Hermann Hesse, escritor y poeta alemán, ganador del Premio Nobel en 1946, tuvo en su infancia y posterior juventud un conflicto interior y una crisis psicológica que lo llevaron a tomar algunas tentativas suicidas en medio de una desesperada rebeldía frente a sus antiguos valores y tradiciones burguesas. Por tal razón debió recluirse en una institución para rehabilitar su salud mental. El encargado de su tratamiento no sería otro que Carl Gustav Jung, quien con terapias psicológicas ayudaría a Hesse a sobreponerse.

La psicología de Jung influiría de manera importante en toda la obra literaria de Hesse, a la par que éste recogía el desesperanzador panorama que en Europa se observa desde la Primera Guerra Mundial. A partir de esta experiencia, en la novela Demian: Historia de la Juventud de Emilio Sinclair (1919), Hesse refleja una vida interior conflictiva en la búsqueda de la superación de la moral de la Modernidad: valores burgueses, cristianismo hegemónico, escuela tradicional, entre otros aspectos que han impregnado grandes verdades y han eclipsado el fondo de la individualidad de muchos seres humanos.
Con la psicología de Jung, Hermann Hesse muestra rasgos caracterológicos de introversión / extroversión. La introversión es visible en personajes cuya reflexión interna de la individualidad es constante. El mundo es un conglomerado distante a ellos y por tal razón son extraños, seres de un mundo muy cerrado e íntimo. Emilio Sinclair y Max Demian, viven su vida por esta línea, quizá también por el carácter vital de Hesse. Ellos tratan de mostrarse diferentes y distantes de los individuos del común.

Por otra parte la psicología de Jung en Hesse ejerce influencia en la vida onírica de todos los personajes. Los sueños para la realidad son de vital importancia, pues contribuyen a confluir pasado, presente y un posible futuro a través de los deseos inconcientes, simbolizados con imágenes que cobran forma visible a través de la vida misma.

ACERCA DE DEMIAN: HISTORIA DE LA JUVENTUD DE EMILIO SINCLAIR

Demian: Historia de la Juventud de Emilio Sinclair es una novela que refleja gran parte de la vida de su autor, Hermann Hesse. Muchos críticos tienden a suponer que Emilio Sinclair es un alter-ego que Hesse utilizó para retratar su propia vida. El Hesse-Sinclair que se muestra aquí, es el yo-real, impregnado de los valores tradicionales de la cultura moderna y la religión cristiana, pero a la vez, un ser inconforme y gustosamente alejado del rebaño humano, permanentemente cuestionado a sí mismo en la búsqueda de superar la vieja moral y la esperanza de sentido en medio de una sociedad en decadencia. Por otra parte, Max Demian representa el yo-ideal que Hesse dibuja siempre con un semblante filosófico-reflexivo, cuyo sentido de la existencia busca ser trascendental, y que se opone a toda tradición hegemónica para transformarla y crear nuevos valores.

La novela narra la parte de la infancia y juventud de Emilio Sinclair, vida que transcurre en medio de dos mundos (mundo luminoso y mundo oscuro); vida que se rebela en contra del mundo de sus padres para acceder al mundo exterior a manos de Franz Kromer; vida en la búsqueda de trascendencia; vida que se encuentra amena en la inspiración vital de sus amigos Demian y Pistorius; vida que encuentra inspiración amorosa en Beatrice y Eva; y sobretodo vida en la constante reflexión filosófica y la lucha de su yo interior con el mundo circundante. A partir de los momentos vitales de Sinclair señalaremos a continuación algunas cuestiones importantes.

La infancia de Sinclair: conflicto entre dos mundos
Para Emilio Sinclair su infancia fluye entre dos mundos confundidos. Uno es unmundo claro y luminoso en donde habitan padre, madre y hermanas, un mundo en el cual hay amor y severidad, en donde existe un camino que conduce al porvenir, hacía el deber y la culpa, la palabra de la Biblia y la sabiduría. (“En este mundo debía uno mantenerse para que la vida fuese clara y limpia, bella y ordenada”)

El otro es el mundo oscuro, mundo del exterior, en donde hay criadas y aprendices, historias de aparecidos y rumores de escándalo, cosas monstruosas, atrayentes, terribles y enigmáticas, cosas como el matadero y la cárcel, hombres borrachos y mujeres escandalosas, vacas que paren y caballos que se resbalan; relatos de robos, asesinatos y suicidios. Así, Sinclair se mantiene en esta dualidad, prefiriendo por tradición el mundo claro, pues sus valores y educación familiar lo han guiado por este sendero.

Cuando en la vida de Sinclair aparece Franz Kromer, un muchacho canallesco, comienza para Emilio la transición del mundo claro al mundo oscuro. A partir de este momento es cuando empieza a transgredir sus valores familiares y tradicionales. Kromer chantajea a Sinclair por un infantil incidente, en donde Sinclair y unos amigos roban unas manzanas de una propiedad privada. El chantaje de Kromer consiste en amenazar a Emilio con la idea de contarle a sus padres y a la policía este suceso, a cambio de dinero.

Para Sinclair, el hecho de que Kromer hiciese esto, significa una ruptura con su mundo luminoso y un inevitable nuevo vínculo con ese mundo del exterior. Comienza así un yugo sobre Emilio Sinclair, quien trata de mantener una buena imagen de sus valores para con los demás, pero en el fondo se reconoce como trasgresor de éstos, pues se ve obligado a robar dinero para mantener el silencio de Kromer. Es pues, ahora, partícipe del mundo al que tanto temía. Tiene miedo de que Kromer derrumbe su mundo; este mundo sombrío trae consigo el miedo, la violencia y el remordimiento.

El reconocimiento como hijo de Caín – Rumbo al mundo oscuro
La superación del miedo que tiene Sinclair hacia Kromer, viene con la llegada de Max Demian, un joven que Sinclair conoce en su escuela y por quien adquiere una gran simpatía. Demian hace que Kromer se vaya definitivamente de la vida de Sinclair, para que éste pueda ser libre del yugo que tanto daño le causó. Demian contribuye a disipar el miedo infantil de Emilio (“En general, no hay por qué tener miedo a nadie. Cuando se tiene miedo a alguien es porque se le ha dado poder sobre uno”)

Así comienza la estrecha relación entre Demian y Sinclair, quienes hablan del episodio bíblico de Caín, el cual se estaba impartiendo en la escuela. Caín tiene una señal especial, es una señal que supera el miedo. Demian se cuestiona:

“Que un hombre mate a su hermano en una disputa es cosa muy posible, y también lo es que luego sienta miedo y se humille. Pero que su cobardía sea recompensada especialmente con una distinción que le protege e inspira miedo a todos los demás, eso es ya muy raro… Aquel hombre era poderoso e infundía temor. Tenía una señal… ¡Caín un hombre noble y Abel un cobarde!”
Los hijos de Caín son aquellos que tienen la señal. Sinclair puede convencerse de que ha superado su mundo de Abel, aquel mundo luminoso, pasando a hundirse en el otro, en el mundo exterior.

De igual manera tarde que temprano, con la pubertad y el fin de la infancia, ese mundo luminoso se derrumbaría al crecer Emilio. Tendrá que experimentar cosas que la inocencia de la infancia desconoce, sentirá atracción sexual, melancolía, y otros anhelos diferentes al amor paternal. Emilio sentirá la llegada de su pubertad:
“Todos los hombres viven momentos difíciles. Para los de nivel general, es éste el punto de la existencia en el que surge la máxima oposición entre el avance de la propia vida y el mundo circunambiente, el punto en que se hace más difícil la vida pasan por aquel morir y renacer que es nuestro destino, sólo esta vez, cuando todo lo que hemos llegado amar quiere abandonarnos y sentimos de repente en nosotros la soledad y el frío mortal de los espacios infinitos”
La inspiración y la sensación del amor: Beatrice y Eva
En su pubertad, Emilio Sinclair siente deseos de amar a alguna mujer. Decide pintar un retrato, gracias a la influencia de una bella muchacha que conoció en el parque: Beatrice. El retrato realizado inconcientemente lleva a Emilio a ver en él, el rostro de su amigo Demian, como parte de la inspiración. Luego se verá a sí mismo reflejado, como su interior, como su destino o como su demonio.

Son los sueños los que motivan a Sinclair y busca plasmarlos en su vida conciente. En el retrato que dibuja, vislumbra el ideal de amante, de amigo. Así sería su vida y su muerte (“Así eran el sonido y el ritmo de su destino”). Sin embargo, pesa el temor por tener que lidiar con el mundo oscuro. La inspiración se hará realidad en la figura de Eva, la madre de Max Demian.

Complementar el mundo - Abraxas: dios y demonio

El mundo para el adolescente Sinclair se torna hacia nuevos colores y las ideas le llegan de atrevidas fuentes, el ingenio y el fuego fluyen en él. Ahora conoce nuevas cosas de la vida. Ha dejado se ser el niño que vivía encapsulado en el mundo luminoso, ahora hace parte del mundo del exterior. Algunas veces esto lo hace sentir mal:
“En mi singular existencia de sonámbulo, enclaustrada en sí misma, se inició ahora un nuevo brote. Floreció en mí la nostalgia de la vida, y el ansia de amor y el instinto sexual… Tal era yo: una escoria, una basura, borracho y sucio, repugnante y grosero, una bestia salvaje dominada por asquerosos instintos”
Sinclair necesita entrar al mundo real sin el temor de abandonar su pasado. Demian será quien guíe su camino en la superación de una moral ya cansada:
“El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el mundo. El que quiere nacer tiene que romper un mundo. El pájaro vuela hacía Dios. El dios se llama Abraxas”
Abraxas es la representación de lo divino y de lo demoníaco. Demian alguna vez le dijo a Emilio que habría que ahondar más allá del dios al que se le rendía culto, porque tan solo representaba la mitad del mundo, es decir el mundo luminoso. Habría que buscar la otra mitad, un culto a lo demoníaco, al mundo oscuro. Abraxas es el dios que permite ver los dos mundos en uno solo. Su símbolo es un gavilán que aparece en sueños como parte del destino de Sinclair.

La amistad de Sinclair con Pistorius
Intrigado, Sinclair quiere saber más sobre Abraxas. Es cuando conoce a través de la música en una iglesia, al organista Pistorius. Emilio siente que está buscando algo de forma intensa, por eso es capaz de negar a la casualidad:
“Cuando alguien que de verdad necesita algo lo encuentra, no es la casualidad quien lo procura, sino él mismo. Su propio deseo y su propia necesidad le conducen a ello”
Pistorius entabla amistad con Emilio. Este personaje conversará profundamente con Sinclair, acercándolo a la Naturaleza:
“Contemplando el fuego, se hallan las extrañas formas de la naturaleza, abandonarse al lenguaje complicado de ésta”
Pistorius hará conciencia de que todos llevamos dentro de sí toda la naturaleza humana. Es un hecho que se debe aceptar. Pistorius le dice a Emilio:
“No tiene usted por qué compararse con los demás, y si la Naturaleza le ha creado para murciélago, no debe usted aspirar a ser avestruz. A veces se tiene usted por demasiado raro y se reprocha seguir caminos distintos a los que sigue la mayoría”
En otra de esas charlas con Sinclair, surge el odio, como parte de la adoración a Abraxas:

“Cuando odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que llevamos en nosotros mismos. Lo que no está también dentro de nosotros mismos nos deja indiferentes”
LA INFLUENCIA DE C. G. JUNG EN HESSE: INTROVERSIÓN

Es intrigante la propuesta caracterológica de Carl Gustav Jung, quien establece una división entre introvertidos extrovertidos. En Emilio Sinclair –al igual que Harry Haller en El Lobo Estepario- se pueden identificar rasgos de carácter introvertido. Los personajes constantemente se manifiestan como seres solitarios. Sinclair al ver estudiantes alegres en la calle llegaba a decirse:

“Muy a menudo había comparado su singular manera de divertirse con mi vida solitaria, unas veces con cierta envidia y otras con desprecio… Nunca más desee tener un puesto en la mesa de los hombres felices, nunca más añoré las fiestas de los alegres, nunca más sentí envidia o nostalgia al ver las comunidades de los demás”
Este alejamiento de la sociedad, Hesse lo propone como la señal de Caín:

“Para el mundo, nosotros, los marcados con ella, habíamos de pasar por hombres extraños, o incluso locos y hasta peligrosos”
Tal frase es una declaración de batalla de quien quiere trascender más allá de lo que es el simple rebaño humano.

Recordemos que el tipo introvertido tiene una forma de desarrollo psíquico que se caracteriza por una preocupación dominante hacía su vida interior. En la relación sujeto-objeto, el sujeto es quien prima. Se tiende a la profundización y se distancia claramente del mundo exterior. En forma activa, los introvertidos tienden a realizar con constancia y tenacidad sus ideas y objetivos. No rechazan el mundo exterior, tan sólo no lo captan tal cual es. En forma pasiva, casi siempre se retraen por completo en el interior de sí mismos. Perciben el mundo exterior como un hecho que no guarda relación con ellos. Por lo tanto, permanecen extraños al mundo, se hacen difícilmente accesibles y se apartan gustosamente de la sociedad.

Demian ve que la sociedad tal como se le presenta en la actualidad ha cambiado, por tal razón busca diferenciarse:

“En todas partes reinaban la comunidad y el instinto gregario, y en ninguna la libertad y el amor… la comunidad es algo muy bello. Pero lo que ahora vemos florecer por todas partes no es la comunidad verdadera. Esta surgirá, nueva, del conocimiento mutuo de los individuos y transformará por algún tiempo el mundo. Lo que hoy existe no es comunidad: es simplemente rebaño… Este mundo, tal y como hoy es, quiere morir, quiere hundirse y se hundirá”
Sinclair y Demian discuten sobre el rebaño humano que está llevando a la decadencia de Europa. Tal es la voluntad de la humanidad, sofocada durante tanto tiempo por Europa con su ruidosa feria de técnica y de ciencia. Por otra parte, Nietszche, gran filósofo, quien tuvo pocos amigos en su época de la filosofía libre, también influye en estos personajes en el sentido de la introversión:

“Vivía con él, sentía la soledad de su alma, vislumbraba el destino que le empujaba sin tregua, sufría con él y me sentía dichoso sabiendo de alguien que había seguido inexorablemente su camino”
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Demian: Historia de la juventud de Emilio Sinclair, es una bella novela que nos enseña que la juventud es una época de la vida en la que se deben buscar alternativas para solventar los problemas con paciencia y rigor. Si queremos ser hombres capaces, realmente críticos y trascendentes, diferentes del espíritu gregario imperante, debemos mirarnos hacía adentro, conocernos a nosotros mismos para saber enfrentar al mundo exterior. Para tal conocimiento hay que mantener la conciencia del mundo completo cuyas caras son el bien y el mal, y que ambas aparecerán en nuestras acciones vitales influyendo en las consecuencias de estas. Para finalizar una frase que anime a pensar sobre la finalidad de la existencia:

“Aquel que sólo quiere su destino no tiene ya modelos ni ideales, amores ni consuelos. Tal es el camino que realmente debería uno seguir”