RESUMEN
PRIMERA PARTE MARTÍN FIERRO.
Martín Fierro,
el gaucho, nos va a contar con sincera nostalgia la vida feliz que antaño
llevaba en la pampa y la
inicia no con el grandilocuente verso homérico de "Canta musa, la cólera
de Aquiles"… sino con un auténtico rapsoda del pueblo al que van
destinadas sus cuitas y lamentos: "Aquí me pongo a cantar / al compás de
la vigüela…" en el canto II comienza el relato propiamente novelesco del
poema, concretamente al llegar la cuarta estrofa: la leva lleva al gaucho del
hogar a "la frontera", a la tierra de indios.
En el canto III asistimos a la vida miserable que sufre nuestro protagonista en su nuevo destino. La guerra con el indio se halla erizada de peligros sin cuento, hasta el punto de que el gaucho decide huir (canto IV y V). La continua huída va a durar tres años, sembrado de penalidades sin cuento. Pobre y desnudo, regresa a su rancho, que ha sido destruido y ha de refugiarse en una cueva.
Las penalidades no han terminado: en el canto VII Fierro sufre persecución al ser considerado un vago. Entonces se revela y se torna "malo", frecuenta las "pulperías", se emborracha y, pendenciero, en una pelea mata a un negro. En el canto VIII, la policía lo persigue. Exhausto, pero valiente, lucha hasta la extenuación, hasta conseguir la admiración del sargento de policía Cruz, en el canto IX lo escucha con atención y, compadecido de él, le cuenta a su vez, su historia; y así ambos, por ser dos almas gemelas, deciden marchar a tierra de indios. Así se llega al canto XIII, con el que finaliza la primera parte. Hernández, por boca de su protagonista, anuncia "romper la guitarra para no volverla a templar". En la última estrofa se encierra toda la protesta y denuncia socio-política: "…que referí ansí a mi modo / males que conocen todos / pero que naides contó".
En el canto III asistimos a la vida miserable que sufre nuestro protagonista en su nuevo destino. La guerra con el indio se halla erizada de peligros sin cuento, hasta el punto de que el gaucho decide huir (canto IV y V). La continua huída va a durar tres años, sembrado de penalidades sin cuento. Pobre y desnudo, regresa a su rancho, que ha sido destruido y ha de refugiarse en una cueva.
Las penalidades no han terminado: en el canto VII Fierro sufre persecución al ser considerado un vago. Entonces se revela y se torna "malo", frecuenta las "pulperías", se emborracha y, pendenciero, en una pelea mata a un negro. En el canto VIII, la policía lo persigue. Exhausto, pero valiente, lucha hasta la extenuación, hasta conseguir la admiración del sargento de policía Cruz, en el canto IX lo escucha con atención y, compadecido de él, le cuenta a su vez, su historia; y así ambos, por ser dos almas gemelas, deciden marchar a tierra de indios. Así se llega al canto XIII, con el que finaliza la primera parte. Hernández, por boca de su protagonista, anuncia "romper la guitarra para no volverla a templar". En la última estrofa se encierra toda la protesta y denuncia socio-política: "…que referí ansí a mi modo / males que conocen todos / pero que naides contó".
PRIMERA PARTE
Capítulos I al V.
Presentación del personaje de Martín Fierro
como gaucho valiente. Narra las dichas e infortunios de todo ser humano, su
experiencia como gaucho. Cuenta las arbitrariedades de la autoriadad y la falta
de trabajo que obliga a los hombres a dejar sus tierras y huir hacia la
frontera o ser encarcelados. Martín Fierro junto con otros compañeros es
llevado el fortín a realizar trabajos forzados. Enumera las injusticias que
padeció viviendo con los indios a quienes describe como bárbaros: NO SALVAN DE
SU JOROR/ NI LOS POBRES ANGELITOS:/ VIEJOS, MOZOS Y CHIQUITOS,/LOS MATA DEL
MISMO MODO./ QUE EL INDIO LO ARREGLA TODO/ CON LA LANZA Y CON LOS GRITOS.
SEGUNDA PARTE
Capítulos VI al VIII.
Estando cautivos en el fortín les avisan que
tendrán una expedición a las tolderías. Martín Fierro logra huir y regresa a su
rancho sin encontrar nada, ni casa, ni familia. Esa noche Martín va a una
fiesta y en una riña mata a un megro. Otra vez en un boliche mata a un gaucho y
se ve obligado a huir nuevamente. EL ANDA JUYENDO./SIEMPRE POBRE PERSEGUIDO;/
NO TIENE CUEVA NI NIDO,/COMO SI JUERA MALDITO;/ PORQUE EL SER GAUCHO...
¡BARAJO!,/ EL SER GAUCHO ES UN DELITO. (Concepción del gaucho por parte del
autor).
TERCERA PARTE
Capítulos IX al XIII.
Así estuvo Martín Fierro huyendo de la
justicia, durmiendo en el campo, hasta que un día llegaron unos hombres por él.
Fierro peléa tratando de defenderse, llega Cruz y le ayuda a escapar. Es aquí
donde aparece el personaje del sargento Cruz que a partir de este momento se
convierte en su amigo y compañero de viaje. Martín Fierro concluye haciendo un
recuento de lo que es la vida y el destino del gaucho. El narrador termina la
historia contando que Cruz y Fierro cruzaron la frontera por el desierto hacia las
tolderías.
Martín Fierro Primera parte •
Martín Fierro es un gaucho que empieza a
contar su historia en la pulpería, él vive en la miseria y huye de la frontera
para viajar a sus pagos. En este momento abandona a su mujer e hijos, y esto lo
caracteriza como un gaucho matrero. El se escapa porque estaba cansado de la
miseria, no tenía ropa ni comida y ya no soportaba los malos tratos. • Cuenta
sus anécdotas, la persecución que sufría, sus encuentros con los indios, con el
gringo y con el moreno (a quien mata). Martín Fierro se une a Cruz, un gaucho
que mata a un hombre y escapa, él también es un gaucho matrero. •En esta primer
parte aparece un problema social que es el maltrato a los gauchos. •El gaucho
era un trabajador rural, cuya situación ideal hubiera sido vivir en el campo
felizmente con sus familias bien mantenidas. Pero la realidad es muy distinta.
•Según la política de la época el gaucho aparece como un trabajador de
estancia, que cuida la frontera y pelea en la guerra del Paraguay. Martín Fierro
critica esto porque sostiene que los que crearon la patria (los criollos) no
están cuidando de ella. •Martín Fierro es el ejemplo de lo que pasaba en
Argentina en esos tiempos. •El destino del gaucho era ir a la frontera o a la
batalla. • La política del momento dicta las “leyes de vagancia”, que eran
utilizadas para apresar y utilizar a los gauchos. •Aparece la presión social
sobre los personajes buenos: hacen que estos se transformen en criminales, como
es el caso de Martín Fierro El gaucho nunca es tomado en cuenta, salvo en el
momento de las votaciones. Éste no es llevado a la guerra para luchar por la
patria sino para ser esclavo. Se hace una gran crítica a esto: se critica la
política expansionista que favorece a pocos, pero perjudica a muchos. •Se realiza
una descripción negativa del indio. •Martin Fierro sostiene que el saber del
gaucho es fruto de su experiencia, y por este motivo sus cantos son tan
valiosos.
GAUCHO MATRERO
“Monté y me largué a los campos
Más libre que el pensamiento,
Como las nubes al viento,
A vivir sin paradero;
Que no tiene el que es matrero
Nido, ni rancho, ni asiento.”
“Hombre divorciado con la sociedad, proscrito
por las leyes;... salvaje de color blanco que incluye al cantor, que anda de
tapera en galpón cantando hazañas propias y ajenas.” El Facundo, Sarmiento.
Matrero: Fugitivo que buscaba el campo
para escapar de la justicia.
Matrero: deriv. de matra; dícese del hombre que se
interna en las zonas inhóspitas huyendo por lo común, de la Justicia, a la que
suele hacer frente si es descubierto.
LEY
DE LEVA O LEY DE VAGANCIA
Esta situación se vio agravada por
un componente político: la “ley de leva”, la cual consistía en permitir a la
policía de la campaña detener a todo aquel que no estuviera trabajando en
alguna estancia como peón y enviarlo a la frontera a luchar contra los indios.
De ahí que al gaucho sin papeleta
de conchabo (comprobante de trabajo) se lo denominaba “gaucho malo” o “gaucho
matrero”, como si fuera un delincuente por no poseerlo. El reclutamiento de los
gauchos para el servicio de frontera era muy estricto y dio lugar a una serie
de injusticias, ya que eran reclutados no solamente los gauchos sin conchabo
sino también aquellos que poseían su propio rancho y su familia y eran
reclutados por capricho de la autoridad local. Esto dio lugar a que el gaucho
escapase y se convirtiese en un desertor el cual sería perseguido por las
partidas de policías con las cuales debía enfrentarse constantemente.
Se concebía al gaucho como el
elemento haragán y pendenciero que depredaba al ganado y vagaba por las
tierras. Tierras que pertenecían, o se creían con derechos sobre ellas, a los
propietarios de saladeros y grandes estancias. Los terratenientes se
encontraban ante graves problemas: por un lado, la presencia de los indígenas y
por el otro, la falta de mano de obra y soldados y, la necesidad de incorporar
al gauchaje al sistema capitalista que buscaban imponer. Los gobiernos
“provinciales” (los territorios provinciales aún no estaban definidos) y el
gobierno nacional, administrado por los mismos miembros del sector
terrateniente, trataron de resolver el problema indígena propiciando campañas
militares que buscaban la expulsión de los indígenas de los territorios que
ocupaban y el establecimiento de una línea de fortines. La escasez de mano de
obra y de soldados se resolvió a través de la sanción de las leyes de Vagos o
de Leva.
A través de la ley de Leva, se
trató de combatir el nomadismo, el vagabundeo y la delincuencia rural
estableciendo que todo varón entre 18 y 40 años que no tuviera propiedad,
careciera de domicilio fijo, que no pudiera demostrar ocupación alguna (los
gauchos podían demostrar su ocupación a través de un documento, denominado
papeleta de conchabo, emitido por el patrón y que certificaba su relación de
dependencia), sería detenido, puesto a disposición de las autoridades y
destinado al desarrollo de obras públicas o a cumplir servicio militar en la
frontera con el indio.
La escasez de mujeres, el hambre,
las penosas condiciones de existencia, los atropellos de los superiores,
provocaban que muchos soldados desertaran y vivieran huyendo en las tierras de
los “cristianos” o que se integraran a las tolderías.
Según establecía la ley, los
soldados debían ser recompensados con la paga de un salario, pero éste nunca
llegaba o se perdía por el camino y, en ocasiones, llegaba muy tarde… ya cuando
el destinatario había sido muerto en combate.
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