los peces y las aves.
El
sexto día crea los animales terrestres y finalmente al hombre y a la mujer.
Al
comienzo del segundo capítulo se cuenta que el séptimo día es bendecido por
Dios por haber terminado su obra creadora, y en él descansó.
Capítulo
2: Segundo relato de la creación.
A
partir del versículo 4 del Capítulo 2 comienza el relato Yavista de la creación
y la caída. Las características de la fuente Yavista aparecen claramente en los
dos capítulos 2 y 3, de estilo vivo, colorista, figurado, abundante en
antropomorfismos, esto es, de la representación de Dios, en su modo de hablar o
de actuar, a la manera humana. De este modo la imagen de Dios, que antes
resultaba un poco abstracta, se manifiesta aquí mucho más próxima y
comunicativa.
"Al
tiempo..." el autor nos da una versión de la creación y del origen del
hombre diferente de la del relato anterior. La mirada es menos amplia y el
orden en la producción de los seres, diferente: antes primero el caos, luego
las plantas, los animales y el hombre, aquí primero el hombre, luego las
plantas, los animales y la mujer.
Todo
esto es también artificio literario que nos indica su esquema de representación
y su intención de centrar su narración en estas dos cosas: el hombre y su
destino y la providencia que Dios tiene sobre él. Dando por supuesta la
creación del cielo y de la tierra, restringe su visión a la tierra, en cuanto
escenario del hombre y de su drama.
El
autor toma el polvo de la tierra para crear al hombre porque tradicionalmente
se decía que el hombre era hecho del polvo y que al polvo volvía. El autor toma
estos elementos porque eran populares y le servían a su finalidad didáctica. El
hálito de vida es el espíritu de Dios, es lo que lo hace semejante a él, es lo que
lo hace ser un ser viviente, que lo va a diferenciar de los demás seres
creados. Además en este segundo relato el hombre es el único ser viviente, el
primero creado por Dios.
Encontramos
una distensión, una pausa en el relato; describe cómo es y dónde está
exactamente ese lugar donde va a ubicar al hombre. Luego continúa con el relato
sobre él, que es el centro de toda la creación, y por lo tanto de este segundo
relato.
Se
destacan dos árboles en el Jardín del Edén que son el "árbol de la
vida" y el "árbol de la ciencia del bien y del mal". Con
respecto a la simbología del árbol, nos dice Cirlot: "el árbol como vida
inagotable equivale a inmortalidad ... representa en el sentido más amplio, la
vida del cosmos, su densidad, crecimiento, proliferación, generación y
regeneración". En el Paraíso había el árbol de la vida y también el árbol
del bien y del mal y ambos estaban en el centro del Paraíso. Schneider dice
¿por qué no menciona Dios el árbol de la vida, porque como algunos han creído
estaba oculto y no podía ser identificado ni era, por lo tanto, accesible hasta
el instante en que Adán se apropiara del conocimiento del bien y del mal, es
decir, de la sabiduría? Cirlot se inclina por esa hipótesis: "el árbol de
la vida puede conferir la inmortalidad, pero no es cosa fácil llegar hasta
él".
Dios
impone al hombre un precepto grave, sancionando con la pérdida del privilegio
de lainmortalidad. El precepto está formulado en la prohibición de comer del
árbol de la ciencia del bien y del mal. Siendo ésta una imagen literaria cuya
significación conocemos, es preciso ver lo que bajo ella se encierra. El
esquema doctrinal es este: Dios impone un precepto grave que afecta al hombre
en su ser esencial de criatura dependiente de Dios. Le manda reconocer su ser y
situación de creatura y no salirse de olla aprteciendo privilegios divinos. El
hombre al transgradirlo instigado porla serpiente atenta contra la soberanía de
Dios y reniega de su ser de criatura. Es pues, un gravísimo pecado de orgullo
por parte del hombre, sin que se nos diga en que materia determinada se
concretó el precepto y por tanto el pecado externo.
No
queda claro cual fue la transgresión que el hombre hizo, pues el haber comido
del fruto del árbol del bien y del mal es un símbolo (como una parábola que
tiene un fin didáctico).
Lo
que se busca no es simplemente un entretenimiento, sino además una compañía, un
complemento y que lo acompañe eternamente, por lo tanto crea Dios a la mujer.
Crea
a los animales y se los da al hombre para que les ponga nombre (como
entretenimiento), pero además los crea para poder señorear sobre ellos, porque
en la Tierra no existía otro ser viviente más que él. Además el hecho de que
les lleve los animales y los cree para él, muestra la jerarquía, la
superioridad del hombre, que es el rey de todo ese mundo creado para él. Este
hombre se diferencia del animal por el "hálito de vida", es decir,
porque tiene espíritu y por lo tanto puede tener dominio y señorear sobre
ellos.
La
creación de la mujer es para que sea un complemento, como una ayuda semejante
al hombre. Es creada de una costilla que Dios toma del hombre, es decir, que
esa mujer no es creada del polvo, sino de la carne del propio hombre, por lo
tanto tendrá también "hálito de vida". Esta creación es un antropomorfismo
que nos indica la relación y atracción mutuas entre el hombre y la mujer. Queda
instituída aquí la unión en matrimonio como monógamo e indisoluble.
El
hombre y la mujer estaban en un estado de pureza espiritual, no eran
conscientes de su desnudez y por eso no se avergonzaban, porque no tenían
prejuicios.
El
jardín llamado Edén creado por Dios para colocar allí al hombre, está rodeado
por cuatro ríos que sirven para ubicarlo geográficamente. El Tigris y el
Éufrates se conocen y ubican fácilmente en la Mesopotamia, en la zona de los
actuales territorios de Irán e Irak. Se nos dice que esta zona es muy rica ya
que en ella hay metales, como el oro, y piedras preciosas.
La
ubicación del Edén a través de los ríos tiene una finalidad didáctica y sirve
para remarcar la veracidad ya que ubica a quienes oían esto en lugares
conocidos y cercanos a ellos.
Proceso
de creación del segundo relato:
Se
dan por ya creados el cielo yla tierra. Al tiempo, Dios crea al hombre del
polvo de la tierra, insuflándole en su nariz un aliento de vida.
Luego
crea los árboles frutales, especialmente destacados son el "arbol de la
vida" y el "árbol de la ciencia del bien y del mal", plantados
en el Jardín del Edén.
Este
jardín tiene una ubicación geográfica precisa ya que está rodeado de cuatro
ríos, Pisón, Guijón, Tigris y Éufrates (estos dos últimos son geográficamente
conocidos).
Luego
crea los animales domésticos, aves y campestres.
Finalmente,
de la costilla de Adán, crea a la mujer, a la que llama "varona"
porque del varón fue tomada.
Capítulo
3: Tentación, caída, Protoevangelio.
La
serpiente era considerada en el folklore popular como un animal maligno, astuto
y traidor por excelencia. En muchos pueblos antiguos era objeto de culto como
diosa de la fecundidad. El autor, para apartar a Israel de esta aberrración, la
escoge aquí como figura de un ser inteligente y malhechor, enemigo de Dios y
del hombre, y que la revelación posterior (cuando es castigada a arrastrarse de
por vida), y la tradición cristiana han identificado con el demonio. La acción
de la serpiente es una clara personificación (figura que consiste en atribuir a
las cosas inanimadas o abstractas, o al ser irracional, vida, acciones o
cualidades propias del ser racional), en este caso se le atribuye a la serpiente,
habla e inteligencia.
Se
nos narra el proceso de la tentación con un conocimiento de la psicología
humana verdaderamente admirable, a través de los siguientes pasos:
A)
Por parte de la serpiente,
exagera
la prohibición de Dios "... de todos los árboles del jardín...",
tratando de despertar el orgullo humano.
Hace
desear el conocimiento de una ciencia superior "... se abrirán vuestros
ojos y seréis como dioses...", poniendo en tela de juicio la rectitud de
la intención divina: "¡No, no moriréis!"
Con
ello tiende a destruir la confianza en Dios y el temor a sus amenazas, y así el
objeto prohibido ejerce libremente su seducción.
B)
Por parte de la mujer,
da
oídos a la tentación, pues se detiene a explicar y a aclarar la situación a la
serpiente.
Va perdiendo
seguridad: "Vio entretanto la mujer que el árbol era apetitoso para
comer..."
Y,
en la misma proporción, a medida que va considerando al objeto prohibido lo va
deseando más: "... agradable a la vista"
Se
siente plenamente atraído por él, pues lo cree la llave de la felicidad:
"... y deseable para adquirir sabiduría, lo que se corresponde con las
palabras tentadoras de la serpiente "seréis como dioses, conocedores del
bien y del mal".
La
tentación se extiende al hombre que también come del fruto (la serpiente tienta
a la mujer, y la mujer al hombre).
En
la contemplación del árbol por parte de la mujer, tenemos imágenes gustativas y
visuales.
Al
pecar se realizan las promesas de la serpiente pero de muy distinto modo de
como ellos esperaban, ya que se cumple que adquieren sabiduría, pero ésta,
lejos de hacerlos sentir como dioses, los hacen avergonzarse de sí mismos, de
su propia desnudez, de lo que hasta ahora no eran conscientes, ya que no tenían
prejuicios y vivían en un estado de pureza espiritual.
"Oyeron
después los pasos de Yavé Dios ..." vemos otro antropomorfismo de la
figura de Dios (nos da idea de que camina). Dios actúa aquí como un juez
inquisidor, ya que pregunta acusando al hombre: "¿Dónde estás?, ¿Quién te
ha hecho saber que estabas desnudo?, ¿No habrás comido del árbol del que te
prohibí comer?".
El
hombre dice haber sido tentado por su mujer y ésta lo reconoce diciendo haber
sido engañada por la serpiente, pasándose la culpa y no aceptando
responsabilidades.
Inmediatamente
Dios emite sus sentencias, actuando como un verdadero juez con la serpiente, la
mujer y el hombre (los culpables). En la pena impuesta a la serpiente hay que
distinguir entre la expresión externa acomodada al animal-símbolo (serpiente =
demonio) y el contenido que va directamente contra el demonio tentador:
"Yo pongo enemistad entre tí y la mujer, entre tu linaje y el suyo".
"Te arrastrarás sobre tu vientre...": la expresiva imagen está tomada
de las características de la serpiente y de la espontánea aversión que hacia
ella se siente (es un animal que produce una sensación extraña entre el
desagrado y el miedo). Pero la hostilidad perpetua se establece entre la mujer
y su linaje y entre el diablo y el suyo. Por la suerte futura de ambos
contendientes la victoria final corresponderá al linaje de la mujer. Es la
primera luz de la redención en medio de la tragedia humana. El autor bíblico no
precisa cómo, en concreto, se realizará esta victoria, pero la revelación y
tradición posteriores (el pacto entre Dios y Abraham y la esperanza en un
Mesías redentor), irán concretando que el vencedor será un personaje
individual, el Mesías, por medio de su muerte redentora (para los cristianos
fue Jesucristo).
Al
hombre y a la mujer los castiga imponiéndoles penas correlativas a su misión y
naturaleza: la mujer, madre que parirá su hijos con dolor y será esposa
dominada por su marido; y el hombre deberá trabajar para poder alimentarse.
Ambos perderán además, como lo había anunciado al imponerles el precepto, la
inmortalidad: "... ya que del polvo eres y en polvo te has de
convertir..."
Dios
había impuesto un precepto grave que afectaba al hombre en su ser esencial
(moriría) de criatura dependiente de Dios. Le manda reconocer su ser y
situación de creatura y no salirse de ella apeteciendo privilegios divinos (el
precepto está formulado en la prohibición de comer del árbol de la ciencia del
bien y del mal). El hombre al transgredirlos (al comer del fruto prohibido)
instigado por la serpiente, atenta contra la soberanía de Dios y reniega de su
ser de criatura.
Es
pues, un gravísimo pecado de orgullo por parte del hombre, sin que se nos diga
en qué materia determinada se concretó el precepto, y por tanto, el pecado
externo: "He ahí el hombre que ha llegado a ser como uno de
nosotros..." (plural de majestad y plenitud, propio de la religión
monoteísta).
El
hombre y la mujer pecaron y los dos son expulsados del paraíso terrenal. La
expulsión es necesaria además para impedir el acceso al árbol de la vida (pues
cree Dios que también podrían osar comer de él, ahora que son mortales).
Los
querubines y la espada flameante son imágenes tomadas del folklore babilónico y
de las que se sirve el autor para expresar la idea de que la pérdida del
paraíso fue irrevocable.
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