¿Manrique es un romántico?
Manrique
es el personaje principal de la leyenda “El rayo de luna” texto perteneciente
al género narrativo, el término “leyenda” proviene del latín legenda, que
significa “lo que debe ser oído”. Originalmente, era una narración escrita que
era leída en público en las celebraciones de las festividades de los santos.
Desde el siglo XIX, la leyenda es considerada como un sinónimo de la llamada
tradición popular. Como parte del género literario, la leyenda se considera
como una narración de carácter ficticio con origen oral. Una leyenda tiene como
característica fundamental, que es de carácter oral, es decir, es un relato
hablado que se transmite tradicionalmente en un lugar, un pueblo, una
población. También se destaca en una leyenda, que señala en su historia lugares
precisos, que son parte de la realidad. Además, se relaciona con hechos,
lugares, monumentos, personas o comunidades. Los hechos relatados en una
leyenda normal, son transformados con el correr de los años, a menos que las
leyendas sean escritas, ya que no cuentan con esa característica. Algunas
leyendas comienzan y continúan siendo de carácter oral, mientras que otras
tienen el mismo origen pero posteriormente pasan a ser escritas. Esta, fue
escrita por Gustavo Adolfo Bécquer, autor español, nacido en 1837, en Sevilla,
uno de los más importantes en el Romanticismo español.
Bajo
el título “Las leyendas” se agrupan casi todas las narraciones en prosa de
Bécquer, son veintidós y están escritas con un estilo delicado y rítmico,
abundan las descripciones que explican las imágenes y las sensaciones del
personaje. Revela el interés artístico de Bécquer por la Edad Media. Predomina
en ellas lo misterioso, lo sobrenatural, lo mágico.
“El
rayo de luna” es la historia de una desilusión, de un ensueño que conduce a una
locura que siempre estuvo presente, de un amor que sólo existe en sueños, en la
imaginación. Manrique es un muchacho que vive en su propio mundo, y en éste
aparece una mujer vestida de blanco y hermosa; todo ocurre en un marco donde la
luna preside majestuosa y expectante. Pero todo es fruto de su fantasía, de una
ilusión que le hace ser feliz pero, cuando tropieza con la realidad, le hace
sentir la peor de las desdichas. Manrique, quizás, nunca estuvo loco, quizás
era un soñador que tropezó con una vida que no le gustaba, con unos
sentimientos que le negaban la propia realidad, con un amor imposible que,
quizás, nunca esperó alcanzar. Como tema podemos hablar del concepto de amor
idealizado, pero también plantea una visión pesimista del mundo, nada de
aquello por lo que el ser humano lucha con tanto empeño vale la pena, sea
porque para llegar dejamos demasiadas cosas en el camino, sea porque una vez
alcanzada la meta nos damos cuenta de que ésta no es lo que nosotros pensábamos.
Externamente se estructura en un prólogo, seis capítulos y un epílogo, a modo
de conclusión. Internamente, reconocemos la presentación de Manrique, la
ambientación y descripción del lugar, el encuentro con la mujer desconocida,
luego el desarrollo en el que lo vemos perseguir a la mujer, la búsqueda en
Soria, la esperanza de encontrarla y cómo se enamora de ella en base a lo que
imagina, luego el descubrimiento, lo que creía era una mujer era un rayo de
luna y el epílogo en el que el narrador plantea la interrogante ¿la verdad está
en la locura? La leyenda gira en torno a Manrique y su ilusión: la mujer de sus
sueños. Es de origen noble. Entre las ocupaciones u obligaciones propias de la
nobleza, una de ellas es la carrera de las armas, sugiere que ni el ruido de
las armas ni la trompeta de guerra le parecían insólitas. Aquí el narrador
comienza distinguirlo del resto de los guerreros, no se preocupa por las armas
sino por la lectura de poemas. Es, pues un romántico típico, un hombre distinto
al resto de los demás. Este pretende introducirse en el mundo misterioso de los
muertos tratando de sorprender alguna conversación. Esto comienza a darnos el
retrato de un hombre romántico, que se aleja del mundo cotidiano y normal
pretendiendo penetrar en el mundo misterioso del más allá porque tiene
aspiraciones distintas al resto de los hombres. Por otro lado podemos pensar
que el querer oír las conversaciones de los muertos es la interpretación que
dan sus servidores a sus actitudes incomprendidas por el resto de la gente, lo
que constituye otro carácter romántico. Al mismo tiempo evidencia el atractivo
que tiene la naturaleza para el romántico, naturaleza que es contemplada y
disfrutada en soledad. Una de las características de los personajes románticos
es la soledad, y nuestro personaje “amaba la soledad”; para indicar hasta qué
punto le gusta el narrador exagera al decir que no quería tener sombra. Otro
elemento que tipifica al hombre romántico es que crea un mundo fantástico con
su imaginación, en esa soledad tan buscada y tan gustada. El narrador lo define
como poeta por crear en su imaginación ese mundo fantástico y dice que tanto
más lo es cuanto que nunca quiso encerrar en formas escritas sus pensamientos.
En esto se acerca también a la definición del romántico que ama la libertad en
las formas, y encerrar sus pensamientos en una forma escrita significa
aprisionarlos, impidiendo el libre vuelo imaginativo.
Manrique
es diferente al resto de los hombres de su época porque sus iguales eran
hombres dinámicos, guerreros que vivían ejercitándose en las armas,
preparándose para la guerra o practicando deportes rudos como la caza. Él, por
el contrario, es presentado en una imagen estática, se reitera su actitud de
quietud externa hasta “quedarse una noche entera mirando la luna”. La acción
para él no se resuelve en actividad corporal sino mental, por eso, da “rienda
suelta a la imaginación”.
Cree en la existencia de mujeres misteriosas
que habitan en los ríos, en las fuentes y los lagos y escucha sus voces en el rumor
del agua que intenta traducir. Para este romántico todo está lleno de misterios
que él desea penetrar. En todo lo que le rodea cree percibir formas y escuchar
sonidos y palabras que no puede comprender. Hay en él un intento de ver lo que
nadie ve y comprender lo que nadie comprende. El narrador describe la
concepción amorosa del personaje, es un enamorado del amor. Sueña con el amor
pero no lo puede sentir plenamente, en forma abarcadora y total por una cierta
ansiedad de sus sentimientos. Está tan ansioso por llegar a sentir el amor que
“amaba a todas las mujeres un instante”, a cada una por su cualidad.
Según
el narrador el estado en que vive en ciertos instantes es el delirio y lo
ejemplifica con el hecho de pasarse la noche entera contemplando la luna o las
estrellas. Vemos en Manrique el deseo de lo desconocido y cómo el narrador ya
nos prepara para lo que ocurrirá después, porque el personaje piensa en mujeres
de otros mundos, inalcanzables, como ocurre en la rima XI, en la que el yo
lírico rechaza a dos mujeres para llamar a un fantasma de niebla y luz, un
sueño, un imposible. Sin duda, podemos concluir que Manrique es el típico
romántico.
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