Epicuro, maestro de buen vivir.
Epicuro fue filósofo
famoso. Nacido en la isla de Samos (341 - 270 antes de C.) hijo de ciudadanos
atenienses, su longeva vida (71 años) para la época le dio tiempo a muchas
actividades que quedaron para la posteridad. Fue seguidor de Demócrito y, ya
por aquellos tiempos, su teoría general de la física se basaba en la existencia
de los átomos. Fundó en Atenas la escuela que llevó su nombre.
El Epicureísmo
enseñaba que el placer era el fin supremo del hombre, pero no el placer sensual
por si mismo sino la obtención del mismo mediante el cultivo del espíritu y la
práctica de la virtud. Para el epicúreo, lo más grande es mantenerse alejado de
las inquietudes de la vida. El bien es el placer, el mal el dolor; se debe
gozar del primero y huir del segundo, pero gozar con moderación a fin de poder
gozar durante más tiempo y de mejor manera. La filosofía de Epicuro tuvo gran
número de partidarios, sobre todo en Roma. El representante más popular y
brillante de la escuela de Epicuro fue el poeta romano Lucrecio.
Pero muchos, la
mayoría, de los discípulos de Epicuro, se agarraron a lo fácil y permisivo de
su filosofía y la desnaturalizaron de tal manera que llegaron a proclamar que
el maestro lo que predicaba era que los gozos puros e intelectuales basados en
el placer del espíritu, lo que realmente significaban era la voluptuosidad más
refinada y el lujo sensual. Desgraciadamente, esta es la definición que
vulgarmente se ha aceptado para definir la palabra epicúreo, y así nos
encontramos con que hoy se puede definir una fiesta desenfrenada como una orgía
epicúrea.
Lo cierto es que el
Epicuro maestro se trasladó a Atenas, reunió a un grupo de discípulos comprando
un huerto en el centro de la ciudad, que fue conocido como el Jardín de Epicuro.
Allí tomó carácter una comunidad que se mantenía por medios propios, a la que
el filósofo impartió sus conocimientos. Como ya ha quedado claro, su doctrina
se basaba en una absoluta resistencia al libertinaje y sus tentaciones, a la
corrupción, a la riqueza y a sus pasiones desordenadas. Su norma de vida
pretendía alcanzar la felicidad dejando de lado las preocupaciones y el dolor
emocional.
En realidad, Epicuro
era todo lo contrario de lo que el tiempo nos ha traído como filosofía suya. El
hombre debía valorar por si mismo sus necesidades reduciéndolas lo necesario
para evitar la tentación de querer conseguir a toda costa lo que no se tiene,
ni se necesita imperiosamente. Para Epicuro, el placer material no tenía la
misma preferencia que el espiritual.
Pero todo lo
cambiaron algunos de sus discípulos, que vieron, tras la desaparición del
maestro, la oportunidad de disfrutar de una vida placentera, e incluso
desenfrenada, basándose en la tergiversación de su filosofía.
De poco sirvió que
Lucrecio, su gran discípulo y continuador de su filosofía, amén de gran poeta
latino, iniciara el libro V de su poema "De rerum natura" con un
encendido y reverente elogio. Los que tuvieron para su beneficio la falta de
ética y de escrúpulos de utilizar en el sentido más lúdico posible la austera
filosofía de Epicuro, consiguieron que el nombre del maestro quedara
perpetuamente ligado, en el mundo de los vulgares, al libertinaje en la forma
de disfrutar la vida. Pero la figura de Epicuro, como dejó escrito el gran
periodista y seguidor de la buena doctrina epicúrea Nestor Luján, estará
siempre ligada con su filosofía pura: "el placer mesurado, los conceptos
de felicidad y de ausencia de dolor son la base de esta doctrina bañada en un
general y balsámico escepticismo, de este saber conforme a las posibilidades y
encontrar en él, con el supremo concepto de la amistad y la fraternidad
humanas, el consuelo de los placeres compartidos, el goce máximo que puede
conocerse en este mundo que tantas cosas positivas nos ofrece desde la primera
y más sabia: el lujo maravilloso de vivir".
No hay comentarios:
Publicar un comentario