En
el Canto I, Martín Fierro aparece
abruptamente en la figura de cantor-relator, asumiendo el centro de la
atención desde el primer verso, en el cual también ubica su intervención
como la de un cantor que de inmediato se identifica con el espectáculo
usual del trovero de pulpería, cantor y payador a la vez. Se describe a
sí mismo como un gaucho payador, y
por lo tanto expresa que cantar es algo esencial en su vida, y que lo
hace improvisando, como era lo propio en los payadores.
Consecuente
con la estructura habitual en tales oportunidades, el cantor se presenta
para darse a conocer de un auditorio del que frecuentemente no era
previamente conocido; y, en función del enfrentamiento y desafío que
encerraba la payada como contienda de ingenio - que a veces terminaba en
pelea a cuchilladas - asume una actitud ambivalente, en que mezcla la
humildad del que pide el auxilio divino para obtener la necesaria
inspiración y para decir claramente lo que desea:
Pido a los santos
del cielo
que ayuden mi pensamiento
...
Vengan santos milagrosos,
vengan todos en mi ayuda,
que la lengua se me añuda
y se me turba la vista;
pido a mi Dios que me asista
en una ocasión tan ruda.
— pero al mismo tiempo alardea de
ser valiente:
no me hago al lao
de la güeya
ni aunque vengan degollando.
...
En el peligro ¡que Cristo!
el corazon se me ensancha
pues toda la tierra es cancha
y de esto nadies se asombre:
el que se tiene por hombre
donde quiera hace pata ancha.
— de ser cautivador con su canto:
El cantar mi gloria
labra
...
como si soplara el viento
hago tiritar los pastos
...
— de ser un ejecutante eximio del instrumento musical:
Con la guitarra en
la mano
ni las moscas se me arriman
...
hago gemir a la prima
y llorar a la bordona.
— de su condición de gaucho orgulloso de ser libre de toda atadura:
Soy gaucho y
entiendanló
como mi lengua lo esplica
...
Mi gloria es vivir tan libre
como el pájaro en el cielo.
— y de muchas otras condiciones valorables.
Y,
por supuesto, no omite el desafío general a quien quiera enfrentarlo en
la payada:
Y si me quieren
probar
salgan otros a cantar
y veremos quién es menos.
Sin
lugar a dudas, la característica que predomina en ese Canto, como
expresión de la habilidad del autor para presentar no un individuo sino
un prototipo, es esa típica mezcla de
humildad y altanería con que, el que se siente inferiorizado
socialmente expone su orgullo personal, exalta al máximo los valores que
puede atribuirse, y contrapone sus virtudes con la mala consideración que
recibe de la sociedad:
Y atiendan la
relación
que hace un gaucho perseguido,
que padre y marido ha sido
empeñoso y diligente
y sin embargo la gente
lo tiene por un bandido.
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